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Alemania acelerará su transición ecológica

La locomotora de Europa está cada vez más presionada para dar ejemplo, especialmente desde los sectores más jóvenes de la población (el movimiento Fridays for future) y el movimiento ecologista. El automóvil en Alemania acelerará su descabonización con múltiples medidas.

6 min. lectura

Publicado: 21/09/2019 22:45

Manifestación ecologista ante la Puerta de Brandenburgo (Berlín, Alemania) con el lema "No hay un planeta B"

Los políticos alemanes han anunciado un ambicioso paquete de medidas para transformar radicalmente el país y cumplir con los objetivos de reducción de emisiones. Por un lado, se beneficiarán las tecnologías más limpias, y por el otro, se desincentivarán las basadas en la energía fósil.

A partir de 2023 habrá incentivos para los vehículos eléctricos que bajen de 40.000 euros, para que sean más asequibles. Esto seguirá siendo necesario para compensar el mayor precio de adquisición que tienen, dado que a lo largo de su vida útil tienen grandes ahorros en coste por kilómetro y queda compensado.

Se van a comprometer 54.000 millones de euros

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Mientras se beneficia a los vehículos eléctricos, se reducirá el atractivo de los convencionales, ya que los precios de la gasolina y el gasóleo se incrementarán en 3 céntimos por litro con impuestos. Alemania está lejos de tener la presión fiscal de países nórdicos en lo relativo al automóvil.

Hasta la fecha, las políticas en Alemania perjudicaban a los vehículos más contaminantes, pero no a los más eficientes y de construcción más reciente... gasolina o Diesel

No solo eso, el plan contempla también un cambio en el paradigma del transporte, añadiendo impuestos a los viajes en avión y abaratando los de los trenes, para evitar que los alemanes usen vuelos domésticos o de corta distancia para trayectos que pueden hacerse en tren. La rebaja de los trenes afectará también a los trayectos por carretera.

Actualmente la industria aeronáutica está muy subvencionada y el queroseno no está gravado a un nivel que haga que volar mucho sea disuasorio. Las compañías de "bajo coste" han disparado la competencia y las emisiones en el transporte, mientras que el tren tiene esquemas de precio más rígidos.

No se han olvidado de meter mano a las calderas y a la eficiencia energética, premiando a aquellos que aumenten el aislamiento (mejorando el rendimiento de las calderas) y que opten por formas más económicas para climatizar. En 2026 no será posible comprar calderas de gasóleo.

Volkswagen ID.3, uno de los primeros modelos eléctricos pensados para el mercado masivo

Alemania manda un mensaje a su industria automovilística, esa que durante tanto tiempo se concentró en hacer coches más potentes, más rápidos, más grandes, más caros... La apuesta por el coche eléctrico debe ser contundente. Antes de esta "emergencia climática" Alemania siempre había barrido para casa.

No se puede decir que los fabricantes alemanes se hayan dormido en los laureles aunque hayan tardado en reaccionar en lo relativo al creciente mercado de vehículos de bajas emisiones (o sin emisiones). Sí se puede decir, en cambio, que no han hecho todo lo que podían hacer al respecto, y les están apretando las tuercas.

Ya existía el incentivo desde la Unión Europea de reducir radicalmente las emisiones de CO2. Eso, y el endurecimiento de las normativas antipolución, están haciendo que más fabricantes decidan abandonar las motorizaciones convencionales para mediados de la próxima década. Acabará pasando por el aro hasta Porsche.

Conector de recarga CCS, estándar de facto europeo

Los políticos alemanes se habrán dado cuenta también de que, siendo primeros fabricantes en Europa, no se pueden dejar adelantar por los asiáticos, que ya han demostrado que cuando hacen productos mejores que los europeos, acaban ganando enormes cuotas de mercado. ¿Nos acordamos de la pugna entre CHAdeMO y el estándar CCS auspiciado por Europa?

De momento las medidas no contemplan tocar algo tan sagrado para los alemanes como las autopistas sin límite de velocidad (autobahnen), pero cierto es que los eléctricos no irán precisamente a velocidades escandalosas por esas carreteras. No merecerá la pena, aunque la red de recarga rápida se capilarice y masifique.

Alemania tiene que reducir sus emisiones anuales de CO2 respecto a los niveles actuales en 300 millones de toneladas para 2030. Sí, en 11 años. Sin medidas radicales y valientes eso es sencillamente imposible. Y en 2050 deben estar esas emisiones próximas a 0. Sin intervención en el mercado, llegar a eso será ciencia ficción.

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