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Ferrari 250 GTO: el mito a fondo en el circuito de Zandvoort

Todos y cada uno de los Ferrari 250 GTO son hoy piezas de colección, por lo que no son muchas las oportunidades que podemos tener para poder ver una de estas bestias sagradas a fondo en circuito. Por lo que este documento es espectacular.

3 min. lectura

Publicado: 18/03/2017 08:00

El deportivo más mítico de todos los tiempos.

El Ferrari 250 GTO es sin duda alguna el vehículo de colección más valioso y codiciado del mundo, por lo que a día de hoy hablar de el en términos de rendimiento en circuito no solo es bastante raro, sino que para muchos puede ser incluso sacrílego. Ya que todos y cada uno de sus ejemplares tiene estatus de pieza de museo.

El 250 GTO fue una de las estrellas más destacadas del World Sportscars Championship en la década de los sesenta, un antecesor bastante lejano del WEC actual, por lo que es un modelo que ya ha demostrado y de sobra, su valía en los circuitos de medio mundo.

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En el vídeo que tenéis bajo estas líneas podemos asomarnos a una cámara onboard montada sobre uno de los 39 ejemplares fabricados del modelo, siempre que incluyamos los 330 GTO que montaron el motor de 4.0 litros en lugar del V12 de 3.0 litros original. Esto sucedía en el pasado Gran Premio histórico de Zandvoort, y el vídeo ha sido subido a Youtube por el genial fotógrafo automovilístico Robbert Alblas, responsable de varias y espectaculares producciones.

Aunque los vídeos onboard pueden no ser del agrado de la mayoría de aficionados, pues incluso contando con la privilegiada perspectiva del habitáculo la vista puede llegar a ser muy monótona, en el caso de este vídeo no hay tiempo realmente para aburrirse.

En primer lugar, la pureza del sonido que emana el V12, con un tono muy metálico, no tiene nada que ver con el sonido al que sin querer nos hemos acostumbrado por los efectos especiales del cine o el sonido más ronco que tienen los deportivos actuales.

Y por otra parte, la belleza del habitáculo. Muy espartano, plagado de pequeños relojes desordenados, con una gran esfera tras la enorme palanca de cambios cromada, sobre la rejilla tradicional de la marca italiana, además del volante. Gran diámetro, aro estrecho de madera y tres radios macizos que parecen querer arrancarte las manos si te despistas en un giro brusco. Solo observar el juego de manos, del volante a la palanca y viceversa ya es todo un espectáculo.

Fuente: Robbert Alblas

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