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Iván Roldán, el ingeniero al que la F1 se le quedó pequeña

En el mundo de las carreras cada vez tenemos más ingenieros españoles, pero Iván Roldán es uno de los más destacados y prometedores. Con 42 años, el malagueño tiene claro el camino a seguir para triunfar en un mundo tan competitivo y lleno de talento.

Iván Roldán, el ingeniero al que la F1 se le quedó pequeña
Iván Roldán posa junto a los trofeos conseguidos por McLaren en el pasado Gran Premio de Italia de F1.

22 min. lectura

Publicado: 05/11/2021 14:30

Conocí virtualmente a Iván Roldán en 2017 por asuntos personales, que posteriormente han propiciado que nos mantengamos en contacto en la distancia y de manera esporádica. Él, ingeniero (o cómo le gusta decir, competidor), es sin duda alguien a quien merece la pena conocer, no sólo por su trayectoria en el mundo del motor, sino por su enfoque profesional y generosidad en el trato personal.

Iván es reservado y muy discreto, siempre salvaguardando la confidencialidad de todo lo que sucede en su familia británica, McLaren Racing. Pero estas cualidades suelen confundirse con mediocridad y conformismo, como si de una medida de protección se tratara.

«Soy un competidor antes que un ingeniero»

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Nada más lejos de la realidad. Iván Roldán ha adoptado desde el inicio un enfoque holístico en su formación, así como posteriormente en su trayectoria profesional. En un mundo laboral en el que cada vez se tiende más a la especialización, este malagueño de 42 años es plenamente consciente de que sabiendo mucho de algo concreto se puede tener éxito, pero que para seguir ascendiendo en la pirámide hay que ampliar horizontes y ganar en polivalencia, ser multidisciplinar.

A continuación recorremos la historia de un ciclista, camarero e ingeniero al que la Fórmula 1 se le quedó pequeña.

De dos a cuatro ruedas

Iván Roldán creció en una localidad cercana a Málaga, Fuengirola, situada a unos 35 km. al sur de la capital de la Costa del Sol. Paralelamente a la enorme popularización del ciclismo en la época de Miguel Induráin y Abraham Olano, así como posteriormente con el boom de Fernando Alonso y la Fórmula 1 en España, Iván tuvo claro desde muy pronto lo que quería hacer en la vida: competir y desafiar al viento.

Pero antes de centrarse en el automovilismo, Iván quiso ser ciclista. En realidad quería competir, era lo que le apasionaba, y las dos ruedas le permitían hacerlo desde temprana edad. «Al final lo que yo quiero es competir», confirma Iván Roldán durante una entrevista concedida al podcast de motor, GPCast. «De pequeño, en mi época de EGB, el instituto y al principio de la carrera, mi sueño era llegar a ser ciclista profesional».

«Entrenaba como un condenado, me obsesioné con la dieta, el equipamiento, el material, con el viento… de forma que cuando vi que no era posible llegar al campo profesional, opté por la ingeniería para estudiar el viento, que para cualquier ciclista es el primer enemigo. El ciclismo, al fin y al cabo, era una excusa para competir. Cuando dejé de competir, también perdí bastante interés en las bicicletas», admite el malagueño.

«Siempre que haya competición, estaré interesado. Si me puedo medir a otro o a mí mismo, me llama mucho la atención. Soy un competidor antes que un ingeniero. No pude ser ciclista para competir al más alto nivel y me hice ingeniero para poder hacerlo».

Incluso, Iván admite que la pasión familiar por el motor venía de las motos, con aquellos mundiales de 80, 125, 250 y 500 cc en los que los pilotos españoles se partían el cobre con grandes apellidos como Sarron, Barros, Schwantz o Rainey.

«En casa siempre fuimos de dos ruedas y yo siempre veía las motos con mi padre, pero vi que entonces la aerodinámica no parecía tener mucha importancia en el rendimiento de las motos y perdí esa pasión por ser ingeniero en el Mundial de Motociclismo», señala.

«Mi única obsesión por entonces era vencer al viento y, cuando vi que la Fórmula 1 era el reto tecnológico por antonomasia en el que la aerodinámica era más importante que ninguna otra cosa, me centré en eso», desvela.

Iván Roldán llegó a Woking en 2012 y sigue vinculado a McLaren, ya sea en F1 o IndyCar.

Pero su objetivo final no era ‘simplemente’ llegar, sino crecer, retarse continuamente y mejorar sin descanso. Por eso, Iván Roldán huye del encasillamiento y la comodidad, alejándose de su zona de confort para ser cada vez más polivalente, sabio y capaz.

Con ello en mente, comenzó su formación como ingeniero industrial superior en la Universidad de Málaga, estudios que compaginó con el trabajo de camarero y dependiente de la sección tecnológica de FNAC. Posteriormente, completó un máster de aero-hidrodinámica vehicular a caballo entre la Universidad de Málaga y la de Granada.

Pero Iván sabía que eso no sería suficiente y que para ser alguien en la Fórmula 1 hay que formarse en el Reino Unido, la cuna de la categoría y que además de albergar a siete de los diez equipos actuales de la parrilla, ejerce de vivero de la mayor parte de los ingenieros y diseñadores de relevancia internacional.

«Di el salto al Reino Unido con vistas exclusivamente a poder entrar en la Fórmula 1», cuenta Iván Roldán. «Supe que el Imperial College tenía mucha solera en la colaboración con equipos de la categoría ya desde la época de Colin Chapman y Adrian Newey, que iban a probar sus diseños aerodinámicos en el túnel de viento».

Efectivamente, el Imperial College es, junto con Cranfield, la cuna de grandes nombres de la ingeniería, así como el centro de trabajo y reclutamiento de grandes innovadores como Colin Chapman o el propio Newey, así como de todos los equipos que están y han estado en la Fórmula 1.

Iván eligió el departamento de aeronáutica para realizar su doctorado, consciente de que las oportunidades llegarían. Así fue en 2007, pero Iván quería dar pasos sólidos y, en lugar de dejarse cegar por los focos de la Fórmula 1 a las primeras de cambio, tuvo claro que antes de dar el salto debía finalizar su doctorado y su tesis enfocada al estudio de la capa límite. Las cosas, bien hechas.

Varios fueron los equipos que se habían interesado en Iván Roldán durante el desarrollo del doctorado tras ser recomendado por su supervisor de tesis, pero fue McLaren quien quiso esperarle.

One Team Player

Así fue en marzo de 2012, cuando Iván Roldán se incorporó a McLaren F1 tras finalizar la fase experimental y práctica de su tesis. «Cuando me entrevistaron yo estaba en la última fase de mis experimentos y no podía dejarlos porque eran vitales para mi tesis. Me pidieron una fecha límite y acordamos que me incorporaría el 1 de marzo», cuenta Iván Roldán, que ha desarrollado toda su carrera profesional con los de Woking.

«Los primeros meses en McLaren fueron muy duros, porque era llegar a casa de trabajar, cenar y ponerme a comprobar datos y escribir la tesis hasta las 2 o 3 de la mañana. En aquella época, yo vivía a hora y media en coche de Woking, por lo que me levantaba a las 6:30 para ir a trabajar», recuerda Iván.

«La verdad es que mi jefe de departamento en McLaren se portó muy bien, porque me decía que me quedara en casa o me fuera antes para darle un empujón a la tesis si me hacía falta», señala el malagueño. «Pero yo estaba aprendiendo e intentando asentarme en McLaren, así que siempre llegaba al final de la jornada, creo que no llegué a pedirle ningún día y tiré para adelante. Obviamente, los fines de semana los tenía comprometidos con darle un ‘achuchón’ a la tesis».

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Los inicios de Iván Roldán no fueron los esperados, pues su formación había sido enteramente experimental en el túnel de viento. En lugar de eso, McLaren le ofreció una vacante en CFD (Dinámica Computacional de Fluidos). A Iván no le importó, sabía que esa oportunidad había que aprovecharla y que la polivalencia le llevaría lejos.

«Tenía algunos conceptos de CFD porque colaboré con un equipo de la F3 británica durante mi doctorado y lo había utilizado para escribir mi propio código para diseñar mis propios experimentos en el túnel», cuenta Iván Roldán al respecto. «Les dije que genial, que aceptaba, pero que supieran que iban a contratar a alguien que tarde o temprano iba a pedirles un cambio para volver a ser ingeniero experimental en el túnel de viento».

Dos años después, Iván cumplió su objetivo y pasó al departamento de túnel de viento, aunque sin dejar de lado su ocupación anterior. «En cierto sentido, fui un pionero dentro de McLaren, porque fui el primero que hacía las dos cosas. Ahora ya ocurre en todos los equipos».

A lo largo de estos años, Iván ha ido ascendiendo de rango en McLaren hasta que llegó a convertirse en Aerodinamista Senior de F1 en 2015, antes de darle un giro a su trayectoria en consonancia con su filosofía: el aprendizaje y reto contínuos.

La IndyCar

En marzo de 2020, ocho años después de llegar a McLaren, Iván Roldán es designado para liderar el departamento aerodinámico del equipo Arrow McLaren SP de la IndyCar, el ambicioso proyecto de Zak Brown para el certamen estadounidense.

«Ahora soy el jefe del departamento de aerodinámica del equipo en la Indy, el que coordina, dirige, planifica y analiza todo lo relacionado con la configuración aerodinámica y el comportamiento aerodinámico del coche, así como las repercusiones que esto tiene en su manejabilidad y, sobre todo, en el set-up mecánico», explica Roldán.

Pero, ¿por qué cambiar la Fórmula 1, la cima del mundo del motor, por la IndyCar? «Fue una decisión personal, se me describió cuáles serían los retos que tendría por delante y me llamó muchísimo la atención», recuerda.

«No creo que me hubiera aburrido nunca de la Fórmula 1, pero llegué a ese punto en el que necesitaba ampliar mis horizontes, formarme más como ingeniero aerodinámico en un equipo de carreras. De alguna manera, la F1 se me quedó un pelín pequeña», señala Roldán, no sin humildad.

«En la Fórmula 1 he desarrollado prácticamente todas las partes del coche y era un poco hacer siempre lo mismo. A pesar de que me encantaba porque era un continuo intento de mejorarse a sí mismo, había otros aspectos que ya había tocado anteriormente en los que quería indagar más», reitera.

«En 2018, hice un poco de ingeniero aerodinámico en pista, estuve en cinco Grandes Premios, y vi que interaccionaba con mucha gente con distintos perfiles, que había que tener mucha mano izquierda y tener una visión global de las cosas que suceden en un equipo. Eso me atrajo muchísimo», prosigue. «Gestión, resolver problemas para ayer, encontrar el camino para salir adelante… mientras que en la fábrica interaccionas principalmente con la gente de tu departamento».

«No es que resulte monótono, pero no tienes esa capacidad de verte expuesto a otras muchas facetas de un equipo. Adrián Newey es el Dios que es porque desde sus inicios trabajó en todos los campos, ingeniero de pista, estratega, diseñador. Desde mi punto de vista, eso es lo que enriquece y hoy en día las estructuras son tan grandes que se crean muros invisibles entre diferentes departamentos, pues de lo contrario serían muy poco eficientes», reflexiona.

«Tener que interaccionar con el ingeniero de pista, con el estratega, con el ingeniero de simulación, con quienes manufacturan piezas, con los mecánicos, y además hacer parte de tu trabajo anterior como ingeniero de Fórmula 1, me atrajo mucho y me presenté como candidato», desvela Iván Roldán sobre su salto a la IndyCar.

F1 vs. IndyCar

Tras ocho años en la Fórmula 1, Iván tiene un amplio conocimiento de la categoría reina, así como del nivel de especialización e innovación necesario para competir al máximo nivel.

Por eso, a muchos les puede chocar que un ingeniero aerodinámico de F1 quiera cambiar a la IndyCar, una disciplina con chasis único y en la que sólo existen dos paquetes aerodinámicos disponibles que no pueden modificarse.

«El aliciente está en el detalle y en conocer muy bien hasta el extremo el funcionamiento aerodinámico y mecánico del coche. Una cosa que diferencia a la IndyCar de la Fórmula 1 es la diferencia en el tiempo por vuelta, que en la Indy es muy pequeña», desarrolla Roldán.

«En la IndyCar es incluso más crucial entender el comportamiento global del coche, la interacción aerodinámica con la mecánica al detalle. Este año, en las 500 Millas, estábamos haciendo unos test y yo, desde mi ignorancia, pensé que un cambio que habíamos hecho en los parámetros del coche no iba a notarse nada. Cuando el piloto dio una vuelta y volvió a boxes, nos dijo que el coche era inconducible. Miré los datos y vi unos saltos de comportamiento de tales variables que me dije: “Madre mía, ¡si esto en la Fórmula 1 es un cambio minúsculo!”. Fue un poco un ejercicio de humildad», admite.

Y es que la IndyCar plantea retos diferentes a los de la Fórmula 1, pero igualmente interesantes para un ingeniero obsesionado con el viento. «Me parecen atractivas ambas cosas», reitera Iván. «Lo atractivo que yo encuentro de la Fórmula 1 desde el punto de vista de un desarrollador aerodinámico, es que es un poco como que tienes un hijo que nace y lo ves evolucionar. Le das conceptos al coche que vas evolucionando continuamente. El coche es uno en los test de invierno y luego, cuando llegas a Abu Dhabi, es completamente diferente», explica Roldán. «Esa carrera de desarrollo es muy atractiva, incluso adictiva. Sobre todo ver que tu coche avanza y ganas tiempo por vuelta».

«El otro concepto, el de la IndyCar, es el de exprimir el rendimiento del coche. Tienes este coche, que es monochasis, y el reto está en exprimirlo al máximo, entenderlo al máximo. Algo que también me parece un reto fabuloso, muy bonito, que estoy encontrando adictivo», recalca. «Siempre hay algo que se puede mejorar, algo que dabas por supuesto y que resulta que en ciertas condiciones no es tan evidente. Y el hecho de que las distancias sean tan pequeñas entre unos y otros, hace que seas todavía más consciente de que cada pequeño detalle te puede dar un salto importante en la tabla de tiempos».

La Triple Corona

Iván Roldán cumplirá 43 años en marzo, por lo que su carrera profesional es aún corta y con total seguridad se abrirán ante él nuevos retos y oportunidades. ¿Qué espera del futuro? «Mi reto es conseguir las 500 Millas y el campeonato de la IndyCar», cuenta Iván en relación a sus objetivos a corto plazo. «Obviamente es muy difícil, pero no me pongo otro objetivo».

«Hace unos años decía que no me iría de las carreras hasta que no ganase un Mundial, y de la Indy no me gustaría marcharme hasta que consiga la joya de la corona y el campeonato. A la Fórmula 1 no le cierro la puerta porque he estado muy vinculado y es un reto tecnológico que tiene muchísimo atractivo», avisa.

«Si gano todo esto, igual me planteo mi Triple Corona particular, ahí ya me daría por satisfecho», cuenta Iván entre risas. «No me interesa ganar siete Campeonatos del Mundo de Fórmula 1, me interesaría más ganar en resistencia. Al final lo que me llama es la competición», concluye, a modo de resumen.

Iván Roldán, el ingeniero que no se conforma con la Fórmula 1 porque, en realidad, esa es la mejor manera de acabar triunfando en ella.

Fuente: GPCast

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