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Dacia tendrá que ser Dacia: las multas por CO2 acechan

El modelo de negocio de Dacia es muy rentable: ofrecer lo justo que exige el mercado europeo, usando ingeniería amortizada, al precio correcto. Dicho modelo está amenazado por la inminente llegada de las multas por exceso de emisiones de CO2.

7 min. lectura

Publicado: 15/08/2019 22:00

No se puede discutir que Dacia sea una marca exitosa. Desde su renacimiento en 2004, todos los años han aumentado sus ventas, salvo en 2011. Ha resistido a la crisis económica con un producto ajustado para los bolsillos ajustados, dejando atrás su imagen de coches para inmigrantes o personas de bajos recursos.

Para el Grupo Renault, Dacia es jauja. Obtiene unos márgenes estimados del 10% por unidad vendida, que es lo deseable en un fabricante de alta gama. Carlos Tavares, cuando era el segundo de Renault (ahora es el número 1 de PSA) describió la marca rumana como una máquina de hacer dinero, y te contamos cuál es el secreto. Uno de cada cinco vehículos del grupo es un Dacia.

Durante años estos modelos se han resistido a incluir avances tecnológicos, amparados en el lema de dar al cliente lo justo para moverse decentemente. Todos los motores son Renault, unos tan modernos como los que monta Renault, otros están un paso por detrás. La eficiencia es una asignatura pendiente de la marca económica del grupo francés.

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2021 está a la vuelta de la esquina, así como las sanciones de la Unión Europea para que los fabricantes se queden por debajo de 95 g/km de CO2 por unidad vendida. En caso contrario habrá multas de 90 euros por cada gramo excedido y multiplicado por el número de unidades vendidas. Renault como marca va mejor en ese sentido, pero se verá lastrada por Dacia.

Philippe Houchois, analista de la compañía financiera Jefferies, calcula que el Grupo Renault tendrá que hacer frente a una sanción de 450 millones de euros el primer año de sanciones, más o menos el 17% de los beneficios esperados para el año que viene. Es mucho dinero, pero Renault no entraría en pérdidas por ello. El coste para cumplir con el límite supera los 1.250 euros por coche.

Para una marca con precios tan ajustados, elevar tanto los precios puede tener un impacto negativo en sus ventas. Los clientes se pueden beneficiar a cambio -y de hecho, lo harían- de un menor consumo de combustible, ya que si se reducen las emisiones de CO2, forzosamente disminuye el consumo. El quid de la cuestión es cómo rebajar las emisiones y de la forma menos dolorosa posible.

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Dacia ya está equipando los motores de 1 litro de Renault, pieza clave para reducir las emisiones de este gas de efecto invernadero, pero para una reducción más eficaz habría que recurrir a hibridación, tecnología que tiene un evidente sobrecoste. Ningún Dacia es híbrido, los hay gasolina, los hay diésel, y algunas versiones a GLP.

Renault comenzará a incluir en su gama versiones híbridas e híbridas enchufables en sus nuevos lanzamientos, como Clio y Captur. Esos adelantos acabarán llegando a Dacia. No hay margen apenas para reducir el peso de los Dacia -poco equipamiento se les puede quitar-, y las mejoras aerodinámicas tendrían que ser muy importantes. Además, los diésel ya no tienen el éxito que tenían.

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Tocará pasar por el aro, y el cliente típico de Dacia tendrá que rascarse un poco más el bolsillo. Para el fabricante también va a ser un buen impacto, ya que se reducirá la rentabilidad al tener que recurrir a tecnologías más caras que las que ya se están usando. Era algo que iba a ocurrir algún día, le gustase o no.

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Los gustos en Europa están cambiando y ya no parece una solución el comodín de sacar un modelo más pequeño, del segmento A, ponerle un motor justísimo que consuma poco, y venderlo como rosquillas bien por debajo de la frontera de los 10.000 euros. El antaño segmento urbano está cediendo terreno y la oferta se reduce, no parece buena idea intentar entrar ahí. Renault aguantará en el segmento.

Dacia tendrá que entrar en la electrificación sí o sí, los híbridos desde luego son muy necesarios, pero los eléctricos acabarán llegando. Para ajustarse más a la filosofía de Dacia, esos modelos podrían usar tecnologías ya amortizadas en Renault, como la del ZOE. Al ser eléctrico, su veteranía no supone ningún problema de cara a las emisiones de CO2, porque no tiene.

Para aquellos que estén planteándose comprar un Dacia a corto plazo, les diría que no se duerman. El tiempo se acaba y Dacia tendrá que reaccionar para reducir el impacto de las sanciones de Bruselas. Algunas versiones pueden quedar descatalogadas, y otras a un precio actualmente jugoso podrían también desaparecer y ser reemplazadas por otras más eficientes, pero también más caras.

Fuente: Bloomberg

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