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¿Deben los fabricantes financiar la renovación del parque? El caso de Francia, a estudio

Francia está espoleando un cambio en su parque móvil, incentivando el reemplazo de los diésel más antiguos por eléctricos o híbridos. Mediante las inyecciones de dinero público adecuadas, las cifras les dan la razón. Buscan ahora más apoyo de los propios fabricantes.

5 min. lectura

Publicado: 28/10/2018 21:10

Mientras en España las ayudas a la compra de coches más eficientes son muy efímeras y de escaso impacto en el mercado, en Francia es harina de otro costal. Cuando PSA Peugeot Citroën -ahora Grupo PSA- estaba en su peor momento y tenía que cerrar una fábrica cerca de París, el Gobierno se puso manos a la obra.

Desde 2012 existe en Francia un programa de incentivos para adquirir vehículos más modernos, con especial énfasis en los coches más ecológicos. Un máximo de 8.000 euros -si se cumplen los requisitos- por adquirir un eléctrico seguramente haría que a más de uno le saliesen las cuentas.

Ese programa es una de las razones por las cuales en Francia han aumentado tanto las ventas de eléctricos y los diésel han dejado de crecer en número. Si observamos la tabla inferior, comprobaremos que, pese a que el parque ha crecido, los diésel tocaron techo en 2016. Al año siguiente, habían "desaparecido" 45.000 unidades.

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201220132014201520162017
Gasolina12,45412,11411,98512,03212,26912,665
Diesel19,12119,51119,74119,86819,90019,855
Total turismos31,57531,62531,72531,90032,17032,520

Distribución del parque de turismos franceses (en millones de unidades)

Los diésel en Francia habían estado creciendo durante los últimos 15 años, por lo que el frenado ha sido muy significativo. En el país galo salía muy rentable adquirir un diésel sin necesidad de hacer grandes kilometrajes, además, los fabricantes nacionales (Citroën, Dacia, DS, Renault y Peugeot) apostaron muy fuerte por el gasóleo.

El problema del sistema de ayudas francés es que tiene un importante coste para las arcas públicas, ya que no solo se recauda menos, también hay que meter dinero público. Solo este año, el plan de incentivos planea retirar de las carreteras 100.000 coches que no cumplen ni la norma Euro 3.

El Gobierno de Francia está amortiguando ese coste con los impuestos a los vehículos más contaminantes y al elevar el precio del gasóleo 6 céntimos/litro y la gasolina 3 céntimos/litro para el año que viene. Como podemos ver, no es una ocurrencia del Gobierno de España en solitario.

Los diésel anteriores al 2001 son carne de desguace si se adquiere un eléctrico

Mañana lunes habrá reuniones entre altos funcionarios y fabricantes automovilísticos para que colaboren en la ampliación del programa de incentivos. De esa forma pretende beneficiar a más franceses y aumentar la eficacia del plan retirando vehículos contaminantes.

Los fabricantes seguramente estarán encantados en vender más coches nuevos a cambio. En España la fórmula del Plan PIVE funcionó muy bien, con un descuento obligatorio para el fabricante y otro sufragado por la administración.

Sin embargo, esta última modalidad se presta a cierta picaresca, hilando fino con las promociones el importe del descuento puede ser más ilusorio que real. En Alemania los fabricantes prefieren vender más coches nuevos que sufragar actualizaciones para los que ya están en las carreteras. Elemental, querido Watson.

Si algo se puede aprender de los incentivos a la compra que ha ofrecido la industria del automóvil o los gobiernos occidentales en los últimos 10 años, es que hay que hilar muy fino con los importes de las ayudas, quién puede beneficiarse y calculando el impacto de su eficacia.

En EEUU el programa Cash for Clunkers dio un respiro a la industria de Detroit, pero se entregaron para desguace coches de muy poca edad solo por mejorar la eficiencia con uno nuevo. En España hubo mucha picaresca con los coches de menor valor para poder tirarlos en el PIVE, hubo que poner el requisito de pertenencia previa. Y así con todo.

No hay que acostumbrar a los ciudadanos a las ayudas, pueden provocar efectos adversos. De eso han aprendido en países europeos donde la inminencia del fin de las ayudas ha provocado una fiebre de peticiones de subvención. Y es que no hay nada más atractivo que pagar menos impuestos o que nos subsidien algo...

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