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No es fácil fabricar coches con la electricidad a más de 600 euros por MWh

La tormenta perfecta sigue golpeando a la industria del motor en el Reino Unido. A todos los problemas que se habían acumulado, la energía está desbocada y tiene un impacto muy negativo en los costes operativos. La recuperación no está a la vista.

No es fácil fabricar coches con la electricidad a más de 600 euros por MWh

6 min. lectura

Publicado: 25/08/2022 22:45

La industria del motor en el Reino Unido no para de acumular problemas. Después de alcanzar un pico de producción en 2017, empezaron a sucederse los problemas. Primero, comenzaron las incertidumbres del «Brexit», después llegaron los efectos, Honda cerró su fábrica de Swindon, llegó el COVID, y después la crisis de suministros.

La producción ha seguido cayendo y cayendo, pero se ha empezado a recuperar en los últimos tres meses. Aparentemente es una buena noticia, pero los precios de la energía están absolutamente fuera de control. Los costes están aumentando para los fabricantes y no tiene pinta de que vayan pronto a amainar.

Los niveles actuales de producción siguen casi a la mitad respecto a los años pre-pandemia, pero como se puede ver en el siguiente gráfico la culpa no es exclusivamente del coronavirus. El país ya se pegó un tiro en el pie cuando se votó en el 2016 por estrecho margen abandonar la Unión Europea. Fue el inicio de la catástrofe.

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Producción de turismos en el Reino Unido desde 2016 - Fuente: SMMT/Bloomberg

Ahora que los fabricantes empiezan a capear el temporal de la falta crónica de piezas de proveedores extranjeros, la crisis energética puede ser un mazazo importante. Y es que los precios de la electricidad, de seguir disparados, van a impactar duro en la competitividad de los fabricantes.

El problema no es ni mucho menos exclusivo del Reino Unido. El pulso que están echándose Vladímir Putin y las potencias europeas está teniendo consecuencias muy negativas para las economías a ambos lados de Ucrania. La energía se está usando como forma de chantajear por parte de Rusia, y Europa se mantiene firme en su apoyo al país invadido a la fuerza, pese al cansancio y coste acumulado.

Pero la situación del Reino Unido es especialmente delicada, depende de la inversión extranjera para subsistir ahora y en el futuro. Si se cronifican unos precios de energía elevados, y considerando que los precios no se pueden subir indefinidamente, la pérdida de competitividad también puede ser crónica.

La pérdida de competitividad tiene una consecuencia directa, se espanta a los inversores

El Reino Unido es muy dependiente de las exportaciones. Durante 2021, el 82,1% de su producción de turismos fue para exportación. No es tanto así hablando de vehículos comerciales, el 51,2% se exportó, mientras que el 57,8% de los motores fabricados fue para países ajenos al Reino Unido. 2021 fue un año nefasto para ellos, el peor desde 1956.

De no ser por la crisis en Ucrania y los precios de la energía más allá de la órbita terrestre, había expectativas de ser un buen año para su industria, entre el alivio de los problemas logísticos y la mayor producción de modelos electrificados. Pues no va a poder ser. Solucionar los problemas energéticos es todo menos sencillo o rápido.

Para la SMMT, patronal británica de los fabricantes, los precios de la energía son «alarmantes», están 10 veces por encima de lo normal para esta época del año, y los políticos nos están recordando día tras día que le invierno será duro. Habrá seguramente algún corte que otro de energía industrial, como ya está ocurriendo en China puntualmente.

De no haberse producido el «Brexit», esto sería un poco más manejable. Los británicos ya están descubriendo en la práctica que no fue quizás tan buena idea: atascos en los puertos, problemas de abastecimiento de alimentos básicos o combustible, menor movilidad profesional y puestos de trabajo sin cubrir, hasta problemas para irse de vacaciones por Europa.

Posiblemente los planificadores de producción tengan que hacer encaje de bolillos, tratar de producir más cuando la energía baje de precio, y cambiar su política de estocaje de componentes para tener más flexibilidad. Y mientras se teme la falta de competitividad, la amenaza de llegada de miles de coches chinos ya no es tan difusa.

Ahora mismo la industria del motor en el Reino Unido es una de las más fastidiadas de toda Europa, sin olvidarnos de Alemania, primer productor, muy dependiente del gas ruso, y que prepara a su población para un invierno durísimo y frío. ¿Dónde estará la luz al final del túnel?

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