Prueba Peugeot Traveller Standard BlueHDi 180 CV: Viaje en primera clase
Ponemos a prueba un monovolumen o furgón para ocho pasajeros con muchos argumentos para convertirse en la opción idónea si se van a recorrer cientos de kilómetros cargado de equipaje y pasajeros. Según los acabados tiene un enfoque familiar en el equipamiento o para trabajo.
El espacio es uno de los argumentos que más se escuchan en el mundo del automóvil para referirse a un argumento de compra principal que puede que si, o puede que no, responda a una necesidad real. En cualquier caso, son muy pocos los vehículos que transporten a más de cuatro pasajeros con completa comodidad, y en la mayoría de los casos no son baratos. Hay un tipo de vehículo que está en desuso a favor de los SUV medianos y es el monovolumen porque ya no es atractivo aunque siga siendo infinitamente más práctico para según qué cosas.
Y como estamos hablando de espacio, es, precisamente el monovolumen la carrocería más polivalente y capaz y con mayores soluciones en cuanto a comodidad de viaje se refiere. Si a esta fórmula le añadimos la posibilidad de transportar a más de cinco pasajeros con mucha comodidad, las opciones escasean, y si nuestra economía no es precisamente abundante, ya las posibilidades son muy limitadas (aunque las hay, como un SsangYong Rodius). Probablemente, a lo largo de estas líneas hayas pensado en la antigua Chrysler Voyager de antaño... ¿Me equivoco?
Modelos todavía menos populares son los vehículos como el que hoy ocupa nuestra prueba, que no es ni más ni menos que un Peugeot Traveller, destinado a albergar a ocho pasajeros con total comodidad. No es condicionante que sean ocho asientos precisamente porque hay muchas opciones para este familiar. Por sintetizar, hay tres tamaños de carrocería que van desde los 4,6 metros a 5,3 metros de longitud (la nuestra es la intermedia con 4,96 metros). Se denominan Compact, Standard y Long.
El tamaño intermedio gana en batalla al corto (2.925 mm frente a 3.275 mm). El modelo más largo, que comparte batalla con el intermedio, gana a éste en el voladizo trasero (de 803mm a 1.153 mm) garantizando un espacio maletero mayor.
Hay tres motorizaciones, y todas son diésel de cuatro cilindros en línea: 1.6 HDi de 115 CV, y 2.0 de 150 CV y 180 CV. El cambio automático, de convertidor de par y de seis relaciones solo está disponible en la motorización más alta y en las carrocerías Standard y Long. La más corta tendrá que escogerse inevitablemente con cambio manual y 115 CV o 150 CV.
Hay muchas configuraciones de asientos y por tanto, capacidades volumétricas variables de maletero. En nuestro caso, con 8 asientos montados, hay una capacidad total de 699 litros como máximo, aunque para ello, la tercera fila ha de posicionarse longitudinalmente muy cerca de la segunda fila. El espacio es muy vertical, lo que en la práctica no es útil para transportar maletas ya que habría que amontar unas encima de otras, así que lo más óptimo es que viajen 6 en lugar de ocho personas para que lo hagan con completa comodidad y abatir los asientos centrales.
Los precios varían poco en las versiones más básicas con la motorización de entrada: 21.207 euros para el Compact, 21.458 euros para el Standard y 21.778 euros para el Long. La carrocería Standard con la motorización más alta parte de 25.214 euros. A partir de aquí, hay que seleccionar acabados: Los acabados Business tienen un enfoque más empresaria, mientras que Active y Allure, tienen el ojo puesto en las familias.
Nuestra unidad equipaba acabado Allure con: Cuero y aluminio, asientos delanteros eléctricos, térmicos y con masaje, clima de tres zonas y grupo trasero independiente con seis salidas en el techo, puertas laterales automáticas, Head-Up Display, llantas de 17”, lunas traseras tintadas, faros de xenón, sensor trasero de aparcamiento y techo panorámico con luz ambiente.
Prueba con extra de carga
Generalmente hay pocas oportunidades de realizar una prueba de un vehículo de estas características para lo que ha nacido: el transporte de objetos o pasajeros. En este caso hemos solicitado el Peugeot Traveller con el fin de realizar un viaje y ciertos trayectos con un mínimo de seis personas y equipaje o de ocho sin equipaje. Hemos concluido que estas son las cifras más óptimas, pues ocho personas y su respectivo equipaje no es la mejor opción.
Dentro del apartado de la versatilidad, hay luces y sombras: la segunda fila y la tercera se desplazan longitudinalmente y los respaldos pueden quedar planos sobre las butacas de forma individual. Sin embargo, la banqueta está dividida en proporción 1/3 y 2/3, lo que significa, que si por ejemplo quisiéramos extraer del coche los asientos centrales (dejando una disposición 2-2-2), no podemos.
Lamentablemente este Traveller no permite que las butacas centrales puedan viajar en sentido opuesto a la marcha y manipular la butaca doble, por ejemplo para extraerla y dejar mucho espacio libre, ha de hacerse entre dos personas.
La fila central goza de algunas opciones de comodidad. Hay dos mesitas en los respaldos de los asientos frontales y una toma de 220V bajo el asiento del copiloto. El flujo del aire acondicionado o calefacción que sale por las seis toberas del techo sólo se puede manipular desde las plazas centrales a través de mandos giratorios.
Además, sólo puede abrirse la puerta lateral desde esta fila, a través de un botón o accionando el tirador. También hay varias tomas de corriente a lo largo del vehículo y hay una por fila, salvo en el frontal que hay dos (una está en la guantera).
Otras conexiones de las que dispone el coche son USB y AUX. Sin embargo, cargar el móvil de un pasajero a través del USB curiosamente desempareja el bluetooth de otro dispositivo y no podemos acceder a la música.
Es conveniente cargar en una de las tomas de corriente de 12 V o en la de 220 V. En cuanto a la ergonomía de los asientos es muy sencilla. Salvo las butacas frontales que tienen un apoyabrazos, los seis pasajeros restantes no tienen este lujo, lo que es menos agradable para el pasajero que viaje en los asientos centrales de la segunda y tercera fila.
Sin embargo, la amplitud y la simetría de las formas de los asientos garantizan una comodidad digna de admirar. Se me ocurren pocos turismos que, llenos, superen la comodidad de este Traveller. Una pequeña queja de los compañeros que se apuntaron a la experiencia fue que la música llegaba con menos fuerza a la tercera fila lo que me llevó a pensar que por primera vez un gran equipo de sonido marcaría una gran diferencia a nivel de confort.
Obviamente como pasajero la película es bien distinta que al volante. Para empezar porque vas en una posición tan elevada que las líneas de las carreteras parecen exageradamente estrechas. Eso significa que cualquier despiste te coloca directamente en un carril equivocado y, por supuesto, el centro de gravedad es tan alto que las reacciones son torpes respecto a las de cualquier turismo.
Conduciendo uno se tiene que habituar a anticipar tanto las frenadas como los cambios de dirección. No tanto los repechos en carretera porque afortunadamente estamos antes la propuesta más potente de la gama y es suficiente para mover la caja con completa soltura. El cambio puede hacerse de forma automática completamente o mediante levas en el volante. Además hay un botón que activa la función secuencial.
La dirección es blanda y baila un poco, propio de la carrocería pero nunca te da la sensación de pérdida de control. A decir verdad, en carretera estuve gratamente sorprendido porque no hay movimientos de volante donde las ruedas no reaccionen y la conducción es intuitiva y precisa dentro de lo que la caja admite.
A propósito, el coche dispone de cinco modos de conducción, que en realidad son tres. Hay uno que es el 'normal' y otro que es igual pero que desconecta el control de estabilidad. Los tres restantes tienen un enfoque para garantizar mayor tracción en nieve, tierra o barro, y pudimos circular por un camino lleno de hojas resbaladizas con bastante facilidad, aunque tampoco encontramos una gran diferencia entre los modos especiales pero para ello habría que realizar pruebas específicas en las tres situaciones.
Hay un Head-Up Display que se proyecta sobre una superficie acristalada retráctil. La posición es baja, pero al estar sentado de una forma tan vertical me parece que es muy visible dentro de lo que la ergonomía permite. Y un detalle que me preocupaba era el consumo porque según el ciclo de pruebas, es de entre 5,4 l/100km y 6,3 l/100km. Teniendo en cuenta la sobrecarga de seis personas y equipajes (si cada persona adicional pesara 75 kilos, y casa uno pesaba cerca de 90 kilos, serían 450 kilos sin equipaje). El coche pesa, en su mejor marca, 1.730 kilos, lo que supone un aumento del 25%, teniendo en cuenta un peso menor por ocupante y sin sus equipajes.
Cogiendo estas cifras, es fácil imaginar que una media de 8,5 l/100km en carretera nos parezca un dato excelente. Con el depósito lleno quizá no se llegue a recorrer 1.000 kilómetros, pero sí 800 y lo malo es que la autonomía baja de forma exponencial a medida que vamos acercándonos a la reserva; como la batería de muchos móviles para entendernos.
En las sucesivas paradas, los compañeros iban encontrando luces y sombras del Traveller y hay un detalle en el maletero positivo y otro que no lo es tanto. El primero es que la luz que se supone que alumbra el espacio de carga, es extraíble y se convierte en una práctica linterna.
La sombra viene porque el coche mide 1.940 mm de altura y el portón se abre de abajo a arriba, lo que impide su manejo cerca (o no tanto) de muros u otros coches en los garajes. Para cerrarlo hay que tirar de una cincha con fuerza, porque pesa. Una apertura lateral podría haber solucionado mejor la papeleta, aunque el punto positivo es que, una vez abierto el portón, proyecta una sombra extraordinaria, perfecta para resguardarse del sol o la lluvia.