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La épica historia del origen del nombre del Pontiac GTO

Pontiac lanzaba en 1964 una auténtica leyenda del motor estadounidense, el GTO, dando pie a la época dorada del motor de esa nación, la era de los muscle cars, de la que el GTO es considerado por muchos como el primero de todos. No obstante, el origen de su nombre es toda una leyenda y una de las mejores anécdotas del mundo del motor.

La épica historia del origen del nombre del Pontiac GTO

8 min. lectura

Publicado: 21/06/2016 08:00

Pontiac GTO de la primera generación.

Como ya vimos hace unos días, el Pontiac GTO es uno de los modelos de culto de la historia del motor norteamericana, uno de los protagonistas destacados de la llamada era dorada del motor estadounidense, la era de los muscle car, de la cual el GTO es considerado el primero por muchos especialistas, aunque décadas después continúa habiendo cierta controversia por este hecho, ya que para otros muchos, ya existieron en el mercado otros modelos que se ajustaban a las características de los muscle car, aunque no fue hasta el lanzamiento del GTO en 1964 que no se comenzó a acuñar esta denominación para denominar a este particular segmento del mercado, vehículos de 2 puertas y cuatro plazas de altísimo rendimiento mecánico, con un precio relativamente asequible para el consumidor medio.

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Una de las características más llamativas del GTO es precisamente su nombre, ya que esas siglas que evocan sin ningún lugar a dudas deportividad, proceden precisamente del Ferrari 250 GTO, considerado hoy día como el deportivo más caro y deseado del planeta y que era el Gran Turismo de referencia en el momento de la llegada al mercado del modelo de Pontiac.

La historia que hay tras el nombre del Pontiac es tan simple como increíble. El GTO debía nacer oficialmente como una simple versión del Pontiac Tempest regular, un paquete prestacional que el cliente podía escoger en el concesionario, esto era debido a la norma que desde General Motors impedía montar propulsores de alta cilindrada en vehículos de tamaño compacto, quedando reservados los V8 Big block para los modelos de tipo full size, como era el caso del Pontiac Catalina, pero no del Tempest, que era considerado en ese momento como un sedán compacto.

Portada e imagen del número de marzo de 1964 de la revista Car and Driver.

Lo que unido a la prohibición, también desde la matriz GM, de crear o apoyar oficialmente ningún tipo de iniciativa deportiva, derivaba en que el departamento de desarrollo de Pontiac, con John Z. DeLorean a la cabeza, decidieran enfocar sus esfuerzos en el desarrollo de un modelo deportivo, al que para otorgarle una imagen inequívocamente deportiva decidían bautizar con las siglas GTO, tomadas directamente del Ferrari, que en ese momento ya era la marca deportiva del momento, con victorias ininterrumpidas en las 24 Horas de Le Mans desde 1960 con diversos derivados de la serie 250, equipados estos con el motor V12 de 3.0 litros.

En aquella época parecían no existir los problemas de propiedad intelectual que tendríamos hoy día con una estrategia semejante, lo cual provocaba además una de las mejores anécdotas de la historia del periodismo del motor, puesto que a una entonces joven revista Car and Driver no se le ocurría otra cosa que lanzar en su portada de marzo de 1964 una comparativa entre el modesto Pontiac Tempest GTO de primera generación contra todo un Ferrari 250 GTO. Sugiriendo además, tanto en la portada como en el propio artículo en si, que la diferencia entre ambos modelos no era tanta, apareciendo de hecho en la portada como el Pontiac perseguía al rojo deportivo italiano.

De hecho, afirmaban en el propioartículo que el Ferrari 250 GTO no tenía nada que hacer contra elPontiac Tempest equipado con el performance pack GTO en una carrera de aceleración de cuarto de milla, añadiendo que aunqueel Ferrari pudiera resultar superior en una vuelta en circuito, si se le añadía la opción de suspensión deportiva al Pontiac, este podría vencer a cualquier Ferrari, incluido el propio 250 LM, versión de motor central del250 GTO que vencía en Le Mans al año siguiente, 1965. Sobra decir que una bravuconada de ese calibre ayudó a poner a la publicación en el mapa, creando tal polémica, que incluso celebraron el vigésimo aniversario del artículo.

Pontiac GTO vs. Ferrari 250 GTO en circuito.

La realidad era que jamás habían realizado la prueba comparativa, y como declararon veinte años después en un nuevo artículo, realmente se habían limitado a hacer una extensa prueba a dos ejemplares del Tempest, con los que realizaron unas 3.500 millas, a los que incluso probaron cronometro en mano en el Daytona Speedway.

En el nuevo artículo, uno de los documentos indispensables para cualquier aficionado al motor, los de Car and Driver, siendo ya los gigantes editoriales que soy hoy en día, recrearon finalmente la prueba que nunca tuvo lugar. Titulada GTO vs. GTO!, en la comparativa lograron reunir un Tempest GTO modelo 1964, primera generación, con un Ferrari 250 GTO, número de bastidor 5575GT, entonces propiedad de Bob Donner y que desde 1965 se encuentra en territorio americano.

Lo curioso, es que en ese artículo de 1984 la publicación revelaba que realmente la idea ni siquiera había sido de ellos, sino de una de las figuras más ligadas al modelo de Pontiac, Jim Wangers, que en 1964 trabajaba en el departamento de marketing de Pontiac. Este, se acercó a Car and Driver y les sugirió la posibilidad de realizar el artículo, de ahí que pudieran disponer de un par de ejemplares del modelo para realizar sus pruebas de largo recorrido.

Portada y artículo de 1984 de Car and Driver.

La prueba en si daba el resultado lógico y esperado. Con el piloto de Formula 1 Dan Gurney al volante de ambos modelosen circuito y empleando la quinta rueda, un elemento hoy en desuso pero que a principios de los ochenta era tecnología punta, el Ferrari batía al gigantesco sedán deportivo americano en todas las pruebas, tanto de velocidad como de aceleración o frenada.

Restaurando el honor del Ferrari que Pontiac robaba a principios de los sesenta con la ayuda de Car and Driver, lo que sin ningún lugar a dudas había sido vital para asentar el mito del Pontiac GTO, el primer muscle car de la historia.

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