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China sigue cuesta abajo, otra advertencia más de la que se avecina

Las burbujas acaban reventando, aunque se cierren los ojos para no verlo. Los fabricantes han apostado muy fuerte por el mercado chino por su elevada rentabilidad, pero la gallina de los huevos de oro va mostrando signos de agotamiento evidente

7 min. lectura

Publicado: 15/07/2015 17:00

Fotografía: Wilf (Flickr) CC BY SA

Esta imagen ilustra un concepto muy simple: todo lo que sube, acaba bajando. Es lo que está pasando con el dragón chino, que sigue emitiendo advertencias al mundo acerca del fin de su "crecimiento infinito" y que va a pillar con el paso cambiado a más de un economista negacionista. En mi caso, lo tengo claro, es una burbuja económica de libro.

El ritmo al que se venden los coches es un estupendo indicador de cómo van las cosas en la economía de un país. La patronal de los concesionarios chinos ha vuelto a recortar la previsión de crecimiento para 2015, bajando del 8% al 3%, y seguirán siendo casi 25 millones de coches y VI ligeros. Aparentemente, no pasa nada, más de uno seguro que lo piensa.

En un artículo anterior vimos cómo el beneficio que viene del mercado chino es una parte importantísima de las cuentas de resultados de los grandes fabricantes. Para Volkswagen dependió de China el 46% de sus ganancias, el 34% de Audi y Citroën, el 28% de Land Rover... No solo es por el volumen, es que había gran rentabilidad (más del 10%) porque no era necesario ofrecer descuentos, es lo que tiene la alta demanda, eso se aprende en primero de economía.

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Índice bursátil de Shangái (SHCOMP:IND) durante los últimos cinco años

Sin ser expertos en economía, ¿qué podemos ver en esta imagen? Pues un mercado bursátil aparentemente estable durante años, que empieza a crecer con fuerza desde finales de 2014, y que ha tocado techo el 12 de junio con 5.166,35 puntos. Hoy la apertura del mercado ha sido a 3.874,97 puntos, podéis verlo en Bloomberg, algunos expertos hablan de "caída libre", otros de "salto base".

Ya se ofrecían descuentos antes de este pinchazo bursátil

Ese pinchazo ya se está notando en la afluencia de clientes de marcas Premium en China, baja el tráfico de exposición, bajan las ventas, y los comerciales se ven obligados a ofrecer descuentos a los clientes -bajando ganancias- y a pedir menos coches a las fábricas para ir aliviando sus stocks. El género no está colocándose tan bien últimamente, algunas concesiones hablan de un 30% menos de afluencia respecto a la misma altura de 2014.

Cuando la bolsa cae, aunque algunos ganan dinero (apostando contra el mercado), lo normal es que los bolsillos de algunos se vacíen, y otros se cierren la cremallera por lo que pueda pasar. La economía china no podía crecer de forma indefinida, y menos aún al ritmo que lo estaba haciendo. El Gobierno está haciendo lo que puede con tal de pinchar la burbuja con delicadeza, pero lo más seguro es que no les salga bien.

¿En qué nos afecta lo que pase al otro lado del mundo?

Para los fabricantes que tengan una exposición baja al mercado chino, el problema no parece muy grave. Los que peor lo tienen son los que dependen de ese mercado para que salgan sus cuentas. Si el mercado empieza a retroceder y se reducen márgenes, las ganancias van a verse seriamente afectadas. Y esas ganancias financian las monstruosas inversiones en i+D que son necesarias para los coches modernos.

Hace muy pocos años, y aún está reciente el tema, los tres principales fabricantes de Estados Unidos estuvieron a punto de irse a la quiebra por el pinchazo de la burbuja crediticia: General Motors, Ford y Chrysler. Dos de ellos necesitaron la inyección de varias decenas de millones de dólares del "tío Sam" para evitar un colapso brutal en el sector productivo de ese país. Si esos fabricantes, que dominaron el mundo con puño de hierro, pueden caer, no os digo nada de los que son más pequeños.

De momento en China vemos una evidente desaceleración, no podemos hablar aún de una crisis como tal, pero antes de una crisis siempre hay avisos. Se pueden ignorar o se puede hacer algo al respecto. Prácticamente todos los fabricantes generalistas y Premium han apostado fuertemente por China a la vista de su rentabilidad y su volumen. Hasta Rolls-Royce depende mucho de lo que pase en ese país, y los coches se siguen fabricando en el mismo lugar.

Los que más miedo han de tener son aquellos con mayor exposición a la gallina china de los huevos de oro, en cambio, los que mejor tienen diversificado su negocio, están algo más tranquilos. Lamentablemente las consecuencias de un más que posible crac bursátil chino puede contagiar a muchos sectores de la economía aparentemente inconexos, y llegar al mercado de proveedores incluso.

Pero, sin duda, lo peor que puede pasar es que el consumidor coja asustado su dinero y deje de gastar (pueda o no). La incertidumbre económica trae aparejado eso, el miedo, y para la sociedad de consumo el miedo es como un cáncer descontrolado. Los fabricantes deberían empezar a hacer previsiones de ventas mucho más conservadores, y prepararse para un aterrizaje forzoso a corto o medio plazo.

China se ha convertido en un país prácticamente desarrollado a velocidad absurda, y no va a dejar de serlo. Ahora bien, un país desarrollado tiene un mercado estable, no crece de esa forma, así que sí o sí, en China tendrán que ajustar precios y tener márgenes de venta similares a los de Estados Unidos, Japón o la Unión Europea. Y, en resumen, vivir de la estabilidad, no de una economía burbujeante.

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