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¿Por qué se arrepienten algunos de comprar coches eléctricos y vuelven a la combustión?

Si bien la inmensa mayoría de los usuarios de coches eléctricos no volverían jamás a pisar una gasolinera para repostar petróleo destinado, hay que entende qué lleva a una minoría -varía según mercados- a arrepentirse de su compra y volver a la combustión interna.

¿Por qué se arrepienten algunos de comprar coches eléctricos y vuelven a la combustión?
Tesla Model X necesitado de grúa - Electric Cars (Facebook)

7 min. lectura

Publicado: 30/08/2023 23:00

El grado de satisfacción de los conductores de coches eléctricos es de los más altos de la industria, y normalmente, el que compra uno, se comprará otro después. No obstante, hay que analizar las razones que llevan a dar un paso atrás, y volver a usar combustión interna -lo cual incluye a los híbridos-.

Entre las razones que llevan a dicha decisión puede haber más de las comentadas, pero son las que he encontrado más importantes. Es de esperar que, según vayan mejorando las características de los coches eléctricos -y eso es apreciable año tras año-, el porcentaje de arrepentidos baje respecto a niveles actuales.

1) Mala experiencia en general

Una mala compra le agua la fiesta a cualquiera, utilice la fuente de energía que utilice. Usar un coche eléctrico implica cambiar el chip en varios aspectos, y hasta conlleva cambios de hábitos a los que no todos se acaban acostumbrando. Los primeros modelos presentaban más pegas que los actuales, sobre todo en gama baja y media.

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Por ejemplo, el disfrutar de una autonomía notablemente inferior en climas muy fríos o muy calientes, o tener que bajar el ritmo de conducción en autovía, puede ser frustrante. Sobre todo si combinamos esto con una potencia de recarga baja, bien porque el coche no admita más, o por usar cargadores de baja potencia en un momento de gran necesidad. Tampoco ayuda sufrir un fallo endémico en motores, transmisión, software, etc.

2) Problemas con la red de recarga

La infraestructura de recarga dista de ser perfecta, y tanto cargadores públicos como privados pueden tener problemas o que haya barreras para su uso, como no tener la aplicación o tarjeta RFID correcta para su desbloquearlos. En el caso de algunos puntos de recarga en los primeros años, su mantenimiento acabó siendo pésimo y algunos hasta acabaron desapareciendo.

Comprar un eléctrico sin tener un punto de recarga propio o suficientemente rápido puede significar haberse equivocado de compra

Otros problemas con la red de recarga pueden ser el coste de cargar a alta velocidad -que a veces no es competitivo contra usar un gasolina o un diésel-, no tanto que haya colas o que el proceso de carga falle de forma sistemática. Fuera de las grandes ciudades y rutas principales la cobertura puede ser insuficiente y provocar más insatisfacción.

3) Degradación de baterías o fin de vida útil

A lo largo de la vida útil del coche, las baterías pueden experimentar tal degradación que perjudiquen a la función. Pasado el periodo de garantía, y habiendo perdido autonomía, algunos conductores comprueban con frustración que el recambio es prohibitivo, e incluso que ni siquiera existe. Toca encomendarse a reparadores independientes e incluso a un desguace.

La degradación no es lineal, más rápida antes de 100.000 km, después se estabiliza

De momento los datos nos dicen que lo habitual es que la vida útil de las baterías sea superior a la del propio vehículo, aunque esto va por barrios y hay coches con más degradación que otros con kilometrajes elevados (y no tan elevados), llegando a presupuestos absurdos e inasumibles por un particular. Súmese a lo anterior un servicio al cliente pésimo y pocas ganas de mantenerle fiel.

4) La autonomía, ante todo

Algunos conductores consideran que necesitan una autonomía igual o superior a la de un modelo de combustión, aunque el coste por kilómetro sea mucho más elevado. Los modelos que permiten recorrer más de 400-500 km «reales» en autovía no tienen precios precisamente asequibles, cada 100 km de autonomía extra sale muy caro.

Una solución parcial es pasarse a un híbrido enchufable, que en el día a día puede tener una autonomía suficiente con baterías, y en el caso de necesitar ir lejos, solo tocará repostar. En modelos muy concretos habrá que parar con la misma frecuencia que con una moto, por el depósito pequeño, pero la «recarga» decididamente es más rápida. Ídem para los híbridos no enchufables, la autonomía no es una de sus carencias.

5) Necesidad de mayor polivalencia

No siempre es fácil tener un vehículo que cumpla todas las necesidades, así que solemos conformarnos con los que satisfacen la mayoría de ellas. Con un eléctrico, esto puede ser un salto extra en dificultad, sobre todo con un presupuesto bajo, tanto en usados como en nuevos. Una necesidad sobrevenida de polivalencia puede provocar arrepentimientos.

Por ejemplo, no hay muchas opciones de más de cinco plazas o para aplicaciones muy concretas, como la conducción todoterreno (no todocamino). En ese sentido, hay más facilidad de encontrar el modelo adecuado si es de combustión interna, incluso en modelos con años encima. Si nos salimos de compactos, berlinas y SUV de gran venta, las opciones se reducen bastante.

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