Prueba Maserati GranTurismo Trofeo, fuerte renacer para un GT de sensaciones
El GranTurismo de Maserati representa a la perfección la pura esencia de un GT. Un coche que ofrece altas prestaciones a la vez que levanta pasiones a su paso. En esta ocasión probamos su versión más radical, el Trofeo.
Cuando te dicen que vas a poder conducir un Maserati se despiertan en ti todos los instintos y alarmas. ¿Merecerá la pena? ¿Será lo suficientemente rápido? ¿Será peligroso? ¿Cómo será? Dudas existenciales a las que vamos a tratar de dar respuesta en esta prueba especial del Maserati GranTurismo Trofeo. Se trata de la versión de gasolina más potente y extrema de la familia. Un coche que de primeras ya plantea un problema serio, su precio. Desde 253.000 euros. Mucha cifra si tenemos en cuenta a otros rivales del segmento.
Maserati está en pleno proceso de cambio. La integración en la órbita del Grupo Stellantis ha dado a la marca italiana un soplo de aire fresco. Tras pasar unos años complicados afronta el futuro con nuevas esperanzas y con una gama completamente actualizada. La llegada de los SUV, el Maserati Levante y el Maserati Grecale, anima a disparar las ventas, pero son sus modelos más clásicos los que han dado forma y nombre a la casa del tridente, los que logran despertar la curiosidad de los más apasionados. El GranTurismo ha sido durante mucho tiempo la joya de la corona. Aunque parte de ese trono hoy lo cede al impresionante Maserati MC20.
Cuando en 2007 los italianos lanzaron al mundo la primera generación del GranTurismo, quería rendir un más que merecido homenaje a unas siglas muy utilizadas en la firma. Los GT han sido para los de Módena toda una inspiración. Su largo historial de éxitos en carreras como la Mille Miglia ha alimentado durante años el sueño de los grandes deportivos con los que recorrer Europa a tanta velocidad como confort. Todo ello rodeado de la pasión italiana más pura fabricada en acero, aluminio y carbono. La estética juega un papel fundamental en toda esta historia.
Todos tenemos grabado a fuego un Maserati, en mi caso el excepcional MC12, menuda bestia aquella. Sea cual sea ese modelo, independientemente del soñador, tendrá algo de especial, su diseño. Los italianos son únicos y excepcionales a la hora de crear sus coches más únicos y deportivos. La zona de Módena ha dado a luz creaciones espectaculares que han trascendido los límites de la carretera y han pasado a figurar en los libros de historia del diseño. Esa esencia pura y sencilla se reinterpreta hoy en un deportivo de cuatro plazas y casi cinco metros de largo que enamora al primer golpe de vista.
Puede que la configuración de la unidad de pruebas no sea la más atractiva de todas, pero a pesar de ese gris oscuro, destaca entre el tráfico. Tan llamativo como sencillo. Gracias a que no hay acentuadas líneas de tensión sabes que el diseño va a envejecer perfectamente. Hecho para perdurar. Su línea afilada, su largo capó y sus perfectas proporciones son excepcionales. El coche está diseñado para simular velocidad incluso desde parado. Su afilado morro, con la clásica parrilla al frente y su trasera recortada se acentúan con una postura inclinada gracias al diferente tamaño de llanta. 21 pulgadas en el eje trasero y 20 pulgadas en el delantero. Es el conjunto lo que llama la atención, no las individualidades.
Como era de esperar en una casa de este enfoque exclusivo y lujoso, Maserati pone a disposición de sus clientes un completo abanico de personalización y detallado. Cada unidad será diferente, adaptada y configurada al gusto de su particular dueño. Cuatro opciones de llantas, ocho colores diferentes para los calibradores de los frenos y 27 tonalidades para la carrocería. Algunas de ellas valen más que un coche generalista corriente. Los fuoriserie colors pueden llegar a costar hasta 37.000 euros. Una auténtica locura que muchos de sus clientes apreciarán. No me cabe duda.
Esa misma atención al detalle la encontramos en el interior. Ahora sí se puede decir que los estándares de calidad de Maserati se corresponden con una marca de lujo como siempre ha asegurado ser. Stellantis ha reforzado ese posicionamiento y en Italia han aprendido que el alto precio debe corresponderse con un habitáculo meticulosamente ejecutado. No sólo lo digo por materiales, también por ajustes. Todo está perfectamente encajado, nada chirría ni nada desentona y por supuesto todo está recubierto en cuero de alta calidad. Nada de esto podían decir algunos de los antiguos modelos de la casa, ni siquiera el predecesor de este Maserati GranTurismo.
La nueva era de los de Módena ha llegado acompañada de un considerable incremento en la tecnología. Ahí sí que han sabido aprovecharse del conglomerado francés. La digitalización alcanza a los italianos y estos nos la ofrecen con tres pantallas de alta calidad. Instrumentación, sistema multimedia y climatización. Todo perfectamente presentado, aunque se deja ver la virginidad de los ingenieros italianos en tales vicisitudes. Todo está desperdigado, hay poca lógica en los menús y en las funciones y cuesta encontrar dónde están las cosas. Podríamos decir que no es el mejor sistema multimedia del mundo.
Da rabia porque al fin y al cabo hay mucho de lo que sacar provecho. El GranTurismo cuenta con muchos elementos de confort como la cámara trasera de aparcamiento, el climatizador bizona, los faros matriciales de LED, la conectividad para dispositivos multimedia, asientos eléctricos y climatizados, Head-Up Display, acceso y arranque sin llave... Es decir, toda una colección de sistemas que hacen la vida a bordo y el día a día mucho más cómodos y sencillos. Gracias a todos esos recursos, el Maserati GranTurismo ya no es un coche que sólo se disfruta a alta velocidad los fines de semana, ahora también ha ganado muchos puntos para convertirse en un coche del día a día. Como lo estás leyendo.
Como mandan los cánones de cada actualización, el GranTurismo ha incrementado sus cotas con respecto a la generación anterior. Roza los cinco metros de largo, no es pequeño, pero ese volumen extra ha permitido ampliar el espacio interior. Estamos ante un 2+2 clásico, puro, con una cabina retrasada y una parte posterior muy corta. A pesar de ello, y hay que reconocerles el mérito, los italianos se las han apañado para sacar dos plazas traseras funcionales incluso para adultos. La talla máxima es de 1,75 metros, pero se puede viajar ahí detrás sin morir en el intento. Los 310 litros de maletero tampoco están mal. Suficientes para unas maletas de fin de semana o para unas cuantas bolsas de la compra.
Pero vayamos a la cuestión principal de esta prueba, el motor. Maserati abandona el V8 de origen Ferrari y pasa a montar el bloque Nettuno. Se trata de un propulsor V6 biturbo de tres litros de cilindrada y fabricado en aluminio que utiliza un sistema patentado de combustión en la precámara con doble bujía. En la ficha técnica anuncia un rendimiento de 557 caballos de potencia y 650 Nm de par motor. La potencia ya no es todoatrás, sino que un sistema de tracción total reparte la fuerza mediante la gestión de un cambio automático de convertidor de par con ocho velocidades. ¿Decepcionado?
Al volante del Maserati GranTurismo Trofeo
Sí, reconozco que la desaparición del V8 ha sido un jarro de agua fría para muchos conductores de todo el mundo, pero te advierto que el nuevo GranTurismo es bastante más rápido que su predecesor. En su versión Trofeo, el deportivo italiano se lanza como un animal de 0 a 100 kilómetros por hora en apenas 3,5 segundos, 1,2 segundos más rápido que el modelo anterior. La velocidad punta también asciende hasta el límite de los 320 km/h, mientras que la generación pasada debía 'conformarse' con apenas 301 km/h de velocidad máxima.
Le faltarán dos cilindros, pero lo que no le falta es ni un ápice de pasión. El bloque Nettuno empuja como alma que lleva al diablo, mucho más de lo que me esperaba, en realidad. Es capaz de alcanzar velocidades de escándalo en un abrir y cerrar de ojos. El feeling es tal que parece extraer más caballaje del que realmente anuncia. Basta con pisar más el acelerador o bajar un par de marchas con las enormes levas tras el volante para salir disparado hacia delante. El empuje es tan fascinante como adictivo. Cuesta no repetir una y otra vez. Hay coches más rápidos y potentes en el mercado, no lo niego, pero hay veces en las que las cifras no cuentan toda la historia.
El GranTurismo es un coche de sensaciones. Su equilibrio es lo que realmente me ha conquistado. Es rápido como una centella, pero también es extraordinariamente cómodo. Su suspensión neumática hace un trabajo fenomenal. Hay varios programas de conducción: Confort, GT, Sport y Corsa. En cada uno de ellos la respuesta se va tensando, pero ni siquiera en el formato más agresivo resulta especialmente incómodo o resulta excesivamente blando para una conducción más alegre. También se puede decir que el coche ha ganado enteros en el día a día gracias a una muy buena visibilidad, excepto en el tercio trasero derecho, y a un morro capaz de elevarse ante la aparición de un badén o de un ángulo complicado.
Es civilizado la mayor parte del tiempo, casi todo el tiempo de hecho. Una de las dudas que he lanzado al principio de esta prueba es si sería peligroso, pero nada más lejos de la realidad. Por su configuración y potencia uno bien podría esperar un comportamiento inestable, delicado o agresivo, pero una vez más el GranTurismo vuelve a sorprender por su equilibrio. En un tramo de curvas, con los modos más deportivos activados, entrega un gran derroche de sensaciones al conductor y a los ocupantes. Es un coche que se disfruta tanto en el día a día como en una carretera revirada. En ambos escenarios se siente muy a gusto.
No es algo sencillo de conseguir, pero se ha hecho. En todo momento muestra un comportamiento dócil y bastante predictivo. No pierde la compostura rápidamente y si lo hace es muy controlable. En el modo Corsa los asistentes se desconectan y dejan al conductor a merced de la mecánica y de los elementos. Es ahí donde sale a flote el gran chasis y la excelente puesta a punto. El eje trasero empieza a animarse y es fácilmente controlable, basta un sutil giro de volante para corregir la posición. La dirección actúa de eje comunicador entre las ruedas y el conductor. Transmite mucho, con el peso perfecto y sin ninguna crítica que extraer.
Algo parecido pasa con la caja de cambios. En una conducción tranquila las transiciones son suaves, estables y casi imperceptibles. Cuando elevamos el ritmo y activamos el modo manual el coche se percata de que queremos más contundencia. Las revoluciones se estiran y aparecen pequeñas sacudidas con cada paso de marcha. Lo único que no me gusta de la caja es que se opera mediante botones. Una solución que podría estar bien para un compacto eléctrico o para un coche de precio razonable, pero no me parece la mejor idea para un coche de este tipo. Yo quiero una palanca a la que abrazar con mi mano para sentirme más poderoso si cabe.
Cuesta encontrarle pegas al Maserati GranTurismo Trofeo. Si bien el consumo no es algo que importe mucho a los clientes tipo de la marca italiana, es algo que sí que me ha llamado la atención durante los cientos de kilómetros recorridos con el GranTurismo. La media de consumo se ha quedado por encima de los 15 litros. Un dato muy alto si tenemos en cuenta la instalación de un bloque V6 biturbo bajo el capó. La autonomía es muy limitada y eso le resta usabilidad en los viajes más largos y en el día a día donde la media puede subir aún más si nos enfrentamos a un atasco.
Conclusiones
Si tenemos en cuenta lo que Maserati ha hecho con el GranTurismo, la nueva etapa de la casa italiana es prometedora. No se puede negar que el GranTurismo es mejor coche ahora de lo que jamás ha sido. Ahora sí puede plantar cara a otros superdeportivos de la categoría, la mayoría de ellos alemanes, pero si hay algo que sigue sin gustarme es su precio. Es muchísimo dinero, tanto que no veo forma de justificarlo. Sí, vale que es un coche excelente, pero si tenemos en cuenta lo que hay por ahí, no se yo si va a tener el éxito que Maserati aspira a tener.