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Virutas F1Camareros a la parrilla (2)

Puede que el camarero más rápido de todos los tiempos haya sido Kamui Kobayashi. Antes de correr para Toyota, Sauber y Caterham, ayudaba a servir las mesas en el restaurante de sus padres en Amagasaki, pero una vez le atraparon… fuera de las pistas.

Camareros a la parrilla (2)
Gino Rosato, junto a Carlos Sainz.

11 min. lectura

Publicado: 22/04/2023 13:00

El ganador de las 24 Horas de Le Mans de 2021 fue siempre un piloto rápido; solía encontrar huecos por los que colarse donde otros no veían más que el alerón trasero de un coche algo más lento. Ello no evitó que le pillasen en el aeropuerto de Narita con dos jamones metidos en su maleta.

La cara de extrañeza de los agentes de aduanas solo es comparable con la de cualquier hijo de vecino pensando en qué puñetas vieron por los escáneres los de seguridad a su salida de España. Bueno, y lo que tuvo que sudar ese hombre tirando no de uno sino de dos Cinco Jotas.

«Si Alonso va a andar por aquí, vendrán amigos, patrocinadores, familiares…»

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El que no parece haber tenido problemas con las aduanas, pero si con el equipo en el que más tiempo ha durado, fue otro de los camareros más populares del paddock: Gino Rosato. El joven no era un gran estudiante, y trabajaba fregando platos en el céntrico hotel Delta cuando se celebró el Gran Premio de Canada de 1991. La Scuderia Ferrari se alojó en el establecimiento, y en el paddock surgió un problema. Un cocinero del ejército rojo había tenido un accidente en la cocina del hospitality, se quemó de cierta gravedad, y necesitaban ayuda.

El gerente del establecimiento preguntó que si había alguno que hablase italiano entre los presentes… y Gino levantó la mano. Así que nuestro hombre se coló en el paddock de rondón, y a partir de ese momento la Scuderia le eligió como chico de los mandaos. Transportaba a gente en un coche, les manejaba por la ciudad, hacía recados o les llevaba provisiones para la cocina.

De madre quebequesa y padre italiano, Rosato hablaba tres idiomas: francés, inglés e italiano, así que hizo de traductor para el equipo. Al año siguiente, se acordaron de él, y le llamaron para echar un cable. Le fue tan bien que el responsable del área le preguntó que si quería hacer otros Grandes Premios. Nadie más hablaba tantos idiomas, así que ese segundo año hizo seis carreras más. El padre se pilló un buen cabreo con la marcha de su chico por el mundo, porque podía interferir con los estudios… pero todo cambió en 1993.

Gino Rosato, durante la época de Jean Todt al frente de Ferrari.

A petición del promotor local, recogió en el aeropuerto a un invitado de Peugeot, un tal Jean Todt. El galo pisó la ciudad para asistir a la carrera de soporte de los GT. Rosato le hizo de chofer, y un mes más tarde, Todt fue nombrado jefe de la Scuderia. De manera inmediata Gino, que conservaba la tarjeta de visita de aquel tipo francés, hizo una audaz jugada y le llamó. El flamante capo de Ferrari no dudó y lo acogió en su seno.

En los inicios de la década pasada, Gino se hizo muy popular en España, porque en las carreras era el que siempre sujetaba la bandera española en las celebraciones del muro cuando Fernando Alonso pasaba por meta. La primera sonrisa que la cámara captaba cuando el Ferrari del asturiano ganaba era la suya. Aunque su rojiza perilla ya se había hecho universal cuando se abrazaba a la familia de Felipe Massa aquel 2 de noviembre de 2008. Massa padre, su hermano Dudu, y Rosato se abrazaban saltando al celebrar que el piloto brasileño fue Campeón del Mundo durante media vuelta mal contada. Desde entonces el meme acompaña a cualquier chasco globalizado como ejemplo de tirar cohetes antes de tiempo.

Ha vestido de rojo durante casi tres décadas, excepto los años en los que salió para convertirse en vicepresidente de asuntos corporativos de la marca Lotus. Después de ese periodo, de 2009 a 2014, retornó cuál hijo pródigo. De la misma manera, ha festejado casi la mitad de las victorias de la Scuderia en toda su historia. Llegó cuando la Scuderia acumulaba un centenar de triunfos, y esa cifra pasó a ser más del doble hace ya mucho. Durante su estancia en Maranello ha celebrado seis títulos de pilotos, y ocho de constructores. También ha hecho muchos amigos… y casi familia: es el padrino de bautizo de Robin Raikkonen, que ya anda zumbando por ahí con casco, guantes, y un kart.

La llegada de Frederic Vasseur a Ferrari parece haber marcado su destino, porque hasta su aterrizaje en Maranello nunca pareció haber problema alguno. Nuestro ex camarero cayó en desgracia, y fue defenestrado en el paquete de cambios más reciente del equipo encarnado. El origen de su salida fue señalado por varios medios. Se dice que durante el cambio de poder, esto es, la marcha de Mattia Binotto y la llegada de Frederic Vasseur, ha habido más filtraciones de las que se pueden soportar. La aparición de detalles contractuales del ingeniero Enrico Cardile en varios medios de comunicación parece que fue la gota que colmó el vaso para que Rosato engrose las cifras del desempleo.

Hay quien piensa que una reconducción al redil tampoco hubiera servido de mucho porque su papel reciente tampoco quedaba demasiado claro. Pasó el tiempo en que llevaba la logística, o la seguridad y servicios personales a Michael Schumacher, o de asistente de Jean Todt. Definido en fechas recientes como responsable de relaciones públicas, en realidad se le veía poco en compañía del equipo de comunicación y marketing, así que parecía ser un puesto ‘amortizable’. Se cree que puede reaparecer en Aston Martin, donde su figura sería bienvenida.

Mientras eso ocurre o no, con toda probabilidad irá a perderse a Fallo, un pueblo de los Abruzzos italianos de donde es originaria su familia. Puede que te lo encuentres si entras en el bar Il Massimo, o comiendo en Da Filandro o Le Rondini si te paseas por allí. Si esto ha marcado su final, los primeros años de Gino en Ferrari no fueron fáciles. Aunque era de origen italiano, le veían como a un forastero, un canadiense. Y no de Canadá sino de España, y por lo tanto también extranjero, era aquel camarero que a finales de 2006 fichó McLaren por una razón parecida.

Gino Rosato celebra el Mundial 2008 con la familia de Felipe Massa... hasta que les sacan de su error.

Un representante de la escudería de Woking visitó nuestra piel de toro y le agradó el trato recibido en un establecimiento de su ruta. Hizo cálculos, y en previsión de una necesidad venidera, casi de manera automática le fichó para el equipo. La finalidad última no era otra que la de atender debidamente a la familia de Fernando Alonso en sus más que seguras visitas durante su estadía en los tres años de contrato que firmó. «Si Alonso va a andar por aquí, vendrán amigos, patrocinadores, familiares…». El problema para aquel empleado no fueron filtraciones, sino que llegó con el incidente entre Lewis y Fernando en Mónaco 2007.

La política interna de McLaren impidió al británico atacar a su compañero, y ahí empezaron las hostilidades a nivel interno. El tema fue a más, y los acompañantes de Alonso huyeron del hospitality con su frialdad general y palpable tensión, para irse a ver las carreras al de Renault. A partir de entonces la vida de aquel camarero fue mucho más tranquila… pero carente de sentido, hablando español con nadie que le pidiera cocacolas zero o sin zerar en su propio idioma. Otro puesto amortizable.

Muchos jóvenes aventureros y ambiciosos desean irse a trabajar a la Formula 1, estar cerca y tocar lo que otros tan solo ven por la televisión. Pues han de saber que poniendo platos sobre mesas, atendiendo gente, y entrando y saliendo de cocinas, también se ganan mundiales. Toma nota si quieres un asiento de primera fila para vivir lo que muy pocas actividades profesionales te brindan. Ya sabes, a veces a los camareros, también se les da un sitio en la mesa.

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