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Virutas F1El otro Mundial

Desde que comenzó la temporada de Fórmula 1 se habla del porposing, esa maldición que padecen los monoplazas y que están jorobando los organismos de sus empleados más ilustres. Pero no es lo que está mandado más personal de la F1 al hospital. De eso se encarga el otro mundial.

El otro Mundial

14 min. lectura

Publicado: 04/10/2022 16:30

Poca gente lo sabe, pero hay otro campeonato dentro del mundial que ya conoces. En este otro calendario no hay fibras de ningún carbono. Ni túneles de viento. No hay pitstops en lucha contra el reloj, ni estrategias. No hay himnos, banderas, ni tampoco altos mandatarios en la grada presidencial, al estilo de las carreras de la antigua Roma. Hay otras cosas. Hay desollones, contracturas, esguinces, lesiones musculares, y hasta visitas al dentista para reponer piezas perdidas… Y es que dentro de la F1 se disputa del único Mundial de Fútbol entre Equipos de Fórmula 1 que se celebra en todo el universo.

Existe un sesudo estudio que apunta a que en la Inglaterra de su majestad Carlos III el 70 % de la gente que ve fútbol, ve carreras de Fórmula 1. Lo que no dice ese estudio es cuántos de los que practican la Fórmula 1 —un deporte que también practican los que no son pilotos— hacen lo propio con el noble deporte del balompié, pero igual sí que podemos hacer un cálculo aproximativo. Hablamos de una cifra que roza el centenar de ‘federados’. Al menos esos son los que participan cada año y desde 2011 en la autodenominada Pirelli Cup, sin que el fabricante de neumáticos tenga nada que ver. El de los neumáticos ni patrocina, ni pone sus logotipos, ni realiza aportación alguna; puede que hasta desconozca la existencia de este acontecimiento deportivo. En boca de algunos de sus participantes, ingenieros en su gran mayoría, «es una especie de homenaje al proveedor que tan malas tardes nos hace pasar, (risas)».

Los miembros de la Fórmula 1 organizan sus propios campeonatos para desconectar de las cuatro ruedas.

En el magno evento este año, celebrado el sábado 17 de septiembre, han tenido suerte porque el número de participantes ha sido un número par. Tener ocho candidatos al título ha facilitado su sorteo y las distintas combinaciones, que tienen su dificultad. Esta temporada han sido ocho las selecciones enfrentadas en representación de seis formaciones británicas de F1 más el equipo que conforman los empleados de Honda/Red Bull Powertrains, y el de motores de Mercedes. Por su parte el combinado de Aston Martin no se ha inscrito, Ferrari no remite desde Maranello a su gente, ni tampoco la gente de Sauber, que les pilla a desamano en Suiza.

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Aunque no te lo creas, todas las selecciones se lo toman muy en serio, y el índice de competitividad lleva un poco al límite a los jugadores. Este año no ha estado mal en el plano reglamentario, pero en otras ediciones algunos encuentros se han tenido hasta que parar. Los meros improperios y palabras quedaron atrás para que se adueñasen del terreno de juego los empujones, agarrones de camisetas, cargas indebidas, goles metidos con las manos, codazos y patadas de orden mayor. El año pasado a un ingeniero de Renault se le escapó un codo hacia la boca de un tipo de Williams, y este acabó en el dentista con el medio diente perdido en la mano.

Esa fue solo una de las consecuencias del lance; el agresor sufrió un aparatoso corte del que manaba abundante sangre. Al parecer lo que quedó del diente del agredido rasgó su piel y de ahí, varios puntos de sutura. De manera milagrosa, el del diente encontró tirado en el suelo la mitad de su perdido incisivo, lo echó dentro de una botella de Gatorade, y al día siguiente acudió al estomatólogo a que lo devolviera a su posición primigenia. «¿Y qué iba a hacer? Íbamos empatados y esto había que remontarlo», afirma desafiante el propietario del medio piño. Hasta 2021 era el integrante de una tercera formación el encargado de poner orden ejerciendo de árbitro, pero en realidad, árbitro no era, ni tampoco tenía experiencia. Debido a su falta de práctica y la competitividad propia de la furia con que se desempeñan, todo se transformaba en excesos sobre el césped.

«No se juega más al fútbol, y menos contra esos»

Viendo que el pacto de caballeros saltaba por los aires, tomaron una determinación: poner árbitros más experimentados. De esa manera este año han echado mano de jueces contratados —y no son baratos— a la federación británica del futbolismo, y con esto el tema parece más controlado. Según los participantes, «en la Fórmula 1 crees que ya estás en la élite de la élite, pero siempre te sorprende saber que hay un escalón más allá. Hace años acudían los ingenieros senior y hasta algún piloto. Sin embargo de un tiempo a esta parte los pilotos tienen prohibido hacer casi todo, y ya no vienen a estas cosas».

Los corredores tienen en sus contratos fuertes restricciones a la hora de realizar actividades que pudieran afectar, por accidente, a su integridad física. La panoplia de diversiones proscritas es diversa, pero en esencia nada de motos, deportes de riesgo, escaladas por montañas, paracaidismo, viajes no controlados y cosas así. Nadie quiere que ocurra lo acaecido a Fernando Alonso a semanas de iniciar la temporada 2021. Poca o ninguna gracia tuvo aquel accidente de bicicleta que le costó casi un mes de dique seco. Bicicleta si, pero de carretera nada; de paseo o montaña y con mucho cuidado, parece ser una orden bastante extendida.

Más aún cuando en el departamento de recursos humanos se enteraron de que en un encuentro de hace no mucho alguna pierna acabó escayolada. «No se juega más al fútbol, y menos contra esos». ‘Esos’ son Williams, y es que parece ser que la rivalidad entre Renault y Williams, Williams y Renault, va un poco más allá de lo razonable. En alguna ocasión se ha tenido que detener algún partido debido a los excesos, que estaban acabando ya en lesiones serias y posteriores visitas al hospital. A cuenta de ello, la organización se esfuerza en que este emparejamiento no ocurra, por si las moscas. De hecho, ambas formaciones rehuyen los partidos amistosos previos a la fase final de este campeonato.

El campo de Moulton College sirve de sede para el campeonato.

Este año lo ha organizado Mercedes, y aunque cada edición suele buscar una sede distinta, la fase final se ha disputado en Northampton, en las instalaciones del Moulton College. No es el estadio de Wembley, pero les sirve. Los que peor lo llevan son los de McLaren, campeones en 2019. Para ellos, y basados muy al sur, les pilla más lejos que al resto y van a regañadientes, pero todo sea por defender el honor de su formación y revalidar aquel título. Es uno de los equipos más serios, más compactos. Llevan muchos años jugando juntos y esto se nota, se entienden muy bien entre ellos. Les pasa lo mismo que a las empresas para las que trabajan; la continuidad les sienta bien. En otros esto acaba resultando un problema.

Williams, por ejemplo, presenta un equipo con fichajes recientes. Hay mucho becario de nuevo cuño que en algún momento acabarán saliendo de la formación, lo que implica que no participarán en este certamen el año próximo. Antes de la final, se temía a la sección británica de AlphaTauri, esa parte del equipo italiano que tiene su sede en Bicester. Al parecer cuenta con algún delantero del que se dice que es como Max Verstappen en la recta de Monza y no hay quien le dé caza con el balón en los pies... el Ronaldo de los ingenieros.

Siempre hay un integrante que hace como de entrenador, y otro de masajista, pero sin masajes. Su función es hacerse cargo del botiquín que suele estar surtido de parafernalia médica, geles, electrolitos, glucosa, tabletas energéticas, y algo de fruta altamente energética. Son ingenieros, ¿qué esperabas? ¿Que no lo tuvieran todo previsto o qué? La uniformidad suele hacer referencia a los colores de sus escuderías, pero no siempre. A veces llevan la ropa oficial como la que se puede ver en las pistas, con todos sus patrocinadores; o a veces son camisetas provistas por sus proveedores de ropa técnica, no obstante siempre hay algún enlace, ya sea cromático o en forma de logotipo a los equipos a los que pertenecen.

Los gastos se reparten a pachas entre todos, y se juegan partidos de veinte minutos en un formato de grupos. Hay una fase inicial, una semifinal, una finalísima, y un partidillo entre los semifinalistas para determinar quien se lleva la medalla de bronce y la de chocolate. ¿Medallas? No, no hay, pero si hay un pequeño trofeo en forma de neumático al que llaman ‘el trofeo Pirelli’ por tradición, aunque la marca italiana no tiene nada que ver.

Trofeo de la Pirelli Cup de fútbol que organizan los miembros de los equipos de la Fórmula 1.

Una vez que acaban los partidos el ambiente es excepcional. Muchos han sido compañeros en otros equipos, se saludan, se comparten alguna confidencia, se preguntan por la familia y se olvidan las patadas (por norma general, los que las dan antes que los que las reciben). Las escuderías no hacen demasiado caso a esto a pesar de ser una cachondada que les reportaría réditos en su comunicación. La sospecha es que ninguna quiere restar protagonismo a lo que ocurra de forma estricta sobre el asfalto. Las televisiones aún no se han enterado, pero que no te quepa la menor duda de que, algún día, pujarán por sus derechos. Por cierto, este año se lo ha llevado calentito McLaren, que en una disputada final contra Alpine. Williams se hubiera colgado la medalla de bronce, aunque no había.

Ya han dicho que en 2023 se preparen, que igual que mejora su coche, ellos van a ir a más, pero van a necesitar algún fichaje potente, dicen tener asientos libres para la temporada venidera. Cuando todos se despiden, algún integrante del equipo ganador ya subido en su coche saluda con una peineta a un excompañero de otra escudería. A cambio recibe un grito con un «si, ya, tú verás cómo os vamos a dejar en Singapur». De manera inmediata el de la peineta pierde la sonrisa por un instante y repliega su gesto lentamente sabiendo lo que le espera en la próxima carrera. Pero no suelta el trofeo. Baja la cabeza, lo mira y la sonrisa vuelve. Ganar no amarga a nadie; perder si en lo que sea, y más a estos.

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