Ni sal ni químicos, Alemania usa agua de pepinillos para evitar el hielo en carreteras y aeropuertos
Un manjar para los amantes de los encurtidos, pero la técnica de cocina de este gustoso aperitivo también tiene otras propiedades que uno de los aeropuertos más grandes de Alemania ha demostrado ser un perfecto sustituto de la sal para evitar la creación de hielo en las carreteras.

Cada invierno, las administraciones de los países donde el frío puede causar verdaderos estragos en la circulación se hace con toneladas de sal que despliegan por las carreteras para evitar la creación de placas de hielo, una de las grandes causas de un gran número de accidentes. No se trata de una sal especial, sino que es idéntica a la que tienes en casa, la sal de mesa, aunque para ser esparcida se conoce como sal de roca, ya que los gránulos son notablemente más grandes.
Con esta sal no tratada para el consumo humano, se consigue que los vehículos mantengan la adherencia, siempre y cuando respeten los límites de velocidad y los neumáticos se encuentren en buen estado, de lo contrario el patinado está asegurado. Aunque algunas comunidades autónomas pueden consumir hasta una tonelada de sal sólo para evitar las placas de hielo en las carreteras, el país se hace con unos 360.000 kilos para las principales carreteras estatales, unos 30.000 kilómetros de la red, aunque en casos especiales como la borrasca Filomena se necesitaron poco más de 500.000 kilos.

Los encurtidos, una solución para mejorar la conducción en invierno
Lo interesante es que, como los fabricantes han encontrado en las fibras naturales otras aplicaciones, como los de Ford han conseguido reutilizar desechos de los olivos para sus futuros coches eléctricos, el segundo aeropuerto más grande de Alemania, el de Múnich, ha descubierto que el agua de los pepinillos encurtidos también es una importante solución para el deshielo de las pistas de despegue y aterrizaje de las aeronaves.
La realidad es que la sal no es eterna, y que también puede llegar a ser muy cara, por lo que se hace necesario buscar soluciones más económicas y sostenibles para eliminar el hielo. Los alemanes lo han encontrado en la salmuera, una técnica culinaria que se usa para los pepinillos encurtidos, pero no el jugo que traen los botes que puedes comprar en los supermercados, pues el contenido de sal es demasiado bajo y no sirve para el propósito. En cambio, sí el agua en el que se «cocinan» a estos pepinillos a gran escala, en lo que se denominan «granjas de pepinos».
La sal para evitar el hielo en las carreteras es más rentable que otras soluciones
La salmuera que sobra del proceso de fermentación de los pepinillos deja un agua que es recolectada por una empresa que, en lugar de verterla al alcantarillado, pasa por un nuevo proceso de limpieza y a la que se le añade un mayor contenido en sal -hasta un 22 %- antes de ser esparcida sobre el asfalto, aunque algunos pulverizan el líquido. Los estudios de los alemanes han demostrado que la capacidad para evitar el hielo en las carreteras funciona incluso a temperaturas extremas bajo cero, del orden de -18º.
BMW utiliza este líquido en los viales de su complejo principal de Dingolfing desde hace varios años, y en España también se utiliza, lo que permite reducir el consumo de sal. Nuestro país cuenta con varias empresas salineras que, por supuesto, hacen en verdadero negocio cuando se acerca el invierno y el departamento de Fomento hace su correspondiente pedido. A un precio que se mueve entre 70 y 90 euros por tonelada, difícilmente puede sustituir a la salmuera, que es notablemente más cara, hasta tres veces más.
