Nadie habla de esto en invierno… pero puede dejar tirado a tu coche diésel
Algunos dicen que vivimos un invierno atípico, con temperaturas como las de hace décadas, que algunos no han llegado a conocer, y que por supuesto tienen consecuencias en los coches de combustión. Los diésel son los que peor lo llevan y pueden sufrir serios problemas.

En los tiempos actuales, con cada vez más coches eléctricos en las carreteras, el foco prácticamente está puesto sobre estos cuando llega el invierno. Las bajas temperaturas hacen mella en el funcionamiento de los eléctricos, al alargar los tiempos de carga y reducir la energía disponible en las baterías para la autonomía, ya que esta se tiene que dedicar a la climatización tanto del habitáculo como de la batería; precisamente, para rebajar los tiempos de carga.
Pero nadie se preocupa de los coches de combustión, y especialmente de los diésel que también pueden sufrir las consecuencias de un duro invierno, aunque estas sólo pueden alcanzar un nivel de importancia en zonas de montaña donde los termómetros caen muy por debajo de los cero grados. Y es que el diésel puede llegar a adquirir un estado de gelificación. Es una realidad que no todo el mundo dispone de una plaza de aparcamiento para proteger el coche de temperaturas extremadamente bajas, pero suele darse el caso de aparcar el coche en la calle, por ejemplo, cuando vamos de vacaciones a estaciones de esquí.

Por qué el diésel se gelifica y qué hacer para evitarlo
Este problema no lo tienen los motores de gasolina, cuyo combustible soporta las bajas temperaturas hasta extremos inimaginables, pero los diésel se comportan de forma muy diferente. Tanto, que el aspecto del color pasa de un estado brillante a turbio cuando se encuentra a una temperatura ambiental de 0 °C y comenzando a adquirir un estado similar al de un gel. Su viscosidad aumenta y se hace más que patente que puede generar tapones en las tuberías desde el depósito hasta el motor.
Esto suele ocurrir cuando se alcanzan los 5º C bajo cero, congelándose a partir de los -10º C. Es entonces cuando la parafina, una cera natural que está presente en el diésel se cristaliza, adquiriendo el tamaño suficiente para obstruir los filtros de combustible y restringir el flujo de combustible hacia el motor. En este estado, el coche puede arrancar, incluso moverse pero con tirones y pérdidas notables de potencia hasta que acabe parándose, ya que la bomba de combustible se sobrecarga y los inyectores no reciben un suministro estable, impidiendo al motor funcionar.
Un problema grave, pero que se suele dar en coches más antiguos que modernos, aunque esta no es condición para no prestar más cuidado, y que se puede solucionar añadiendo un aditivo especial para el invierno que protege de la gelificación. En los coches diésel más modernos, es más complicado que ocurra, ya que están equipados con un sistema de inyección directa de alta presión y con un circuito de retorno de combustible. Este vuelve al depósito a través de las tuberías, con una temperatura suficiente como para calentar este circuito.
El diésel de invierno es una opción, otra calentar el motor sin arrancar
En España, las estaciones de servicio cuentan con diésel de invierno, precisamente con este objetivo de evitar la cristalización del combustible en este tipo de coches. Las petroleras añaden agentes químicos que guardan en secreto, y que permiten que el diésel se mantenga líquido, al mismo tiempo que retrasan la fase de enturbiamiento en unos 15º, por lo que la cristalización de la parafina ocurre a partir de los -25º C.
En los países del centro y norte del continente, los químicos añadidos son más agresivos para aumentar la protección del combustible. Así, aunque tu coche diésel sea moderno, eso no te exime de tratar de proteger el coche, si tiene que pasar unos días a la intemperie en lugares muy frío, o donde sea fácil que las temperaturas desciendan más allá de los 10º C bajo cero. En países como Holanda o Suecia, se utilizan calefactores de bloque para calentar el motor y el sistema de combustible consiguiendo que los cristales de parafina se disuelvan. Un proceso efectivo pero que puede tardar varias horas.
