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Los fabricantes estadounidenses también se posicionan contra Donald Trump y sus aranceles

Las políticas proteccionistas del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no convencen a la industria del automóvil a ambos lados del Atlántico. No habría efectos positivos ni para su país ni para la Unión Europea, incluyendo los fabricantes genuinamente americanos.

6 min. lectura

Publicado: 28/06/2018 21:00

Los Jeep Renegade se fabrican en Melfi (Italia), también para el mercado estadounidense

El sector del automóvil está uniendo sus voces a ambos lados del Atlántico para protestar contra la imposición de aranceles en Estados Unidos para los coches europeos. La ACEA, que representa a los fabricantes en Europa, ya protestó ante el inicio del estudio para imponer dichos aranceles.

Se baraja un incremento arancelario del 20% al 25%

Estados Unidos se apoya en la Trade Expansion Act de 1962, una ley que en su artículo 232 permite alterar las reglas del comercio si se pone en peligro la seguridad nacional. La Association of Global Automakers, un grupo de presión radicado en Washington D.C. también se ha pronunciado en contra: "los fabricantes internacionales no son una amenaza para la seguridad nacional."

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Retorciendo mucho la interpretación de esa ley, se supone que tener menos producción en suelo estadounidense implica que, en caso de conflicto, habría menos capacidad industrial para fabricar vehículos de guerra. El mencionado lobby recuerda que todas las fábricas de EEUU estarían al servicio del país, incluyendo las de BMW, Daimler o Volkswagen.

La industria estadounidense tiene capacidad de sobra para producir todos los vehículos que necesita su ejército en conflictos de baja y media intensidad

De hecho, 130.000 estadounidenses trabajan directamente para los fabricantes radicados en el país. La posibilidad de que Estados Unidos necesite hacer un esfuerzo industrial comparable al que se hizo en la Primera o Segunda Guerra Mundial es objetivamente residual.

Pensemos en un caso muy retorcido: China contra Estados Unidos. Los asiáticos lo tienen tan fácil como rendirse, aproximadamente cada miembro del ejército del Tío Sam (1,28 millones en activo) tendría que "controlar" a más de un millar personas. Delirante, ¿verdad? Dudosamente se van a repetir conflictos al estilo del Siglo XX con fuerza bruta.

Volviendo al mundo real, la Association of Global Automakers predice que introducir aranceles a los coches europeos (y sus recambios) implicará que subirán los precios, bajará la demanda de los consumidores y habrá respuesta de los socios comerciales. La UE ya ha dicho que si hay arancelazo, hará lo mismo.

Jeep Renegade modelo 2018 (modelo europeo)

Ejemplo: qué pasaría con FCA

Ahora mismo Fiat Chrysler Automobiles (FCA) es uno de los tres fabricantes genuinamente americanos, junto a General Motors y Ford Motor Company. Según la consultora Evercore ISI, un 25% de aranceles a los vehículos europeos tendría un impacto negativo en los beneficios de FCA de 866 millones de dólares al año, al cambio 743 millones de euros.

Ahora mismo FCA importa desde Italia los Jeep Renegade, todos los Alfa Romeo y los Maserati. Solo en 2017 hablamos de 136.827 unidades (más de 100.000 fueron Renegade), un 4,2% más que en 2016. Fuera de la zona UE también hay exportaciones -no se verían afectadas-, como los Fiat 500L que vienen de Serbia o las furgonetas RAM Promaster City desde Turquía.

El Jeep Renegade subiría con seguridad de los 18.445 dólares (antes de impuestos), superando probablemente al Jeep Compass que viene de Méjico, cuyo precio arranca en 21.095 dólares. Jeep tendría que centrarse en los topes de gama, asumir el arancel de su bolsillo o intentar traerlos desde Brasil. General Motors y Ford tienen menos exposición ante la producción europea, pero haberla, hayla.

Mercedes-Benz produce los GLE y GLS en Tuscaloosa (Alabama) para Estados Unidos y el resto del mundo

En otras palabras, la guerra comercial contra la Unión Europea solo tendría perdedores, al menos considerando como jugadores tanto a EEUU como a la UE. Serían los surcoreanos y los japoneses los que recogerían los frutos de esta guerra que, de momento, no les afecta. Los chinos ya tienen aranceles de ida y vuelta con automóviles estadounidenses.

A largo plazo, Estados Unidos tendría que volver a los modelos al gusto americano, como se hacía hace más de 15-20 años, lo cual supone mayores costes de desarrollo. Esa es la realidad de su mercado de pick-ups, ya que las europeas no llegan allí por la barrera arancelaria del 25% (la chicken tax) y porque el tamaño europeo es muy pequeño si se compara con las F-150, Silverado o RAM 1500. Pasa algo similar con los VI ligeros, algunos llegan desarmados para esquivar esa tasa.

Los fabricantes coinciden en repetir que son empresas globales con intereses globales, que quieren un comercio internacional sin trabas y ubicar sus fábricas de acuerdo a criterios de eficiencia industrial. Eso es lo mejor para el cliente a fin de cuentas, las pegas les afectan al bolsillo.

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