¿Qué es el glaucoma y en qué nos afecta para conducir?

Imagen normal vs imagen percibida con glaucoma - Fotografía: National Eye Institute, National Institutes of Health

Con motivo del día del glaucoma, el 12 de marzo, aprovechamos para explicar qué es, en qué nos afecta a la conducción, y si podemos hacer algo por evitarlo. Se trata de una enfermedad ocular conocida como la "ceguera silenciosa", que afecta al 1,5% de la población, o el 2% por encima de 40 años

Es la segunda causa de ceguera

Esta enfermedad es en principio asintomática e indolora, el campo visual se va reduciendo, pero no la agudeza. En otras palabras, se ve con la misma nitidez, pero los bordes de la imagen se van perdiendo, hasta degenerar en una visión tipo túnel, o como si mirásemos a través de un catalejo.

En principio, le puede tocar a cualquiera, pero hay mayor predisposición en personas que sufran diabetes, miopías altas, con hipertensión o problemas circulatorios, por herencia familiar, etc. Afecta fundamentalmente a los adultos y personas mayores, va en función de la edad.

Aproximadamente un millón de españoles pueden estar afectados, pero la mitad lo desconoce

Al ser el deterioro de la vista tan progresivo, muchos afectados desconocen su condición y se acostumbran a la pérdida de campo visual. Una simple revisión oftalmológica permitiría descubrir el problema, y tomar acciones correctivas para reducir la incidencia de sus efectos.

A dia de hoy, no existe cura, pero sí tratamiento

En la mayoría de los casos, el glaucoma se produce por el exceso de líquido ocular, que no es drenado de forma ocular. Ese exceso produce un exceso de presión que va afectando al nervio óptico hasta inutilizarlo.

Entre el 1% y el 5% de los accidentes de tráfico se deben a problemas visuales, según el Prof. Dr. Benitez del Castillo, catedrático de Oftalmología de la UCM. Los colectivos más vulnerables ante los conductores con glaucoma son los peatones y los que van a dos ruedas: ciclistas y motociclistas.

¿En qué afecta a la conducción?

Al reducirse el campo visual, se pierden referencias laterales, por lo que es necesario acudir con más frecuencia a los espejos retrovisores. El problema se agrava especialmente en condiciones de baja visibilidad, como con lluvia o niebla.

El glaucoma no se detecta con las pruebas periódicas (examen psicotécnico) al que se someten los conductores cada 10 años, o cada 5 en el caso de ser muy mayores. Es necesario realizar una prueba específica para determinar si el conductor ya no es apto para conducir.

Al no existir cura, todo lo que se puede hacer es ralentizar su progresión. En un primer escalón de actuación, se utilizarían colirios bajo prescripción médica. En un segundo nivel, estaría la corrección mediante láser, que no sirve para todos los pacientes. Por último, quedaría la cirugía para mejorar el drenaje del líquido ocular.

La visión tipo túnel no resulta un problema circulando en línea recta, el problema es lo que ocurre en los laterales y no es percibido por el conductor. Por lo tanto, un conductor afectado por glaucoma puede ser un peligro público, además de para sí mismo. El mayor riesgo esta en los giros y los adelantamientos.

En torno a dos tercios de los afectados conducen sin ser conscientes de ello

La ceguera progresiva a consecuencia del glaucoma es irreversible, por lo que no mejorará la situación en ningún caso. Aquellos conductores que noten que cada vez tienen que usar más los espejos, y aunque vayan con cuidado tengan sustos o reciban pitadas, deberían hacerse una revisión.

Como suele ocurrir en el mundo de la medicina, las revisiones frecuentes en el oftalmólogo pueden revelar el problema a tiempo, antes de que el paciente conozca qué le ocurre, para poder realizar un tratamiento adecuado. La seguridad de todos puede estar en juego.