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ConsejosReprogramación de centralitas: toda la verdad

La reprogramación de la centralita electrónica del vehículo (también conocida como 'chip tuning') es una práctica habitual para aumentar el par y la potencia del motor. Además de mejorar las prestaciones, la reprogramación también tiene otras utilidades quizá no tan conocidas. Te contamos en qué consiste y cómo se realiza esta modificación.

5 min. lectura

Publicado: 26/11/2014 17:00

En los años 90 los motores empezaron a disfrutar de una gestión electrónica de la inyección, un avance que supuso el inicio de una práctica que aún hoy genera muchos interrogantes: la reprogramación de la centralita electrónica del vehículo. Es una práctica también conocida como chip tuning o simplemente como reprogramación.

Al hablar de reprogramaciones asociamos automáticamente a un cambio en la gestión electrónica de la inyección para aumentar el par motor y la potencia del propulsor, lo que se traduce en unas prestaciones superiores que mejoran las cifras de aceleración y recuperaciones de serie. Este cambio es especialmente notable en motores con turbo o compresor mientras que es poco ventajoso en motores de gasolina atmosféricos.

Con una reprogramación no sólo es posible alterar el rendimiento del motor. El acceso a la centralita permite hacer otros trabajos como anular el filtro de partículas o válvula EGR, modificar el mapa de encendido, cambiar las limitaciones de par, turbo, inyección o temperaturas, alterar la sensibilidad y respuesta del acelerador o suprimir el limitador de velocidad máxima, entre otras cosas.

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La reprogramación también puede servir para adaptar los parámetros del motor a nuevos componentes que se hayan introducido diferentes a los de serie, como un kit de turbo, colectores o árboles de levas modificados, etc. El acceso a tantos valores importantes del funcionamiento del coche da una idea de lo importante que resulta saber lo que se hace.

Qué es y cómo se hace una reprogramación

La centralita del coche (ECU) se encarga de la gestión del motor a través de información como por ejemplo las revoluciones y temperatura del motor o la temperatura y densidad del aire. La información de la ECU se procesa con los valores memorizados en la EPROM, un chip que guarda los criterios de funcionamiento del motor como la cantidad de combustible ideal, el momento de inyección adecuado y la presión de admisión óptima. Es esta información en la que se puede influir con la reprogramación.

Los ajustes suelen realizarse a través de un ordenador portátil conectado a la toma de diagnosis del vehículo (OBD). Se trata de un método no invasivo con el que se leen los parámetros originales, los cuales son optimizados. Finalmente, el archivo modificado se introduce de nuevo en el sistema. En algunos casos es necesario conectar el ordenador directamente a la ECU por lo que es necesario su desmontaje.

Como se trata de una modificación a nivel de software, la reprogramación es indetectable a simple vista. Para optimizar las curvas de potencia se pueden alterar diferentes parámetros, siendo los más frecuentes las presiones de inyección y turbocompresor o el avance de encendido.

Además de este tipo de reprogramaciones también es posible colocar una centralita externa, que se instala entre el sistema de inyección y la ECU original. Aunque más o menos el resultado es el mismo, en estas líneas nos centraremos en las reprogramaciones.

Los especialistas suelen contar con reprogramaciones estándar, con incrementos de potencia moderados, o reprogramaciones a medida que permiten realizar ajustes personalizados por el usuario. Esta segunda opción es, lógicamente, más costosa y va emparejada en la mayoría de los casos a mediciones sobre un banco de potencia para comprobar y afinar los resultados deseados.

¡No te pierdas la segunda parte de este artículo sobre reprogramaciones donde abordamos las ventajas e inconvenientes de esta modificación!

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