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Coches RarunosSheldon Runabout, el primer coche de Alaska

Una historia de amor fue el germen para el nacimiento del primer automóvil de Alaska. Su creador nunca había visto un coche en persona pero su ingenio le llevó a ser un pionero y una de las personas más influyentes del territorio subpolar.

Sheldon Runabout, el primer coche de Alaska

10 min. lectura

Publicado: 07/05/2016 09:00

Corría el año 1905 y Robert E. “Bobby” Sheldon apenas tenía 18 años. Podía haber pasado desapercibido como cualquier otro muchacho de su edad en Skagway, una ciudad en el sureste de Alaska, si no hubiera sido por su ingenio y porque le había echado el ojo a una preciosa mujer. Pero no era el único pretendiente.

El hijo de un médico también suspiraba por la misma señorita y contaba con un caballo y un carruaje de lujo, armas de seducción nada desdeñables en aquella época. La competencia era dura y Sheldon, que estudiaba mecánica por correspondencia, pensaba que si tuviera uno de esos automóviles que salían en los periódicos y revistas podría impresionarla y se ganaría el favor de su amada.

Qué tontería. Ningún automóvil había pisado Alaska jamás. Sheldon no había conducido un coche nunca. Ni siquiera había visto uno en persona. Sin embargo, las imágenes desencadenaron su inspiración y se propuso crear su propio vehículo siguiendo las fotografías de automóviles de las revistas.

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El Sheldon Runabout tenía dos plazas y aún hoy se conserva

El muchacho trabajaba en el turno de noche de una pequeña central termoeléctrica de vapor. Años más tarde reconocía: “Todo lo que sabía acerca de los automóviles era lo que leía en los periódicos de los Estados Unidos. Pero estaba interesado en la mecánica y al estar en el turno de noche en la sala de máquinas de Skagway tuve mucho tiempo para pensar en ello”.

Sheldon se puso a trabajar la construcción de un marco de madera para su coche. Al espartano bastidor le acopló unas sillas como asientos, tomó las ruedas de una calesa, colocó un par de lámparas de gas que usaban los mineros a modo de faros, usó algunas tuberías de gas para la dirección y con un poco de estaño y hule creó la cubierta del capó.

Rescató un motor marino de un barco hundido, un propulsor monocilíndrico de dos ciclos y apenas 3,5 CV de potencia. Acoplado a una sencilla transmisión por cadena y algunos engranajes aquel Frankenstein podía alcanzar una velocidad máxima de 25 km/h. Así nacía el primer automóvil de Alaska, el Sheldon Runabout.

Sheldon, sonriente a la izquierda de la imagen sobre el capó de su automóvil. De blanco, la mujer a la que trataba de impresionar

Aquel perspicaz muchacho se había adelantado tres años a la aparición de los primeros coches de producción, que llegaron por barco en 1908, así que hasta ese momento fue el único coche del territorio. Una exclusividad que no fue suficiente para conquistar a su media naranja. El hijo del médico ganó aquella partida.

Tres décadas después, en una entrevista, el inventor afirmaba con cierta socarronería que aquella mujer “se ha casado otras tres veces desde entonces”. Tras unos años de uso, en 1934 donó el Sheldon Runabout al Museo de Alaska y en la actualidad está cedido para su exposición en el Fountainhead Antique Auto Museum. Un vehículo digno de aparecer en Coches Rarunos.

La fascinante visión de un pionero

Como se suele decir, cuando una puerta se cierra, otra se abre. El episodio sirvió a Sheldon para descubrir su pasión por los automóviles, una afición que le llevó a ser una de las personas más influyentes de Alaska. Unos años más tarde se mudó a Fairbanks, una de las grandes ciudades alaskeñas, donde comenzó a labrar su notoriedad.

El Ford Model T de Sheldon durante el audaz trayecto entre Fairbanks y Valdez

En 1908 adquirió un Ford Model T, el primer Model T que llegaba a aquella localidad. No era de extrañar que nadie tuviera uno: aquel coche costaba en Detroit 390 dólares pero había que llevarlo en tren hasta Seattle, en barco de vapor hasta Saint Michael y en bote hasta Fairbanks. Sheldon tuvo que desembolsar 1.297 dólares.

Un gasto elevado que supo compensar el ingenioso protagonista de esta historia. Desde finales del siglo XIX Alaska había sufrido una gran explotación de sus minas debido a la fiebre del oro y durante unas semanas se dedicó a llevar a algunos trabajadores a los asentamientos situados en los yacimientos. No tardó en recuperar el dinero invertido.

En 1913 se embarcó en una nueva aventura: su intención era recorrer en coche los casi 600 kilómetros que separaban Fairbanks de Valdez. Parecía una locura. El durísimo clima subpolar y la ausencia de carreteras hacían que el avión y el barco fueran los medios habituales para moverse por el helado territorio. Incluso hoy en día la capital de Alaska, Juneau, sigue sin ser accesible por carretera. En aquellos tiempos a nadie en su sano juicio se le ocurriría intentar un viaje así en coche.

Bobby Sheldon y su Ford T atravesando el río Tanana

Para acometer su gesta, en la que debía enfrentarse a temperaturas de hasta 30 grados bajo cero, modificó algunos aspectos de su Model T: acortó la anchura de vías para que las ruedas encajaran en las marcas dejadas por los carros de caballos, puso cadenas en las ruedas traseras, incorporó unos esquís bajo las ruedas delanteras e instaló el depósito de combustible sobre el capó.

Este último detalle era importante: con el depósito atrás, como venía de fábrica, no era raro que los conductores tuvieran que afrontar marcha atrás una pronunciada cuesta arriba porque de lo contrario el flujo de combustible al motor cesaba. El depósito encima del motor permitía que la gravedad echara una mano y así se debería poder seguir la marcha en el sentido natural.

No faltaron momentos críticos en su viaje pionero, como el momento en el que aquel Ford atravesó el río Tanana subido precariamente en dos barcas, pero cuatro días después llegaron a Valdez. La hazaña le sirvió a Bobby Sheldon para demostrar que viajar en coche por aquella inhóspita región era posible.

Este autobús Fageol pertenecía a la flota turística que recorría el Monte McKinley. Tenía 22 plazas y cada banco de asientos contaba con su propia puerta de acceso

Junto con otros socios Sheldon fundó Richardson Highway Transportation Co., la primera empresa destinada al transporte de pasajeros por carretera en el territorio. Cubría la ruta entre Fairbanks y Valdez y fue todo un éxito porque su flota de vehículos podía recorrer unos 150 kilómetros al día, una diferencia enorme en comparación con los alrededor de 35 kilómetros que podían cubrir los carros de caballos o los trineos de perros.

Sheldon fue un fuerte promotor del turismo alaskeño y en la década de 1920 él y sus socios operaron la primera concesión de autobuses turísticos en el Parque Nacional del Monte McKinley (hoy en día Parque Nacional Denali), a través de la cual los excursionistas visitaban la montaña más alta de América del Norte. Aquel negocio se mantuvo hasta 1941. Nunca se hizo rico con sus actividades, pero se ganó el reconocimiento de toda la región.

Su influencia para el desarrollo automovilístico en el territorio fue enorme. Colaboró en el diseño y construcción de carreteras pavimentadas en la región, fue jefe de correos en Fairbanks y participó en el Comisionado de Alaska, donde fue legislador territorial y representante del estado (no fue hasta 1959 cuando Alaska se convirtió en el estado número 49 de los Estados Unidos). Bobby Sheldon falleció en 1983 a la edad de 99 años.

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