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5 errores del Plan PIVE que no hay que cometer de nuevo

No hace mucho, el Gobierno de España se vio obligado a tirar de dinero público para reflotar un mercado automovilístico deprimido. La última vez se llamó Plan PIVE y sirvió para que la situación no fuese a más. No repitamos la historia.

5 errores del Plan PIVE que no hay que cometer de nuevo
El Gobierno ha comprometido dinero público para reflotar las ventas - Marco Verch (Flickr) CC BY

6 min. lectura

Publicado: 15/06/2020 22:45

La España que «heredó» el Partido Popular, al ganar las elecciones de 2011, estaba todavía hecha polvo por los efectos de la crisis global de 2008. No quedó más remedio que reducir el gasto público y elevar la presión fiscal, aunque fuese temporalmente. En septiembre 2012 el IVA se elevó en su tipo general del 18% al 21%.

El mercado se hundió tanto por ese motivo -fue la puntilla- que hubo que sacar deprisa y corriendo un parche, el Plan PIVE, por el cual se usaba una fórmula mixta público/privada para reducir artificialmente los impuestos que pagaban los coches nuevos. Mucho se aprendió de aquel plan y de sus múltiples prórrogas, porque duró intermitentemente hasta 2015.

1) Hay que hacer números antes de nada

Los concesionarios trabajan con una geometría variable con sus precios: PVP recomendado, descuento promocional, descuento a cambio de otra cosa (financiar, mantenimiento durante x años...). Variando la cuantía de los descuentos un incauto puede acabar pagando lo mismo que pagaría sin ayudas públicas.

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Siempre hay que coger la calculadora y valorar cómo estaban los precios antes de las ayudas (para eso son muy útiles las revistas con listas de precios de coches nuevos y medios especializados como Motor.es) para evaluar cuál es la rebaja de precio real que se da. Y para que el cálculo sea completo, hay que mirar el segundo punto:

2) Toda subvención tributa en el IRPF

Generalmente, las subvenciones se consideran a nivel fiscal una ganancia patrimonial, por lo que ha de consignarse en la declaración anual del IRPF. En otras palabras, lo más normal es que si se cobra una cantidad de dinero público haya que devolver una parte. Por lo tanto, el importe real de la ayuda es menor del esperado.

El Estado ganó dinero con el PIVE, no fue un gasto de dinero público a efectos netos

Esto depende obviamente de la situación fiscal de cada uno, ya que no tributan las pérdidas patrimoniales netas, o que determinados niveles de renta están prácticamente exentos y se les devuelve todo lo retenido. Ante la duda, consulta a un asesor fiscal, que con el PIVE muchos se llevaron una desagradable sorpresa.

Este, por ejemplo, no merece la pena rescatarlo

3) No siempre es buen negocio tirar un «coche viejo» (si tiene valor)

Se supone que la subvención se recibe por mandar al desguace un vehículo con 10 años o más, que salvo que estén hechos polvo, en torno a esa edad tienen más valor que la cuantía de la ayuda. Si se trata, en cambio, de un coche que no merece la pena arreglar ni mantener, y no tiene valor apenas, adelante.

En esta ocasión, la cuantía de la ayuda distingue entre enviar al desguace un coche de 10 años o más, o de 20 años o más. Hay que diferenciar entre lo que es un simple coche viejo, que ya ha cumplido, y un coche que tiene valor si se pone a ojos de la persona adecuada, especialmente si su valor excede a la cuantía de la ayuda, claro.

4) Los requisitos de acceso deben ser razonables

Las distintas fases del PIVE fueron limitando la picaresca, ya que al principio no se exigía una titularidad durante cierto tiempo sobre el vehículo entregado para dar de baja definitiva. Eso propició un mercadeo de coches de muy poco valor para conseguir la ayuda, con lo cual el ahorro fue menor al esperado.

No tiene mucho sentido que se permita entregar coches que no pertenecen al interesado por lo menos a fecha del 31 de diciembre del año pasado, el mismo criterio que se usa para pagar el IVTM al año siguiente. Todavía no sabemos cuánto levantarán la mano en este sentido. Tampoco tiene sentido aceptar coches que no circulan...

Las últimas etapas del Plan PIVE fueron más eficaces en relación coste/beneficio

5) La asignación presupuestaria debería ser previsible

Las cantidades que se asignaron al PIVE se agotaron rápidamente, provocando picos de ventas cuando había presupuesto, y frenazos a la espera de la siguiente prórroga. Esos 250 millones de euros que se acaban de presupuestar van a «volar», especialmente si las cuantías son tan variables, de 400 a 4.000 euros para cada particular o autónomo.

Como se trata de dar un empujón al mercado para una situación puntual, es mejor comprometer más presupuesto y poner una duración temporal y presupuestaria con certeza, avisando de que no habrá prórrogas, evitando por lo tanto distorsiones en el mercado que pueden acabar siendo muy contraproducentes y lejos del espíritu de la medida inicial.

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