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Coches autónomos, algunos efectos negativos

La movilidad del futuro pasa necesariamente por los coches autónomos -aunque no en exclusiva- y los expertos apuntan a una revolución en el mundo del transporte. No todas las consecuencias van a ser positivas, según un estudio de la Universidad de Leeds.

8 min. lectura

Publicado: 29/02/2016 23:00

Ford Fusion/Mondeo realizando pruebas de conducción autónoma en Estados Unidos

Cuando pensamos en los coches autónomos, casi todo lo que se nos viene a la cabeza es positivo, exceptuando el miedo a que un día se ilegalice la conducción manual. Por lo demás, todo parece bueno: serán más eficientes, se reducirá la contaminación, los accidentes de tráfico serán anecdóticos, y ganaremos en calidad de vida.

La Universidad de Leeds, en colaboración con la Universidad de Washington y el Laboratorio Nacional Oak Ridge, han publicado un estudio acerca de su visión del transporte para 2050, cuando la tecnología autónoma esté plenamente implantada. En su análisis se han considerado tanto coches autónomos como vehículos industriales -como camiones- dentro de Estados Unidos.

Los coches autónomos tendrán menores requisitos de potencia, ya que practican una conducción normativa, por lo que el consumo bajará un 5-23%. De por sí, la conducción eficiente permitirá un ahorro de hasta el 20%. Al reducirse dramáticamente las posibilidades de colisionar, se puede ahorrar en estructuras de seguridad pasiva, aligerando los coches y reduciendo el consumo otro 5-23%.

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Con conductores humanos esto es una temeridad, pero cuando en cabeza va un profesional, y los demás vehículos son autónomos, el riesgo disminuye a un nivel mínimo

Nos falta por considerar la optimización que se dará en el tráfico, gracias a la tecnología car to car (C2C) y car to infrastucture (C2X), permitiendo al vehículo conocer el tráfico con anticipación. Se puede reducir un 4-25% el consumo, por ejemplo, evitando semáforos en rojo o rutas con alta congestión.

Por último, también puede haber ahorros sustanciales gracias a los convoys de vehículos autónomos. Circulando unos pegados a otros -pero con mayores garantías de seguridad- se reduce la resistencia aerodinámica. Volvo ha experimentado en el tema con el proyecto SARTRE, aunque el vehículo de cabeza no es autónomo, sino un camión conducido por un conductor profesional.

El impacto de los servicios de coche compartido -como Uber o Lyft- también puede reducir el consumo hasta un 20%, cuando varias personas hagan el mismo recorrido en el mismo coche, evitando el tan habitual un coche, una persona. En el caso de los vehículos más pequeños, adaptados a una o dos personas, también puede reducir el consumo en más de un 40%.

Ganancias en rendimiento (izquierda) contra pérdidas (derecha), según el estudio

Hasta aquí parece que todo son ventajas y reducciones de consumo, pero nos tenemos que fijar en el gráfico. El cambio de paradigma de transporte traerá consigo aumentos de consumo que pueden neutralizar las ganancias citadas, porque los vehículos tenderán a usarse más. Veamos por qué.

Así puede aumentar el consumo de energía

Imaginemos ese año 2050. Los accidentes de tráfico se han desplomado a anécdotas estadísticas, el tráfico es mucho más seguro, y se han elevado los límites de velocidad. Como la resistencia aerodinámica no va a pasarse de moda, el consumo puede incrementarse de un 7 a un 22%.

También tenemos que valorar un incremento en el peso debido a equipamiento no estrictamente necesario para conducir, como asientos más cómodos, televisores, ordenadores, o lo que queramos pensar. Esto puede aumentar el consumo hasta un 11%, siempre de acuerdo a los resultados del estudio.

Ahora pensemos más en el uso. Existen colectivos de población que no pueden o no deben conducir, como algunos discapacitados, conductores bajo los efectos de alcohol o drogas, gente mayor con algunas facultades mermadas, adolescentes, cumpliendo una retirada temporal del permiso de conducir...

Los ahorros pueden verse completamente anulados

Con los coches autónomos, podrán lanzarse a las carreteras de forma segura, lo cual va a aumentar el uso del vehículo, y por lo tanto, el consumo. Este mayor uso puede aumentar el consumo de un 2 a un 10%. No olvidemos que el coche autónomo también puede ser un híbrido entre el vehículo privado actual y el transporte público. ¿Qué valoramos de este último? El que nos lleven, el poder hacer otras cosas, o descansar.

¿Qué valoramos del vehículo privado? El no ir acompañados de desconocidos, poner nuestra propia música, sentirnos a nuestras anchas. Si combinamos las ventajas de uno y otro medio de transporte, el vehículo autónomo puede ser más conveniente que el transporte público, y el uso incrementado puede incrementar el consumo entre un 5 y un 60%.

En conclusión

Los legisladores del futuro tienen que anticiparse a la tecnología si no quieren un modelo de transporte que escape a su control. Bajo el modelo de movilidad actual, las ciudades del futuro no tendrían sentido: atascos kilométricos, exceso de contaminación, problemas de estacionamiento, etc. El progreso tiene un precio, pero ya hemos pagado mucho por ese concepto.

Cito a uno de los autores del estudio, que dice con mucha razón que: "Existe una burbuja en torno a los coches autónomos, y parte de ello es de naturaleza utópica". Efectivamente, los coches autónomos no van a solucionar todos los problemas, y el impacto real se notará cuando pueblen las carreteras de forma masiva.

El cambio de paradigma tendrá unos efectos comparables a cuando del caballo y las carrozas dieron paso a los automóviles. El estudio no habla de un hipotético escenario en que la conducción manual sea ilegal, posiblemente nos vayamos a morir de viejos sin ver tal cosa. La tecnología en principio tendrá aplicaciones positivas, pero eso depende del uso que haga la gente de la misma.

Fuente: Universidad de Leeds

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