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OpiniónMotorsport vs. SimRacing: ¿Amigos o enemigos?

  • La Fórmula E ha mostrado el camino para una posible sinergia entre la competición real y la virtual a través de los simuladores.
  • El Simracing es una disciplina en auge y que, a raíz de la experiencia en Las Vegas, ha provocado cierta polémica entre los aficionados más tradicionales.

5 min. lectura

Publicado: 10/01/2017 17:30

El mundo de las carreras virtuales -o más comúnmente denominado Simracing- ha saltado a la primera plana de la actualidad del motor gracias al evento que la Fórmula E organizó en Las Vegas, con algunos de los mejores pilotos de simulador enfrentándose a los pilotos del campeonato real por un total de un millón de dólares en premios.

La experiencia tuvo sus puntos positivos, pero no tantos como seguramente los Simracers esperaban. En el mundo de la simulación existen varias opciones y, en función de cuál se elija, se pueden explotar diferentes puntos fuertes. Para el evento de Las Vegas, la organización decidió elegir el RFactor 2, un simulador con infinitas posibilidades que, además, permite a cualquiera que tenga los conocimientos necesarios preparar un mod basado en el coche que considere oportuno.

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El problema fue que el mod elegido no estaba logrado y, por tanto, ni exprimía las cualidades del simulador, ni permitió a los neófitos apreciar el nivel de perfeccionamiento y profesionalidad existente actualmente en el mundo de las carreras virtuales.

Seguramente eso haya influido también en los que rápidamente calificaron de osadía el establecer una comparación entre los pilotos reales y virtuales. Es muy probable que no sea el propósito de los jugadores, que generalmente empiezan en el mundo de las carreras virtuales movidos por su pasión por el automovilismo y, por tanto, su admiración por los pilotos profesionales que se juegan el pellejo en el mundo real.

Es obvio que los pilotos reales deben contar con un determinado número de habilidades similares a las de un piloto virtual, tanto a nivel de destreza como de técnica. Pero también lo es que esos mismos pilotos deben afrontar situaciones de riesgo o una preparación física que, en el mundo virtual, no existe.

La cuestión es que, si resulta necio creer que un piloto virtual puede considerarse tan preparado para la competición real como un profesional que lleva años haciéndolo (el ejemplo más claro es Lucas Ordóñez que, tras competir en karting, tuvo que ganarse la oportunidad de competir como profesional a través de la GT Academy y ha necesitado mucho entrenamiento para despuntar), igualmente necio es considerar a los pilotos virtuales poco más que jugadores de consola. Ser el mejor en cualquier disciplina -ya sean la astrofísica o las carreras de chapas- requiere un talento especial y mucho, mucho trabajo. Existen pilotos profesionales de carreras virtuales, como los hay en las carreras reales. Y, salvando las distancias, merecen tanto respeto como el de cualquier otra actividad, ya sea profesional o amateur. El cuidado por el material utilizado llega a niveles sorprendentes y, al final, no es más que una actividad como cualquier otra en la que cada uno emplea el esfuerzo que considera en función de sus aspiraciones.

Lo que la Fórmula E ha hecho ha sido atrevido porque ha unido dos actividades muy distintas, pero que tienen un nexo común: las carreras. Hay quien lo ha interpretado como un ataque personal contra el mundo de la competición real, un modo de desvirtuar su esencia y de menospreciar su complejidad. Nada de eso. Sencillamente se trata de llevar la pasión por el Motorsport un paso más allá impulsando una nueva vía sobre la que crecer y expandirse. Una acorde a los nuevos tiempos, acorde a ese aficionado joven que tanto anhela la Fórmula 1 encandilar.

El primer paso dado por la Fórmula E puede mejorarse y mucho. Pero quizá debamos quedarnos con que se ha dado. Ahora queda ver si es el primero de muchos y de si existe suficiente voluntad por parte de los aficionados y estamentos tradicionales como para construir algo positivo y beneficioso para ambos mundos o, por el contrario, el miedo a lo desconocido vence a la oportunidad que se presenta. Dos mundos que tienen mucho más en común de lo que ambos están dispuestos a reconocer. Sobre todo uno de ellos.

Fotos: OSR | Fórmula E | Vesaro

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