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¡Quieto todo el mundo! La velocidad mata

Analizamos cuáles han sido las principales medidas y los planes a corto plazo de la Dirección General de Tráfico para reducir los accidentes de tráfico mortales. El regreso de Pere Navarro a la DGT, el resultado de algunas de las medidas impuestas por los últimos Gobiernos y lo que se puede esperar de cara a los tiempos venideros.

11 min. lectura

Publicado: 17/09/2018 08:00

Tráfico en Madrid

Los políticos buscan nuevas fórmulas para tratar de reducir la siniestralidad en las carreteras.

Muchos años han pasado desde aquel intento de golpe de estado y la ya famosa frase del Coronel golpista, pero la frase parece que se resiste a desaparecer, ahora disfrazada de moderna y democrática premisa para seguir reduciendo la siniestralidad en las carreteras.

Pasan los años, los golpistas ahora se disfrazan de demócratas, usan el estado de derecho para destruirlo desde dentro, colocar a sus colegas y también para aleccionar a nosotros, pobres mortales, por ser los culpables de que la gente se mate en la carretera, por lo visto porque vamos demasiado rápido.

Así pues, la solución parece bien clara: ¡Quieto todo el mundo! Hay que acabar con los accidentes de tráfico. La DGT (Dirección General de Tráfico), e incluso la ex-directora general de tráfico cesada por prevaricación -a favor de su marido- lo tiene claro: LO QUE MATA ES LA VELOCIDAD. Si todos fuéramos por el mundo a 0 km/h por la vida no habría siniestros de tráfico, salvo aquellos que quedaran debajo de una maceta mal sujetada o tuvieran la mala suerte de recibir cualquier fenómeno meteorológico o aerolito en su cuerpo. ¡Es de cajón! O mejor dicho, de Caja de Pandora: Abrámosla y prohibamos de paso el tabaco, el alcohol y los torreznos. Porque en ese juego andamos, confundiendo el tocino con la velocidad.

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Tráfico denso en España

La vuelta de Pere Navarro al frente de la DGT ha causado mucho interés.

Vuelve Pere Navarro, el otrora Superman de la seguridad vial que fue capaz él solito de reducir las muertes en carretera en no sé cuántos miles de personas gracias a copiar lo realizado en otros lares más al norte: un carné por puntos, radares y policías multando, vamos, lo que viene siendo Europa, con el -indudablemente acertado- mensaje de que conducir drogao, mamao o haciendo el salvaje rodeado de tráfico era algo muy serio y que no se podía permitir. Vamos, entrábamos en la UE también en materia de seguridad vial. Algunos se llenaron la solapa de medallas por ello; pero han pasado 10 años y

Fíjate tú que llega la crisis, empiezan a gobernarnos los del otro lado de la acera, y la mortalidad en carretera sigue reduciéndose como por arte de magia, como si el taumaturgo Navarro, entonces ya de Cónsul en Marruecos (un trabajo de lo más normal para un ex-director de la DGT), siguiera moviendo sus hilos perfectos e invisibles desde África. Esto da pie para ir quitando policías de tráfico de las carreteras, que vigilan, pero sobre todo ayudan y auxilian, mientras va creciendo la tasa de radares.

María Seguí, la nueva directora de la DGT, había no sólo culminado la obra de Navarro, si no que la había llevado al súmmum haciendo que siguiera reduciéndose la siniestralidad con muchos menos medios humanos de los que utilizó Navarro. Todo parecía ir bien... hasta que dejó de ir bien.

Accidente en carretera

Con la recuperación económica ha comenzado a subir la tasa de mortalidad en carretera.

Comienza la recuperación económica, comienza a haber más tráfico rodado, comienza a subir la tasa de mortalidad en carretera. Los políticos se pasan una década poniéndose medallas, pero ahora sus recetas ya no funcionan, porque pasado el efecto mediático y persuasivo del carné por puntos, buena parte de la tasa de siniestralidad se debió al descenso exagerado del tráfico, algo que sabemos muy muy bien los que nos pasamos la vida en la carretera haciendo más de 100.000 kilómetros al año para probar automóviles.

ESTA ES UNA DE LAS POCAS CERTEZAS que tenemos en materia de seguridad vial, porque certezas sobre lo que pasa en la carretera, tenemos pocas, a saber:

  • Es indudable el efecto inicial del carné por puntos y la masificación de radares.
  • La tasa de siniestralidad está más relacionada con el número de coches en la carretera que con las medidas que toma la DGT en los últimos 10 años.
  • Se ha reducido drásticamente el número de agentes de tráfico en las carreteras. En su día Navarro llegó a decir que un radar hacía el trabajo de varios policías. (está bien que nos quitemos las caretas).
  • No se ha priorizado la mejora de las carreteras, señalización, formación de los conductores y descenso de la edad media del parque móvil.
Tráfico rodado en la ciudad de Madrid

Tráfico rodado en Madrid.

Resultado: En la DGT no tienen ni idea de cómo parar el crecimiento espectacular de accidentes mortales acaecidos en los últimos 3 años, que está directamente relacionado con el número de automóviles que circulan y las horas que conducimos al año. Así que... ¿qué hacemos?

Han pasado más de 10 años desde que la velocidad fuera reconocida como EL MAL de nuestras carreteras y el principal problema de la siniestralidad mortal, cuando no está demostrado que sea así. (Leo en un panel paneles informativos que el 27% de los muertos en la carretera no llevaban el cinturón, pienso que el 73% palmaron con el cinturón puesto). Han pasado 10 años, y super Pere ha vuelto para salvarnos a todos de los accidentes mortales con sus recetas y varitas mágicas; pobre Pere, con lo bien que le iba (a la vista de las fotos) en Marruecos...

  • Reducir la velocidad en carreteras secundarias de 100 a 90.
  • Poner más radares.
Aviso de control de velocidad

El aumento del número de radares es una de las premisas ineludibles de la DGT.

¿Les suena? Volvemos al Día de la Marmota

Resulta realmente vergonzante que esto sea todo lo que, pasados 15 años, tenga la DGT para ofrecernos de nuevo. Reto a cualquiera de ustedes a que me mande una foto en una carretera nacional en la que aparezca una señal de 100. Durante estos años no han sido capaces de imponer esa medida -de nuevo el genio Navarro hace tan sólo que copiar lo que hacen en otros países europeos, porque no tienen ni idea de lo que deben hacer-, y lo que han hecho son básicamente 3 cosas:

  • Quitar las señales de 100 Km/h de las carreteras donde se puede ir a esa velocidad.
  • Aprovechar las pocas reformas y obras para aumentar las zonas de línea continua.
  • Seguir amedrentando y amenazando a la población con radares, radares móviles, helicópteros, radares invisibles y drones de juguete (que no existen, porque no hay Guardia Civil, según ellos mismos han reconocido, que haya hecho un curso para manejarlos).

Así las cosas, los tiempos pasan, pero las recetas siguen siendo las mismas. Resulta realmente alucinante que algo tan serio e importante como conducir sea tomado de manera tan ridículamente insultante para los conductores/as. No nos quieren formados ni informados, nos quieren amedrentados, quieren formar a conductores asustados que vayan lo más despacio posible por la carretera, quieren que conducir deje de ser un ejercicio de libertad individual para convertirse en una actividad realizada bajo amenaza y coacción.

Panel de la DGT con aviso de acceso de velocidad limitada

Aviso de accesos de velocidad limitada en un panel de la DGT.

Si cree que exagero, pruebe a salir a una nacional a conducir, y diviértase con la cola de coches atemorizados detrás de un camión por miedo a adelantar, y si se atreve, pruebe a realizar un adelantamiento y siéntase un asesino en potencia instigado por las miradas de los conductores atemorizados por el «Ministerio de la Verdad».

Por lo pronto la llegada de SuperPere no ha supuesto nada más que la confirmación de que la DGT no tiene nada que hacer ya, y menos Pere Navarro. Volver a incidir en la velocidad y radares como única solución demuestra que lejos de buscar mejor comunicación y formación de los conductores/as a lo largo de su vida al volante, se les terminan las medidas coercitivas con las que seguir aguijoneando a los que pasan muchas horas en la carretera. Fenómenos como la llegada de los smartphones están fuera de control, La reducción de velocidad en las nacionales tendría mucho menos impacto que una mejor formación y reciclaje de conductores, la mejora de los puntos negros en las carreteras, la reducción de los costes de circular por autopistas, la mejora del piso y los incentivos para la compra de automóviles más seguros tanto desde el punto de vista dinámico como pasivo.

Pero eso, querido amigo, parece cada vez menos posible que pase. Así que, mientras tanto... ¡QUIETO TODO EL MUNDO!

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