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Opinión F1El Jefe, "la maldita Fórmula 1" y un fuerte que defender

  • Fernando Alonso Díaz es ya historia de la Fórmula 1 y un icono del automovilismo mundial que buscará hacerse eterno en otras disciplinas.
  • Apasionado, incombustible, controvertido, el piloto español le ha encomendado una tarea a la afición española mientras emprende un nuevo reto.

8 min. lectura

Publicado: 25/11/2018 21:00

“Adri, aquí me va a costar ser el jefe”. Eso fue lo primero que le dijo Fernando Alonso Díaz -por entonces piloto de 19 años que debutaba con Minardi en la Fórmula 1- a su mánager, en aquellos tiempos Adrián Campos, al bajarse del coche tras la disputa de los primeros entrenamientos libres del Gran Premio de Australia de 2001.

Y no cabe duda de que le ha costado serlo, por mucho que todo pareciera ir rodado durante sus primeras temporadas en la que quemó etapas a ritmo vertiginoso, estableció récords de precocidad y desafió a grandes talentos como Kimi Räikkönen o Juan Pablo Montoya. Incluso a la leyenda, Michael Schumacher. Pero siempre se dice que lo más difícil no es llegar, sino mantenerse, y Fernando Alonso puede dar fe de ello.

17 años, ocho meses y 23 días después, nuestro campeón deja la Fórmula 1 cansado de su exigencia, de los viajes, de las obligaciones pero sobre todo de no experimentar lo que alimenta su motor interior: competir por ganar. Y yo, que nunca he sido dado a apropiarme del éxito de los deportistas, escribo “nuestro campeón” conscientemente porque considero a Fernando Alonso patrimonio de todos los aficionados al automovilismo, no sólo de España, sino de todo el mundo.

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Es obvio que Alonso ha provocado siempre división de opiniones en lo que a su carácter, sus declaraciones o su forma de actuar fuera de la pista respecta. Pero creo que nadie, absolutamente nadie que tenga dos dedos de frente, duda ni por una fracción de segundo de su capacidad para asombrar y emocionar al volante de un vehículo de competición.

Algo que ha estado presente durante su trayectoria en la Fórmula 1 en múltiples ocasiones. Aquel traspaso de poderes de San Marino 2005, aquella reencarnación de Senna en Hungaroring 2006 o la magia de Valencia 2012 han sido sólo algunos de los muchos momentos históricos que expresan a la perfección lo que Fernando Alonso le ha dado al automovilismo: talento apasionado, emocionante, desbordante.

Admito que me resulta complicado hablar de Fernando Alonso. No vale cualquier cosa y, sin embargo, son tantas las líneas que se le han dedicado a su figura que parece imposible crear algo a la altura de su grandeza. Una grandeza que, paradójicamente, ha llegado a otra dimensión gracias a sus logros fuera de la Fórmula 1 en el último año y medio. El drama de McLaren le hizo ver que no podría ser recordado como uno de los más grandes de todos los tiempos sin buscar un camino alternativo y la Triple Corona fue el trayecto elegido. No ganó las 500 Millas de Indianápolis, pero las metió en millones de hogares. Sí se coronó vencedor de las 24 Horas de Le Mans e, independientemente de eso, también inoculó el mundo de la resistencia en los aficionados. Y lo mismo puede decirse de los medios de comunicación, habitualmente hipnotizados por el péndulo que mueve el ‘Gran Circo’.

Llámenlo carisma, llámenlo carácter, llámenlo tesón, pasión o determinación. O todo a la vez

Otro tanto puede decirse de las 24 Horas de Daytona o de cualquier otra prueba o disciplina en la que compita en el futuro, porque la grandeza de Fernando Alonso no reside únicamente en sus resultados o en su arrojo en la pista, la enormidad de su figura es un compendio de intangibles que se sustenta en la capacidad que tuvo para crear una masa de aficionados al automovilismo que perdurará con su marcha. Obviamente no en su totalidad, quizá ni siquiera en su mayor parte, pero sí con la suficiente presencia como para abandonar la categoría de deporte minoritario y mantenerse de pleno derecho entre las disciplinas más seguidas de nuestro país durante los próximos años.

Llámenlo carisma, llámenlo carácter, llámenlo tesón, pasión o determinación. O todo a la vez, pero lo cierto es que Fernando Alonso abrió un camino entre la maleza y lo convirtió en una enorme vía rápida por la que hemos transitado a su lado. Sin duda la agonía deportiva de los últimos años no ha sido fácil de digerir para ninguno de nosotros -bien por sufrirlo a su lado o frente a él-, pero jamás hemos tenido que preocuparnos de encontrar piedras en el camino o de no encontrar una estación de servicio en la que repostar: hemos tenido acceso a toda la información, a los detalles, a las claves de cada situación... hemos tenido la opción de descubrir en qué consiste la Fórmula 1 y hemos podido conocerla en profundidad gracias a las herramientas que Fernando nos ha dado.

Alonso se marcha de la Fórmula 1 y algún día lo hará del resto de competiciones. Dejará de empuñar el volante para siempre y, ese día sí, tendremos razones para entristecernos y sentir -como quizá incomprensiblemente hemos hecho hoy- que se ha terminado una etapa de nuestra vida, un conjunto de vivencias irremediablemente ligadas a situaciones personales que nos recuerdan cómo hemos ido creciendo, madurando, evolucionando. Tantas celebraciones familiares que inoportunamente coincidían con las carreras, tantos madrugones que tan caros se pagaban al día siguiente, tantas discusiones de pareja por culpa de “esa maldita Fórmula 1 a la que quieres más que a mí”.

A Fernando le costó menos de lo esperado ser El Jefe, pero mucho más de lo imaginado convertirse en un Rey longevo

Pero su legado queda y es responsabilidad nuestra cuidarlo, valorarlo y perpetuarlo. ¿Estaremos a la altura? A Fernando Alonso le costó algo menos de lo que pensábamos ser El Jefe, pero seguramente mucho más de lo imaginado convertirse en un Rey longevo. Aunque, admitiendo que esto da lugar a más interpretaciones personales, considero que en realidad Alonso nunca dejó de ser El Jefe, pues no necesitó que los números avalasen su liderazgo, y la repercusión que cada paso, palabra o gesto tiene en todo el mundo automovilístico así lo demuestra.

Gracias, Fernando, por guiarnos en la oscuridad hacia un mundo inimaginable. Nos has encomendado seguir cuidando del fuerte mientras emprendes un nuevo viaje, pero somos tantos que muchos te seguiremos encantados. ¿Alguien se apunta?

Fotos: McLaren Racing

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