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Virutas F1Maxofilia y Carlosfobia (o viceversa)

La temporada avanza, el frío invernal se marcha, las calores primaverales elevan su temperatura, y empiezan a florecer los contratos. Fernando Alonso despejó dudas, y se queda en el apartamento verde que Lawrence Stroll anda construyendo a su alrededor.

Maxofilia y Carlosfobia (o viceversa)
Max Verstappen rocía con champagne a Carlos Sainz en el podio de Suzuka

8 min. lectura

Publicado: 15/04/2024 12:00

Pero lo de Max Verstappen y Carlos Sainz sigue pendiente, y deja dos dudas flotando en el aire, aunque parecen ir encaminadas a sus destinos lógicos.

Los rumores han cesado, los juegos malabares de nombres y destinos bajan la presión, y la Silly Season va apaciguándose. Una cosa es lo razonable, y luego otra es lo que pueda ocurrir, pero lo primero queda claro: pocos cambios, y casi todos los hemos visto ya.

En Red Bull el tema parece bastante más tranquilo que cuando se destapó el jaleo aquel de Christian Horner y su secretaria. Si el británico pedía paz y tranquilidad, el máximo agitador era el padre del vigente campeón neerlandés. En realidad, el piloto nunca dijo de irse de allí; solo de estar cerca de su progenitor.

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Pax Romana pagada por Red Bull

A la primera de cambio, y es sospechable que tras algún tipo de pacto, Jos Verstappen desapareció de la escena de manera oportuna. Mientras que su vástago ganaba en Suzuka, su padre corría un rallye casi en las antípodas del Reino Unido… patrocinado por Red Bull. Siendo malpensados se podría pergeñar un ‘quítate de en medio, que metiendo ruido estorbas’. Si a Jos le fue solo regular sobre la gravilla a bordo de su Škoda Fabia, Max acumuló una victoria más. La jugada de crear un cordón sanitario funcionó.

Si el neerlandés consigue domar su ego y sus pasiones, su mejor opción no sería otra que quedarse en Red Bull. Lleva allí desde 2016, donde es amo y señor, lidera sin que nadie le importune, y queda claro que no le van a llevar a ningún otro campeón vigente o pretérito que le robe su trono. No tendrá que compartir box con un Lewis o un Fernando, ni tampoco con un recuperado Vettel. Checo Pérez cumple con su papel de escolta, y en este inicio de temporada su concurso es más sólido y contante que el irregular año pasado. Su contrato acaba a finales de año y no hay muchas mejores alternativas de seguir así.

Max Verstappen, a bordo de su Red Bull RB20

No es ya un ‘sifuncionanolotoques’ para Max, sino un ‘¿a dónde vas a ir que estés mejor que aquí?’ Ferrari ha comenzado la temporada mejor de lo que muchos esperaban, pero los contratos con Charles Leclerc y Hamilton impiden que llegue allí en mucho tiempo. Mercedes lleva tres años con errores graves de concepto y arrancando el calendario peor de lo que les gustaría. Es un gran equipo sin duda alguna, pero para Max, sería irse de una escudería ganadora, a una a la que le está costando estar en el grupo de la muerte. No está entre las que luchan por podiums y consiguen carreras, y olvídate de títulos. La marcha de Lewis debería indicarte cosas.

Max tiene contrato hasta 2028 con el equipo que mejor le paga, con el que gana carreras, que está a sus pies, con quienes lidera el mundial desde hace tres años, y donde no se atisba a corto ni medio plazo una recesión técnica ni operativa. Irse de ahí sería darse un tiro en el pie, al menos hasta que tengamos claro que va a ocurrir en 2026.

El gato montés

El caso de Carlos Sainz es muy distinto. Se encuentra en un estado de forma inmejorable, se sacrifica como pocos, gana carreras, en Maranello le adoran. Lo mejor de todo, desde un punto empresarial, es que sabedor de su status de empleado, no ha dado un ruido. Cualquier otro hubiera montado una pira en mitad de paddock quemando sus camisetas. Sin embargo, no se ha observado ni un resquicio de acritud en su rostro, ni una queja, ni una mala palabra. Esto, en la Formula 1 supone un valor extra, de esos que a la hora de firmar papeles se rubriquen en la confianza de que se adquiere a un profesional de los pies a la cabeza.

Y nos queda la opción obvia: Mercedes. Lewis le ha hecho un roto en el traje a Toto Wolff, que con toda seguridad debe haber sido respondido con palabras en tono alto. Que el siete veces campeón ande doliente de las prestaciones de su monoplaza, cuando podría quedarse callado indica dos cosas: quiere hacerlo bien, y esto es natural, y dos, que para los diecinueve grandes premios que le quedan dentro, se queja dentro.

Carlos Sainz es el piloto más deseado de entre los que están libres.

Su mejor opción

Un equipo campeón necesita a un piloto campeón, y en su defecto, uno ganador, y Carlos lo es. La opción de Kimi Antonelli se antoja lejanísima. El prometedor italiano va noveno en su primera temporada de Formula 2, y no es que no gane, es que aún no conoce el podio. La F1 queda lejos, y para viajar en primera, necesitará una escalera de infinitos escalones insalvable a día de hoy. Las opciones deseables se reducen.

Esteban Ocón es cercano a Wolff, pero nadie le sienta en su equipo, Hülkenberg aún tiene que ganar su primera carrera tras el récord de 207 carreras comenzadas, Vettel no va a volver... y no queda mucho más.

En Italia dan a Sainz fichado en la cofradía de la estrella, pero rumores arriba o abajo, Wolff no tiene muchas más opciones, y mejores… prácticamente ninguna. Que Mercedes fiche a Carlos Sainz no sería una sorpresa; la sorpresa sería que no lo hiciera. Hay quien no ve de líder de esta formación al madrileño, pero puestos a elegir en un hipotético duo Sainz-Russell, la elección sería sencilla a nivel práctico.

Tiene mucha más experiencia, ha trabajado en equipos grandes, acumula más victorias, y ha corrido para casi media parrilla. Si la política de empresa, o las emocionalidades extremas no se meten por medio, Max seguirá de azul, y Carlos cabalgará una estrella. Y luego, que se las apañen todos.

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