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Virutas F1Las vacas se pesan por la panza

El científico británico Francis Galton realizó en 1906 un curioso estudio en la feria de ganado de Plymouth. Por unos pocos peniques se podía apostar el cálculo del peso de un buey.

Las vacas se pesan por la panza
El nuevo Fórmula 1 vale más por lo que esconde que por lo que muestra.

12 min. lectura

Publicado: 19/02/2022 11:00

Participaron cerca de ochocientos granjeros. Galton, cogió todos los resultados, los sumó, los dividió por el número de participantes y obtuvo el peso exacto del bóvido con un error de poco más de medio kilo.

En la Fórmula 1 existe un maravilloso grupúsculo de observadores capaces de encontrar milímetros de diferencia a simple vista en un escondido aletín entre una carrera y la siguiente. Es una increíble, admirable, y envidiable capacidad. Para eso hay que valer, hay que saber, y es una asombrosa habilidad ante la que el abajo firmante —un perfecto inútil en la materia— se quita el sombrero. Los primeros bólidos de este 2022 se empiezan a mostrar ante las cámaras, con sus sinuosas formas y sus llamativos colores, y hay quien es capaz de saber hasta qué tiempo harán en Mónaco. Probablemente acierte… pero se equivoca, se equivocan.

El dilema de esta nueva regulación es que lo verdaderamente importante no se ve, no se puede ver

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El problema es que esta vez miran mal, donde no deben. Escrutinan el lugar de donde van a sacar poco. Un Fórmula 1 es una maquinaria compleja repleta de misterios, secretos y trucos que durante años podían ser más o menos descubiertos poniendo bajo la lupa sus imágenes. El dilema de esta nueva regulación es que lo verdaderamente importante no se ve, no se puede ver. La explicación estriba en la existencia de un cálculo, compartido por varios técnicos consultados y que apunta a que si hasta ahora entre el treinta y el cuarenta de la carga aerodinámica que sujeta a un coche contra el suelo salía no de sus apéndices aerodinámicos sino de su panza. Este año esto no va a ser así… va a ser distinto, muy distinto.

No existe una cifra exacta pero hay quien piensa que los faldones laterales que crean el llamado Efecto Suelo, la inicial sencillez del difusor, el espacio de trabajo que permiten las regulaciones en los pontones, el descomunal tamaño del ala delantera en esta generación de monoplazas la barriga creará más de dos tercios del agarre aerodinámico. Más allá de esto, hay alguien que pergeña que cuando esto se vaya refinando podría irse incluso a cerca del 75%. Es por esto que esa retahíla de gente increíble que ve los coches y puede casi determinar sus prestaciones se va a quedar sin gran parte de su información disponible porque apenas podrá verla. Entre las novedades se habla de la casi desaparición del rake, de la sinuosidad del fondo plano-que-ya-no-va-a-ser-del-todo-plano, y de las canalizaciones de aire justo por debajo de los laterales del coche.

El Aston Martin AMR22 apuesta por el doble fondo con su forma de los pontones.

Si se observa el Aston Martin la entrada de aire está muy arriba. Eso implica que albergan unos radiadores altísimos, casi horizontales, de ahí las branquias y el cierre de la zaga según se acerca a su final. Esto permite el paso de mucho aire por debajo de ellos y por encima del fondo plano. El McLaren sin embargo va justo en la otra dirección al abrir la cola del monoplaza y evacuar calor por ahí en dirección hacia el difusor, lo que a su vez condiciona el tren trasero y las suspensiones. Si antes la barriga del coche era fundamental, ahora es crítica, y un error de diseño inicial puede lastrar los resultados durante años.

Sí, años. Cuando se inicia el diseño de estos coches se arranca por el chasis, luego se le dispone el motor, y al final y dentro de la base inicial se coloca la caja de cambios. Los ingenieros de aero quieren cajas de cambio pequeñas para reducir en lo posible su huella aerodinámica; los del negociado del motor quieren más espacio para poder colar sensores o piezas más sólidas. Salta a la vista que las dos cosas no pueden ser. El problema es que FIA obliga a mantener las cajas de cambio durante los próximos cinco años con mínimas modificaciones a base de tokens durante este periodo. Una mala decisión en este sentido y la configuración general de los bajos fondos de tu coche puede quedar comprometido todo un lustro, y justo en la zona más sensible de todo el concepto general: la panza.

FIA ha fomentado un departamento técnico para desarrollar las regulaciones de los años venideros y se nota que se ha redactado con un programa de diseño CAD delante e ingenieros en aerodinámica dictando las palabras adecuadas. Los tipos se han fajado y no solo les han impuesto unas reglas estrictas sino también el método para encontrar soluciones. La idea es que si encuentran un agujero legal por el que colarse, FIA estará allí esperándoles con la cachiporra, como en los dibujos animados. Cada cambio de orden mayor ha de ser remitido a los jueces técnicos antes de ser implementado en un fichero informático, y ha de ceñirse a lo regulado. El truqui de los ingenieros habita en el espacio no regulado, y FIA ya ha estado allí antes así que será muy complicado torearles. Las nuevas reglas han dibujado unos monoplazas que restan mucha carga aerodinámica a lo conocido en los últimos años. El fin perseguido ha sido reducir la huella aérea de los monoplazas y molestar menos a los perseguidores en su avance.

A resultas de ello ya se sabe que los coches serán más difíciles de pilotar, llegarán más errores de conducción, y con ello más accidentes. Hay dos preocupaciones: que los bólidos puedan aguantar en carrera tras algún incidente y por ello varios equipos han reforzado zonas críticas en los chasis. La otra cuita es algo que ha traído de cabeza a los ingenieros y son las restricciones financieras. Los técnicos antes tenían carta blanca a la hora de gastar dinero, siempre dentro de las posibilidades. En los equipos de bolsillo profundo era un descrédito para un jefe de sección no fundirse toda la pasta asignada, porque si no ganaban y en su momento tuvo dinero para mejorar, le daban una colleja por no haber derretido ese presupuesto habiéndolo tenido. Ahora es justo al revés y por dos razones, una la limitación, y dos, si algo resulta fallido, igual no tienes pasta para desarrollarlo aunque sepas cual puede ser la solución.

El nuevo Ferrari, un diseño radical que debe llevar a los italianos a la victoria más de dos años después de haber conseguido la última.

Este año se va a caracterizar por una serie de pautas reconocibles:

  1. Los pilotos tendrán que cambiar su estilo de manejo para con el coche, en algunos casos ostensiblemente con coches más duros, más rocosos. Se traspasan más capacidades y prestaciones a sus tripulantes y se les restan a las prestaciones intrínsecas de los monoplazas.
  2. Adiós a bargeboards, rake, y mucha carga. Hay rumores que apuntan a que al menos una escudería ya ha recuperado casi todo lo perdido con las nuevas regulaciones… pintan sus coches de azul.
  3. El papel del fondo plano será crucial, fundamental. Los toques accidentales en pianos muy pronunciados o situaciones que puedan dañarlo van a descuajeringar muchas actuaciones, apuesta tu dinero a que esto va a ocurrir.
  4. El aletín flotante bajo el vórtice Y250 del ala delantera obligatorio que presenten muchos equipos no solo presentará ciertas condicionantes en los pitstops sino que puede sufrir en los compases iniciales de las carreras. Que el ala frontal sea tan grande tampoco ayuda en este sentido.
  5. La clave de la actual arquitectura técnica de los coches será muy poco visible. Será el concepto del chasis en su relación con el fondo lo más importante, más aún que las superficies superiores. Debido a lo restrictivo de muchos de sus apartados hará que varias partes sean casi calcadas de unos a otros.
  6. La gestión técnica, relacionada con el management y presupuestaria se ajustará más que nunca, en especial en este último plano. Como te pases de listo al inicio de la temporada puede que tenga poca o ninguna solución y no puedas apañarlo más adelante.
  7. El comienzo de la temporada tendrá uno o dos dominadores claros. Durante la temporada los de la zona media empezarán a implementar soluciones a sus fallas y posibles errores de cálculo inicial.

No había Fórmula 1 en 1911, el año en que nos dejó Francis Galton, pero probablemente si le hubieran preguntado quién podría ganar aquel año lo hubiera adivinado tras haber sopesado el peso de los coches o algún tipo de medida similar. Es una lástima no poder contar con su sapiencia, pero es precisamente no saber quien va a ganar lo que nos mantiene clavados ante las pantallas hasta que se decida el campeón de 2022. Mientras, mejor calcular solo el peso de las vacas… y para acertar habrá que mirarles bien la panza.

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