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Coches RarunosAllard Clipper, el coche indestructible

El Allard Clipper fue uno de los microcoches más controvertidos: su innovadora carrocería estaba hecha de fibra de vidrio, era extremadamente económico y gastaba muy poco combustible. Sin embargo, este diminuto modelo de tres ruedas pasó a la historia como uno de los peores coches británicos de la historia.

Allard Clipper, el coche indestructible

9 min. lectura

Publicado: 05/03/2016 09:00

Si sigues con frecuencia la sección de Coches Rarunos te habrás dado cuenta de que sentimos especial cariño por los microcoches. Varios han protagonizado este apartado y el de hoy también pertenece a esta categoría. El Allard Clipper fue un coche especial por ser muy revolucionario e innovador en su época.

El fabricante británico de automóviles Allard Motor Company tuvo una vida efímera, siendo fundada en 1945 y viendo como cesaba toda producción en 1958. Con el Clipper, la marca se aventuró en el mundo de los económicos microcoches por primera vez a pesar de que su historial está repleto de automóviles deportivos con motores de seis y ocho cilindros.

Esta tendencia hacia los coches deportivos no es extraña ya que su creador, Sydney Herbert Allard, fue un piloto de carreras muy activo en la primera mitad del siglo XX. Pronto empezó a crear sus propios coches para competir: con ellos subió al podio en las 24 Horas de Le Mans de 1950 (Allard J2) y ganó el rally de Montecarlo en 1952 (Allard P1). Al final de su carrera fue uno de los grandes impulsores de las competiciones de drag racing en Reino Unido.

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El chasis de acero del Allard Clipper era extremadamente simple. El diminuto motor se situaba junto a la rueda trasera izquierda

La historia cambia cuando David Gottlieb hace su aparición en escena. Gottlieb era diseñador y en 1953, a través de su empresa Powerdrive Ltd, le propuso a Allard el proyecto de un coche diminuto, asequible y con tres ruedas. No tenía nada que ver con los automóviles que hacía la marca británica hasta ese momento y, quizá, lo más lógico habría sido rechazar la idea sin perder un segundo.

Pero lo cierto es que las ventas de Allard siempre fueron bastante discretas y en esas condiciones era difícil que la empresa fuera viable. Después de la Segunda Guerra Mundial la economía europea no estaba para muchas alegrías y en la década de 1950 se hicieron muy populares los microcoches: la clientela manda, era una buena oportunidad de negocio ¿Por qué no? Entrar en un nuevo segmento podía ser un gran impulso para la compañía.

Fibra de vidrio y enfoque ‘familiar’

Sydney Allard se puso manos a la obra y firmó un acuerdo de colaboración con Powerdrive para producir el pequeño automóvil. El Clipper daba sus primeros pasos: el diseño se delegaba en Powerdrive mientras que Allard se encargaría del apartado técnico. Apenas dos meses después el primer prototipo estaba listo y el 15 de abril de 1954 fue matriculado para sus pruebas en carretera.

Una unidad del Allard Clipper durante su fabricación

La carrocería estaba realizada en fibra de vidrio, toda una innovación para la época. Recurrir a este material abarataba el proceso de fabricación y ahorraba unos cuantos kilos en su construcción. Eso sí, había que reconocer que su diseño no era la mejor cualidad. Sus formas respondían a unos moldes hechos a mano, así que no podían realizarse formas muy complejas.

Probablemente fue el primer coche con carrocería plástica comercializado en Europa y eso le sirvió para que en su publicidad pudiera presumir de ser “indestructible”. A diferencia de las carrocerías metálicas, el cuerpo del Clipper no se abollaba ni se arañaba. Ni siquiera perdía el color ya que no estaba pintado, el color se inyectaba en el molde y era absorbido por la fibra de vidrio.

El ingenio no terminaba aquí. Casi todos los microcoches ofrecían dos plazas pero, a pesar de sus reducidas dimensiones, el Clipper trataba de ser una especie de modelo familiar. Su habitáculo daba cabida en su interior a dos adultos muy apretujados, claro está, pero lo más llamativo estaba detrás: donde debería estar el equipaje existía la opción de montar dos asientos adicionales para niños. Un microcoche con una dosis extra de practicidad por su configuración 2+2.

Las dos plazas adicionales eran aptas para niños

Las comodidades eras escasas y el equipamiento prácticamente nulo. Con su enfoque económico, el Allard Clipper era extremadamente rudimentario, ni siquiera tenía intermitentes y sólo tenía una puerta situada en el lado del acompañante. Pero gracias a eso, era uno de los microcoches más baratos que podían encontrarse en el mercado.

¿El peor coche británico de la historia?

Aunque era una apuesta valiente y revolucionaria, fue un rotundo fracaso. De hecho, no son pocos los aficionados y expertos que señalan que el Allard Clipper fue uno de los peores coches británicos de la historia. Incluso su innovadora carrocería de vidrio, su principal sello de identidad, fue una continua fuente de problemas.

La carrocería diseñada por Powerdrive era fabricada en las instalaciones de la compañía aeronáutica Hordern-Richmond. Desde allí se llevaban a Londres, a la factoría de Allard, para su ensamblaje. Cada carrocería se trasladaba en una furgoneta lo que resultaba un proceso muy lento e ineficiente. Además, tampoco era extraño que la carrocería tuviera alguna imperfección por lo que debía ser devuelta a la fábrica de Hordern-Richmond y la entrega del vehículo se retrasaba notablemente.

"Indestructible". Estaba claro que la publicidad de Allard no se refería a su fiabilidad mecánica

El modelo de tres ruedas británico recurría a un motor de motocicleta firmado por Villiers. Esta mecánica de dos tiempos y un único cilindro tenía 346 centímetros cúbicos y desarrollaba unos más que discretos 8 CV. Las prestaciones eran ínfimas pero el Clipper era uno de los coches más frugales de aquella época, con un consumo que prometía rondar los 3,4 l/100 km.

Sólo la rueda trasera izquierda recibía propulsión a través de una sencilla transmisión por cadena, lo que dificultaba los giros hacia la izquierda. Pero su escasa agilidad era un mal menor en comparación con su gran punto débil, la fiabilidad. El motor estaba en la parte trasera izquierda, junto a la rueda, y estaba refrigerada por aire. Sin embargo, por su diseño apenas le llegaba aire y sufría constantes problemas de sobrecalentamiento que nunca llegaron a resolverse. Las averías y reclamaciones estaban a la orden del día.

El coste de la fibra de vidrio fue creciendo, lo que incrementó el precio que solicitaba Hordern-Richmond por la fabricación de las carrocerías. La tensión entre esta empresa y Allard fue creciendo hasta que el 24 de junio de 1955 terminó la relación, suponiendo el fin de la fabricación del Clipper cuando apenas se habían producido 22 unidades. Hoy en día sólo sobreviven dos: uno en Reino Unido y otro en Alemania.

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