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La historia del primer ganador del GP de Mónaco, el Bugatti que costó solo 12 libras

  • Uno de los escasos supervivientes de los 45 Bugatti Type-35B, uno de los modelos de mayor éxito deportivo de la historia, tiene el honor de haber sido el primer ganador de la historia del Gran Premio de Mónaco, en 1929.
  • Una de las piezas más relevantes del mundo del motor y la competición, que fue encontrado en una subasta de las autoridades francesas y que costó a su nuevo propietario la ridícula cifra de 120 francos, unas 12 Libras.
La historia del primer ganador del GP de Mónaco, el Bugatti que costó solo 12 libras

11 min. lectura

Publicado: 17/09/2016 18:00

El Type-35B en 2005, cuando fue subastado.

La importancia de Bugatti no se debe exclusivamente a sus extraordinarios Gran Turismo y limusinas de la primera mitad del siglo XX. Lla leyenda de la marca francesa se forjó en los circuitos, cosechando innumerables éxitos en los más importantes trazados y competiciones. El modelo que aparece en las imágenes es, sin duda alguna, uno de los más relevantes de la historia de la marca y del automovilismo deportivo en general, ya que se trata del Bugatti Type 35B vencedor del primer Gran Premio de Mónaco, disputado en el año 1929.

Mucho antes de que se fundara el campeonato que a día de hoy conocemos como Fórmula 1, el Gran Premio de Mónaco ya era una de las carreras clásicas del calendario anual de competiciones europeas, una de las pocas pruebas históricas, que como Le Mans, aún sigue disputándose.

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La importancia de este vehículo es tal, que el propio Principe Rainiero de Mónaco mandó erigir una estatua en su honor al modelo, que con número de bastidor 4914, no solo dispone de una historia y un palmarés inigualable, sino que a día de hoy es uno de los escasísimos ejemplares de la época anterior a la Segunda Guerra Mundial que permanece entero, completo y lo más increíble, sin haber sido restaurado en sus casi 90 años de vida.

El Type 35B en la curva de Loews, en el Gran Premio de 1929.

Por lo que no solo es el único vehículo que puede presumir de haber sido el primer vencedor del Gran Premio monegasco, además, es uno de los pocos supervivientes conocidos de su estirpe y sus condiciones actuales lo destacan sobremanera con respecto al resto de clásicos disponibles de su época. Ya que es casi imposible encontrar piezas sin haber sido restauradas o reacondicionadas, ya sea de manera total o en parte.

La historia de este ejemplar es por tanto muy rica, nacido como modelo estrictamente de competición en 1928, estuvo en servicio con numerosos pilotos entre 1928 y 1931. Anteriormente a la celebración del primer GP de Mónaco, este ejemplar vencía en el Marne Grand Prix en Reims con Louis Chiron a sus mandos, el mismo piloto que ahora homenajea Bugatti con el sucesor del Veyron. En 1929, año de la celebración de la carrera monegasca, Bugatti había vendido todos los ejemplares oficiales de carreras, por lo que la unidad #4914 era el único Bugatti oficial con el que la marca participó en la prueba monegasca, curiosamente, repintado de color verde para la ocasión, en lugar del azul que lucían los deportivos de la marca.

En esa prueba se las tuvo que ver con otros siete Bugatti, tres Alfa Romeo, dos Maserati, un Corre-la-Licorne, un Delage y por último, un Mercedes-Benz SSK que con apoyo de fábrica y Rudi Caracciola al volante, fue el único que plantó cara al Type 35B #4914. En este Gran Premio el piloto escogido fue el británico William Grover-Williams, motivo por el que habían cambiado el color del Type 35B a verde inglés, la nacionalidad del piloto.

W. Williams posando en el entonces verde Bugatti.

La carrera fue intensa y emocionante, sobre todo el duelo vivido entre Williams y Caracciola. Este último, con su enorme motor sobrealimentado de 7.1 litros parecía que iba a poder con el pequeño Bugatti, dotado de un motor de 8 cilindros en línea también sobrealimentado pero de solo 2.3 litros. Caracciola logró adelantar al verde Bugatti en una ocasión, jugada que le fue devuelta más tarde, pero fue en boxes donde Mercedes-Benz perdía esta insigne carrera, ya que si bien Caracciola recuperaba el liderato cuando Williams entraba a repostar, poco después el Mercedes de color blanco debía parar también en boxes, con el infortunio de tener que cambiar también los delgados neumáticos traseros debido al mayor peso de su vehículo, devolviendo la primera posición a Bugatti y perdiendo todas sus opciones de carrera.

Tras esta victoria, Bugatti vendía el #4914 al agente de ventas de la marca en Niza, Ernest Friderich, por 110.000 francos, quién lo vendió posteriormente al Barón Albert de Bondeli, con las intenciones de emplearlo en competición, aunque con el piloto René Dreyfus a sus mandos y de nuevo repintado de color azul. Curiosamente, este piloto, estrella en ciernes en aquel momento era vendedor en el mismo concesionario de Friderich. Dreyfus había sido quinto en el primer Gran Premio de Mónaco con otro Bugatti, un Type 37A, y ya con el #4914 lograba vencer el Dieppe Grand Prix de 1929.

Dreyfus corrió hasta 1931 con el Type 35B #4914, convirtiéndose en su propietario incluso durante un tiempo, pero en 1932, este era vendido a Aristide Lumachi, que a pesar de haber competido entre 1930 y 1931 con otro Type 35, no empleó el 4914 para competir, sino que lo empleó como vehículo de calle durante un tiempo, momento en el que se cree que fue pintado de color rojo. Llegada la Segunda Guerra Mundial, Lumachi envió el ejemplar de nuevo al concesionario de Ernest Friderich en Niza, de donde había salido en 1929, con el objetivo de mantenerlo a salvo durante la contienda.

El Bugatti perseguido por el Mercedes-Benz de Caracciola en Mónaco 1929.

Tras la guerra, en 1946 Lumachi se inscribió en el Gran Premio de Marsella, presumiblemente con el #4914 ya que finalmente no se presentó. Poco después, un empresario francés adquiría el Bugatti, pero en 1950 su negocio entraba en bancarrota y las autoridades galas confiscaban el deportivo, ahora de nuevo azul, junto al resto de propiedades del empresario.

Durante cuatro años, el Bugatti #4914 estuvo almacenado, hasta que fue subastado por las autoridades en 1954, siendo comprado por un afortunado Edmond Escudier a un precio ridículo, solo 120 francos o unas 12 Libras de la época, y por recomendación de su padre, que apreciaba sobremanera los modelos de la marca francesa.

Por supuesto, ni el ni su padre podían saber que ese gastado Type-35B era nada menos que el modelo ganador del primer Gran Premio de Mónaco. De hecho, no fue hasta cerca de diez años después que lo descubrieron, gracias a una carta de 1963 firmada por el experto de la marca, Hugh Conway, que lo advirtió del llamativo hecho. Una vez salida a la luz la historia, el #4914 fue invitado a abrir el Gran Premio de Mónaco de 1965, con nada menos que Louis Chiron a los mandos. El Bugatti volvería a efectuar una vuelta de honor en el GP monegasco en las temporadas de 1997 y 2000.

Imagen tomada del Bugatti en septiembre de 2016, durante el Chantilly Arts & Elegance.

El hecho de ser el vencedor del GP de Mónaco de 1929 no pasó desapercibido a los hermanos Schlumpf, los más célebres coleccionistas de modelos de la marca, cuya vasta colección dió lugar, tras una truculenta historia, a la formación del Museo Nacional del Automóvil francés, conocido como Cité de l´Automobile.

Estos poderosos industriales franceses fueron bien conocidos por pagar enormes sumas de dinero por los vehículos por los que se encaprichaban, generalmente de marcas francesas y de manera especial por los ejemplares de la firma de Ettore Bugatti. No fueron pocas veces las que intentaron adquirir el Type 35B #4914, llegando incluso a ofrecer a Escudier la posibilidad de que este fijara el precio, fuera cual fuera, sin embargo, este se negó en todo momento y no fue hasta 2005 que lo pusiera a la venta.

La relación con el principado ya no se rompió más, siendo uno de los protagonistas habituales del museo del motor fundado por el Príncipe Rainiero, quien mandó construir la estatua de bronce a tamaño natural que podemos encontrar en la curva de Santa Devota del circuito y que representa al Bugatti y a su piloto británico de 1929.

La estatua a tamaño natural se encuentra junto a la curva de Santa Devota.

En el año 2005, Bonhams subastó el Bugatti #4914 aunque no llegó ni a su estimación más baja, de dos millones de Libras, ni a su precio de reserva, pero más tarde, y ya en venta privada donde se cree que alcanzó las 1.87 millones de Libras o 2.7 millones de euros, el ajado Bugatti volvió a cambiar de manos, convirtiendo los míseros 120 francos de 1954 en toda una fortuna.

Actualmente, el ejemplar #4914 sigue sin ser restaurado y se mantiene completamente operativo y funcional, como pudimos comprobar el pasado fin de semana en el Chantilly Arts & Elegance 2016, donde fue uno de los participantes destacados.

Fotos: Bonhams

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