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Especial prototipos: El duro trabajo de nuestros fotógrafos espía

Hay quien puede pensar que el trabajo de nuestros fotógrafos espía puede ser el más divertido del mundo y que cazar una novedad mundial lleva a la cumbre, pero no todo es un camino de rosas. Las largas horas no compensan en la mayor parte de las ocasiones y tampoco las duras situaciones que deben de aguantar por lograr una instantánea.

7 min. lectura

Publicado: 20/08/2018 08:00

Una peineta, un gesto muy "amigable" de un probador a bordo del nuevo Volkswagen T-Cross

Largas horas de espera, cientos de kilómetros recorridos para llegar a algunas zonas de pruebas de algunos fabricantes -y que son más escurridizos de lo habitual- en todo el continente europeo e, incluso al otro lado del Atlántico- bajo meteorologías duras de calor, frío y lluvia. Puede parecer que el trabajo de fotógrafo espía es simple y fácil, pero estas condiciones son sólo algunas a las que se someten a diario.

Y no todas, porque algunas llegan a rozar la incredulidad. Si sigues nuestras fotos espía, podrás comprobar que, cada vez más, las instantáneas cuentan con caras y matrículas pixeladas, mientras que en otras imágenes se puede apreciar cómo los conductores o pasajeros a bordo de prototipos se tapan la cara, ya que no quieren que su imagen sea pública.

Que un prototipo cubierto completamente de camuflaje se encuentre en la calle, lo convierte en susceptible de toma de imágenes por parte de los viandantes, incluidos fotógrafos, no violando ninguna norma. El problema es cuestión de asumir tal nivel de susceptibilidad. De hecho, las caras se pixelan porque lo realmente importante es el vehículo; y también depende del fabricante; gran parte de las marcas tienen asumido que van a ser objetivo de fotógrafos, por lo que cada uno se dedica a su trabajo.

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Fuente: Carscoop. Un probador de Volvo se enfrenta al fotógrafo mientras graba un vídeo, una actitud que causó lesiones al informador gráfico

Los hay que saludan, se echan unas risas o hacen el gesto de una cámara con una sonrisa, pero otros muchos no son tan "amables". Desde simples muestras con el dedo corazón en vertical hasta amagos de atropellos o amenazas directas que sí son delito aduciendo que "el pan de sus familias depende de ese trabajo" y por tal motivo se permiten el lujo de, incluso, amenazar de muerte a los que solo hacen un trabajo informador.

No será la primera vez -ni la última- que han llegado algunos probadores a meterse literalmente por las ventanillas de los coches de los fotógrafos para robarles la cámara o bajarse de los coches y pegar manotazos para romper sus herramientas de trabajo, perseguirlos por carreteras tratando de echarlos fuera o dedicar personas, cuyo único trabajo es el de amedrentar, seguirlos profiriendo insultos y amenazas o amagos de atropellos. Y cuando se les recrimina, algunos son tan cobardes como valientes...

Actitudes vergonzosas frente a unos informantes que no dudan en correr en ayuda cuando se produce un accidente y la vida del probador puede correr peligro, lo cual muchos no lo tienen en cuenta habiendo casos conocidos que, si no fuera por el fotógrafo, nadie se habría percatado de que una persona se encuentra en peligro dentro de un coche que ha caído por un desnivel considerable y sin aparentes signos en la carretera de un accidente. Hoy, esta persona llevaría años enterrada si no hubiera sido por el gesto desinteresado de un fotógrafo que renunció a una de las fotos que lo habría encumbrado...

Cuando la pasión supera a la razón

Estas vicisitudes ocurren porque algunos sienten la marca como si fuera suya, consideran que no les pagan simplemente por conducir un coche durante horas, recogiendo y analizando datos; es algo más, es un sentimiento el que les lleva a actuar de tal forma, frente a otros que consideran la labor del fotógrafo espía como marketing gratis para la marca no interponiéndose en su trabajo.

Todo lo contrario. Incluso cuando les piden que borren las imágenes y los fotógrafos se niegan indicando que serán pixelados, la cosa cambia. Lógicamente, saben cómo buscar las imágenes en la red y se reconocen por el lugar comprobando que, efectivamente, el fotógrafo ha cumplido su palabra; su imagen no es pública. Son buenos modales, cuestión de educación, aunque también es cierto que se puede llegar a una situación límite si algunos fotógrafos acosan continuamente un vehículo.

Nos cuenta un fotógrafo que estas actitudes suelen tener algunas consecuencias. Si alguno de los probadores considera que la actitud de un compañero no ha sido correcta, suelen informar a los responsables y apartan de las expediciones al "violento", una especie de castigo. Pero nos surge una pregunta: ¿Sabrán las marcas de estas actitudes realizadas por algunos miembros de sus equipos de probadores?

Porque, al fin y al cabo, es un insulto a los lectores y a sus potenciales clientes que ven estos hechos a través de los objetivos de los fotógrafos, como si fueran ellos mismos los que se encontraran detrás de las cámaras. Lógicamente, las divisiones nacionales no tienen voz en este campo, pero no estaría de más; la percepción de una marca por los clientes puede verse afectada por conductas como estas.

¡A por el fotógrafo!

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