El nuevo Mercedes Clase G eléctrico obliga a la marca a romper una tradición que parecía intocable, y no será la última vez
Cuando una marca quiere manchar el buen nombre de un modelo icónico en su gama de productos, sabe hacerlo a la perfección. Eso es lo que le está ocurriendo al Mercedes Clase G, que está sufriendo de lo lindo, y como no esperaban, para vender la variante eléctrica. Lo que ofrece fuera del asfalto no es suficiente...

Los accionistas de Mercedes se están preparando para asistir a la conferencia en la que se darán a conocer las cuentas de un año 2025, que no está siendo nada bueno para la marca de la estrella. Las cifras de este tercer trimestre del año no auguran unos buenos resultados, no se espera llegar al mismo descalabro que Porsche, pero ambas comparten una desastrosa gestión con los coches eléctricos. Mercedes también le echará las culpas a la pérdida de la confianza en China, y nadie le quita razón, pero la realidad que pinta está siendo muy diferente.
La firma de la estrella ya ha puesto a la venta un GLC eléctrico con el que espera llegar a un buen número de clientes en todo el mundo, pero no ha tirado ya las campanas al vuelo como sí lo hizo con uno de sus coches eléctricos más avanzados del mundo. El inédito Mercedes Clase G eléctrico de la historia fue mucho más que una declaración de intenciones, una demostración del potencial del fabricante y una respuesta clara a los que estaban convencidos de que el icónico todoterreno nunca se transformaría en un modelo de cero emisiones. Se equivocaron todos los que pensaron que Mercedes respetaría su historia y lo mantendría a salvo.

Mercedes no hace descuentos en sus coches... sólo cuando lo necesita
Pero este todoterreno de cuatro motores eléctricos, y uno por rueda, que le permite disponer de una capacidad dinámica fuera del asfalto verdaderamente brutal y una potencia máxima de 588 CV, se está convirtiendo en un serio problema para el fabricante de la estrella en términos de ventas. Mercedes quiso hacer del nombre del todoterreno uno absolutamente único, con la misma talla que AMG y lo ha conseguido durante los últimos tres años, cuando la demanda superó tanto a la oferta que la marca se vio obligada a cerrar el grifo de los pedidos. La llegada del eléctrico trató de apaciguar las revueltas aguas de un Clase G por el que los clientes han pagado lo que se le ha pedido.
Porque uno de los detalles que hace más exclusivo a este todoterreno es que la marca alemana no permite descuento alguno. Mercedes es de las que piensa que si tienes dinero para uno de sus modelos, no tienes por qué pedir un descuento, una filosofía que suele llevar a rajatabla, pero que también maneja a su antojo. Cuando detecta que los volúmenes de alguno baja considerablemente, y apunta a un desastre, es entonces cuando sí ofrece descuentos. Como está ocurriendo con el Clase G 580 EQ. Mientras que los G 450 d, G 500 y G 63 AMG no presentan variación alguna en las listas de precios, el eléctrico sí destaca por la generosa «rebaja» que se ofrece en Alemania.
El primer Mercedes Clase G que necesita que le busquen clientes
Y es que mientras en este país, el precio del Clase G eléctrico asciende a 142.621,50 euros, Mercedes le ha descontado nada menos que un 10 %, quedando en 128.359,35 euros, por supuesto, impuesto del valor añadido incluido. Muy alejado de lo que cuesta en nuestro país, donde roza los 200.000 euros y, donde no hay previsto descuento alguno.
Hace sólo unas semanas que Mercedes le buscó clientes al nuevo GLC eléctrico y ahora está haciendo lo mismo con el Clase G eléctrico, a sabiendas de que es la única forma de vender algunas unidades antes de finales de año, y que le permitan mejorar sus emisiones de CO2 de toda la gama. La cuota de Mercedes es demasiado elevada y, en 2026, Europa le pasará una factura por exceso de emisiones sí o sí, por lo que no se librará de la multa. Lo malo es que el Clase G eléctrico es demasiado caro y va a ser complicado cumplir con el reto.

