Así puedes cargarte un coche europeo pensando que lo arreglas como un americano
Seguramente que habrás pensado más de una vez en el capricho de un buen deportivo. Con entre 300 y 400 CV, es suficiente, pero eso implica un exigente mantenimiento, que no puedes descuidar. Desmontamos los mitos que pueden arruinar la garantía en un momento y por un simple error.

Un buen deportivo tiene características tan especiales como las prestaciones que ofrece o las sensaciones dinámicas que transmite. Deportivos hay de muchos tipos, los hay con carrocería de berlina de dos volúmenes y medio como un Sportback, o de tres volúmenes y como un M3, además de los tradicionales de dos puertas, con y sin techo.
El cuerpo de la carrocería es lo de menos, porque mucho más importante es lo que se esconde bajo esta. Una suspensión afinada es clave para transmitir emociones, al igual que una dirección más precisa en las trazadas de las curvas o un sistema de frenos potenciado, sin fatiga ante grandes cifras de potencia. Lo normal en esta categoría son los motores de cuatro y seis cilindros, de 2.0 y 3.0 litros, con potencias de entre 300 y 500 CV.

La exigencia en los mantenimientos de los coches
Sin embargo, disfrutar de semejante nivel de prestaciones tiene un importante precio que estás obligado a pagar: el mantenimiento que, por norma y categoría, no es barato, pero que puede acabar ocasionando un buen agujero en el bolsillo si pierdes la garantía. Desmontamos los mitos más comunes que rodean los mantenimientos, y por los que puedes perder el respaldo del fabricante.
1. Cualquier aceite sirve
Esto es rotundamente falso. Aunque cada vez existe más información acerca de los diferentes aceites para coches, muchos siguen pensando que todos los lubricantes son iguales y que no pasa nada si se mezclan o se cambia la graduación. Ocasionalmente, se puede rellenar con uno similar al de las especificaciones del fabricante, pero con la obligación de acudir lo antes posible al servicio oficial y sustituirlo por completo.
Cada marca diseña sus propios motores, y los aceites se ajustan a sus estándares. De hecho, cuando crees que unas especificaciones refuerzan la durabilidad de piezas móviles, como el cigüeñal y los cojinetes, puedes estar equivocándote. Optar por un aceite u otro solo por el grado de viscosidad es un tremendo error porque, aunque ofrezca una lubricación rápida en frío y un efecto positivo en el calentamiento del motor, puede acabar gripando el motor.
Un error muy común, y propio de sabios, es el de considerar que el aceite para los motores americanos también sirve para los europeos. Los americanos suelen usar aceites de alto kilometraje que contienen protectores de juntas y aditivos, precisamente con ese objetivo de alargar la sustitución.

2. Los intervalos de mantenimiento alargados no son un ahorro
Las marcas suelen recomendar realizar los cambios de aceite a los 20.000 o 30.000 kilómetros, indicando que no es necesario hacerlo antes. Sin embargo, si el uso es muy exigente, estos intervalos pueden acortarse. La única razón que tienen los fabricantes para alargar las revisiones es la de ahorrarle un dinero, pero no es así.
Las marcas se apoyan en lo que llaman «condiciones ideales», pero es muy difícil aclarar qué entienden por este concepto. Si se conduce continuamente en lugares con grandes atascos, se realizan viajes cortos a diario o las condiciones climáticas de una zona son más adversas, como frío o calor extremo, esto no son condiciones ideales y, por tanto, es aconsejable realizar los mantenimientos cada 10.000 o 15.000 kilómetros.
3. El aceite de las transmisiones automáticas nunca es de por vida
Es lo que dicen las marcas, y algo que casi nadie realiza, pero la realidad es que el fluido de las transmisiones automáticas y diferenciales también se estropea y es necesario sustituirlo. No es un coste desmesurado, porque el depósito no es tan grande como el del aceite del motor, pero contribuye a realizar su función con una mayor suavidad, al mismo tiempo que protege. Se aconseja sustituirlo a los 60.000 kilómetros.

4. Saltarse las inspecciones programadas
Puedes perder la garantía antes de tiempo si te saltas alguna de las inspecciones programadas en los libros de mantenimiento. Si echas un vistazo al plan de servicio, comprobarás que casi todos los coches cuentan con inspecciones y servicios de mantenimiento, por lo que las segundas son más completas.
Pero, los coches europeos se diferencian de los americanos también por disponer de equipamientos electrónicos más complejos, que pueden fallar sin señales evidentes. Por ejemplo, los sensores de la refrigeración del motor o problemas relacionados con la inyección, gestión de gases o componentes del chasis.
Las marcas instalan piezas que incluyen controles de patrones de desgaste, que se comprueban cada 50.000, 100.000 y 150.000 kilómetros, que empiezan a mostrar señales de fallos y que no se pueden detectar mientras se conduce.
5. Todos los talleres saben reparar cualquier marca
Aunque algunos están especializados en marcas muy concretas, incluso en la reparación de transmisiones automáticas de fabricantes, cada vez son más los mecánicos tradicionales que disponen de acceso a herramientas, manuales y software específicos. Algo muy habitual con marcas europeas, pero no con americanas.
6. Los servicios oficiales son los únicos que prestan la garantía de fábrica
Muchos propietarios creen que solo los concesionarios pueden realizar el mantenimiento cubierto por la garantía, y no es cierto. Los talleres independientes y particulares también pueden llevarlos a cabo, como lo refleja el Reglamento 461/2010 aprobado en 2010. Sin embargo, los fabricantes se han cubierto las espaldas, apoyándose en que conocen perfectamente las especificaciones, códigos de error y disponen de los procedimientos y herramientas concretas.
Segundo, no se oponen a que otro taller más barato realice el mantenimiento, pero siempre y cuando siga las instrucciones del fabricante, incluso, llegando a señalar que puede realizar solo operaciones no cubiertas por la garantía, como los cambios de aceite o de pastillas de freno.