¿Es cierto que el Start & Stop puede romper el turbo de tu motor?
El sistema obligatorio de parada y arranque del motor busca ahorrar combustible y emisiones contaminantes. Sin embargo, cuenta con muchos detractores, ya que puede plantear problemas serios de fiabilidad en los motores y, en concreto, en el turbo.

El sistema Start & Stop es obligatorio en todos los motores diésel y gasolina desde hace años. Este dispositivo se encarga de parar el motor cuando el vehículo se detiene, por ejemplo, en un semáforo o en un paso de peatones.
Esto en teoría resulta muy útil porque permite ahorrar combustible y reducir las emisiones contaminantes. Además, minimiza las horas de funcionamiento del propulsor, alargando su vida útil.
Pero, ¿realmente cumple con estas premisas o está dañando tu motor? En este artículo ya abordamos el tema de los mitos y realidades que rodean al Start & Stop, así como el mejor modo de sacarle partido sin producir averías.
Pero en esta ocasión queremos detenernos en un problema potencial concreto, el relacionado con el turbo que actualmente casi todos nuestros coches incorporan en sus motores. Si son de combustión, claro.
Tradicionalmente se ha recomendado dejar el coche en ralentí tras un uso intenso, para que el aceite siga fluyendo mientras el turbo se enfría
¿Qué es el Start & Stop y cómo funciona?
A grandes rasgos, el Start & Stop detecta cuándo el coche se ha parado, desconectando el motor. De igual modo, cuando el conductor acciona el embrague o el acelerador, el sistema acciona el motor de arranque para reanudar la marcha nuevamente.
El objetivo es claro: ahorrar combustible y reducir emisiones contaminantes cuando no es necesario que el motor esté en funcionamiento. Por ejemplo, en un atasco, un semáforo, un paso de peatones o a la entrada de una rotonda.
Cómo funciona un turbocompresor y por qué es delicado
Por otro lado, tenemos el turbo. A diferencia del Start & Stop, la UE (Unión Europea) no obliga a incorporarlo a todos los vehículos, pero sus sustanciales ventajas han hecho que esté presente en prácticamente todos los motores gasolina y diésel actuales.
En este artículo te explicamos en profundidad los secretos del turbo, pero si no quieres complicarte te hacemos un resumen. El turbocompresor, o ‘turbo’ para los amigos, es uno de esos inventos que permiten a un motor pequeño comportarse como si se hubiese tomado un café doble.
¿Cómo lo consigue? Aprovechando los gases de escape para comprimir el aire que entra en el motor. Más aire significa más oxígeno, y más oxígeno significa una combustión más potente sin necesidad de aumentar la cilindrada. Magia de la buena… o casi.
El turbo está formado principalmente por dos partes: la turbina se encuentra en el lado del escape y gira impulsada por los gases calientes que salen del motor. El compresor está en el lado de admisión y se encarga de meter aire fresco al motor a presión.

Ambas están unidas por un eje que gira a velocidades vertiginosas (más de 200.000 revoluciones por minuto en algunos casos). Y aquí empieza la delicadeza del asunto.
Al funcionar con gases de escape, la turbina puede alcanzar temperaturas de más de 900 ºC. Si a eso le sumamos un eje girando a las revoluciones comentadas, entenderás que la lubricación es su línea de vida.
Pero el aceite del motor no sólo lubrica el eje, sino que también lo enfría. Sin ese flujo constante, el eje puede gripar, las juntas degradarse y el turbo decir adiós antes de tiempo.
Y, como seguro que ya sabes o al menos intuyes, sustituir un turbo roto sale por un ojo de la cara.
¿Qué pasa con el turbo cuando se detiene el motor bruscamente?
La razón por la que el turbo es una pieza susceptible de averiarse si no se aplican algunas medidas de precaución es que este no se enfría de golpe al parar el motor.
Cuando lo apagas de forma repentina, el aceite deja de circular, pero el turbo puede seguir girando por inercia durante unos segundos… sin lubricación. Además, el calor acumulado puede ‘freír’ el aceite que queda dentro, creando depósitos que, con el tiempo, taponan los conductos. Y si el turbo no respira bien, se asfixia.
Por eso, tradicionalmente se ha recomendado dejar el coche en ralentí unos cuantos segundos tras un uso intenso, para que el aceite siga fluyendo mientras el turbo se enfría.
Y aquí es donde empieza el conflicto con el sistema Start & Stop, que corta el motor al mínimo indicio de pausa, incluso si el turbo aún está resoplando como si hubiera subido un puerto de montaña (o, literalmente, tras haberlo subido).
¿Realmente el Start & Stop rompe el turbo?
Todo lo anterior que te hemos explicado es válido para un sistema Start & Stop convencional, pero en los últimos años los fabricantes han desarrollado dispositivos más sofisticados que tienen en cuenta parámetros importantes.
Estos parámetros, al menos en teoría, evitan que el motor se detenga si existen condiciones que puedan comprometer su integridad, especialmente la del turbo. En concreto, no funcionan cuando:
- El motor no está en un rango adecuado de temperatura (ni demasiado frío, como en arranques en invierno, ni demasiado caliente, como en atascos con mucho calor).
- La batería está baja o se está demandando mucha energía eléctrica (climatización, luneta térmica, asientos calefactados, faros, sistema de sonido, etc.).
Además, los motores modernos han evolucionado para proteger el turbo. Muchos cuentan con refrigeración líquida, utilizando el circuito del propio motor, o con aceite de alta calidad que cumple doble función: lubricar y enfriar.

En la práctica, al final de un trayecto exigente, la conducción suave (como al aparcar o al llegar a una gasolinera) ya permite una bajada natural de temperatura del turbo.
El turbo se refrigera especialmente bien cuando el coche rueda sin acelerar, por lo que no es necesario dejar el motor al ralentí como antaño si antes de pararlo has circulado de forma relajada.
Ahora bien, si tienes dudas, ten presente que nunca le vendrá mal. Y tampoco es mal consejo que estudies el funcionamiento del Start & Stop de tu vehículo.
Si detectas que se para con el motor todavía lejos de su temperatura óptima de trabajo o nada más parar en un cruce o incorporación tras circular a ritmo alto durante un buen rato, entonces será mejor que no te fíes demasiado de él y lo desconectes para salvaguardar la salud de tu motor (y tu bolsillo) a largo plazo.
Lo cierto es que la tecnología de nuestros vehículos resulta útil en la mayoría de los casos, pero no siempre funciona teniendo en cuenta lo que es mejor para el usuario a lo largo del tiempo.
Y tú, ¿desconectas el Start & Stop en tu vehículo o confías plenamente en su funcionamiento?