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¿Por qué vuelven los tracción trasera? Por los coches eléctricos

Abandonada por la mayoría de fabricantes en modelos de gama generalista como norma general, la tracción delantera ya no tiene tantas ventajas en la era del coche eléctrico, y por eso hay una creciente oferta de coches con propulsión trasera.

¿Por qué vuelven los tracción trasera? Por los coches eléctricos
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6 min. lectura

Publicado: 20/08/2023 22:00

Desde el amanecer de la automoción, la configuración más obvia fue la de propulsión trasera asociada a un motor delantero, ya que había una complejidad adicional si las ruedas tractoras tenían que ser, a su vez, directrices. Uno de los primeros modelos en resolver este problema fue el Citroën Traction Avant.

Como los primeros coches derivaban, básicamente, de chasis de la era del caballo, y tenían una notable altura al suelo, la colocación de los órganos mecánicos no era muy complicada. En el momento en el que empezaron a afinarse los diseños en coches más pequeños con bastidor monocasco, la película empezó a cambiar.

Así, tenemos antecedentes como el Morris Mini o el Simca 1000, que adoptaron la tracción delantera y motor delantero transversal para optimizar el empaquetado de los órganos mecánicos. Esta configuración era más eficaz que la «todo atrás» que habían usado Renault o Fiat en coches pequeños, y desde luego era más fácil de conducir.

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A lo largo de los años 60, 70 y 80, según el fabricante, se fue adoptando de forma generalizada la tracción delantera en coches de muy distinto tamaño porque también había ventajas en el empaquetado. Al suprimir el árbol de transmisión y el diferencial, aumentaba la habitabilidad y la capacidad del maletero sin alargar los coches.

En la era actual, la tracción trasera -o dicho más correctamente, propulsión trasera- se ha ido relegando a segmentos de mercado concretos, como la mayoría de los deportivos, berlinas de gama alta, vehículos industriales de gran capacidad, algunos todoterreno cuando no funcionan en modo 4x4, etc. Pero esto deja de ser tan válido en la era de los coches eléctricos.

La colocación de los órganos mecánicos es mucho más fácil en los coches eléctricos porque estos ocupan bastante menos espacio y son más compactos. De hecho, en las plataformas de tracción total ni siquiera hace falta un árbol de transmisión, se usa un motor por eje (incluso dos), o en un extremo un motor por cada rueda, minimizando la pérdida de espacio.

Arquitectura del Porsche Taycan (propulsión trasera o tracción total con dos motores)

Por otra parte, las cajas de cambio no ocupan apenas volumen, hablamos de una reductora simple que sirve tanto para ir hacia delante como hacia atrás, y en casos muy especiales hablamos de dos marchas, ni una más. Lo que condiciona el empaquetado son las baterías, aunque la mayoría de los fabricantes ya han resuelto este problema.

La mayoría de los coches eléctricos de hoy día, salvo los que emplean plataformas de combustión, utilizan plataformas tipo patinete, ubicando las baterías entre los ejes -que suelen ir más separados- y no en el maletero o el morro. Por otra parte, alargar los ejes maximiza la habitabilidad y, lógicamente, la capacidad de carga.

De vuelta a la pregunta inicial, ¿por qué hay tantos modelos de propulsión trasera? Precisamente por la facilidad del empaquetado, y porque es una solución más eficaz para transmitir la fuerza motriz al asfalto. A fin de cuentas, todos los coches del mundo cargan peso en el eje trasero al acelerar, y con apenas 136 CV se pueden tener pérdidas de tracción en el eje delantero si se pisa el pedal más de la cuenta.

Arquitectura MEB de motor delantero y baterías entre los ejes para coches pequeños

En la era de los coches eléctricos seguramente vamos a ver más modelos de propulsión trasera que de tracción delantera, aunque habrá excepciones como coches muy pequeños, así lo ha pensado Volkswagen. La justificación será la misma que en los coches pequeños de combustión, ya que el espacio es más limitado.

Como los controles de tracción y estabilidad son ya la norma en la industria, por no hablar de los programas de conducción que dulcifican la respuesta al acelerador, la excusa de la facilidad para conductores con una experiencia general o escasa se va esfumando. Ya no es sinónimo la propulsión trasera con «hacer trompos» o directamente, «matarse».

Seguirán siendo coches más delicados al límite y van a agradecer un conductor con las manos entrenadas en el arte del contravolante si las cosas se desmandan. Pero habrá más libertad de elección para los amantes de la propulsión que se habían resignado a llevar un tracción delantera «del montoncillo».

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