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Tras una lamentable decisión, Alemania teme por sus objetivos eléctricos y tú también deberías hacerlo

Las decisiones políticas de un país pueden afectar a toda la comunidad europea. Alemania es el principal mercado de la región y todo el mundo teme que los objetivos eléctricos se desvanezcan tras las últimas medidas.

Tras una lamentable decisión, Alemania teme por sus objetivos eléctricos y tú también deberías hacerlo
Las marcas alemanas temen una recesión en las matriculaciones de eléctricos.

5 min. lectura

Publicado: 07/02/2024 09:00

Reza el dicho que cuando las barbas de tu vecino veas asomar pon las tuyas a remojar. Alemania es el principal fabricante y vendedor de coches en Europa y uno de los más importantes a escala global. Durante años, las políticas germanas han servido de guía a muchos países para intentar ampliar la matriculación de vehículos eléctricos. Sin embargo, en un giro dramático de los acontecimientos, los alemanes han borrado del mapa cualquier ayuda o subvención. Semejante movimiento político pone en jaque tanto a la industria como a los objetivos de electrificación de Europa.

Si tu principal músculo comercial entra en recesión imprevisibles son los resultados que se pueden obtener en otros mercados donde el coche eléctrico todavía está muy lejos de adquirir una notoria popularidad, como España. El desequilibrio entre países europeos puede llevar al incumplimiento de los objetivos. Europa se ha propuesto erradicar la contaminación del tráfico. A partir de 2035, salvo excepciones, quedará prohibida la venta de coches con motor de combustión, pero ahora mismo nada hace indicar que se vaya a alcanzar semejante límite.

Si el líder de producción reniega de los coches eléctricos, el mercado general se desestabiliza.

Si Alemania no cumple, el resto de países lo tendrán realmente difícil

Numerosos indicadores apuntan a una contracción de las ventas. Tras erradicar las ayudas, Alemania prevé un 2024 muy complicado. Se espera una caída del 14% en las ventas de vehículos eléctricos. Después de años de crecimiento vertiginoso, vender coches eléctricos se está volviendo cada vez más difícil. Jan Burgard, director de la consultora de automoción Berylls Strategy Advisors, ha sido muy claro con respecto a la situación actual: «el segmento superior del mercado de vehículos eléctricos está casi saturado y hay poca oferte en el segmento inferior de 25.000 euros». Las marcas han empezado la casa por el tejado.

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No es la primera ni será la última vez que oigamos declaraciones similares. Este año apunta a que será un paréntesis en la expansión eléctrica. Muchos fabricantes han anunciado importantes lanzamientos para el 2025, aunque a algunos proyectos les queda mucho para estar completamente definidos. Europa necesita esos coches eléctricos si realmente quiere democratizar la movilidad sostenible. También son necesarios los incentivos y las ayudas, pero no en todos los países se están ejecutando bien. Francia acaba de elevar las condiciones para recibir las subvenciones y pone especial atención a la llegada de coches procedentes de China.

Los segmentos superiores están casi saturados. Faltan coches eléctricos baratos.

Europa no es la única región del mundo en la que es más que probable que no se cumplan los objetivos medioambientales referentes al tráfico. A escala global numerosos observadores han recortado los pronósticos por culpa de los altos precios de venta. Ni siquiera las agresivas campañas comerciales de Tesla parece que estén provocando el efecto esperado. A pesar de ello, los políticos de todo el mundo siguen afirmando sus estrategias de electrificación. En el Viejo Continente, las elecciones al parlamento podrían suponer un cambio de rumbo.

Los conductores de todo el mundo necesitan estabilidad y confianza. Los cambios de rumbo y las promesas incumplidas ponen en jaque cualquier idea preconcebida. La falta de puntos de carga, la inestabilidad de la red y los elevados precios son los principales escollos. Todos los países han anunciado fuertes inversiones para expandir la infraestructura de carga, pero ninguno de ellos está alcanzando el ritmo anunciado. España se sitúa en los puestos de cola en cuanto a red de carga. Pocos puntos y muchos de ellos que no funcionan u operan de forma errática.

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