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¿Qué es un vehículo semihíbrido y por qué no se considera híbrido como tal?

Los vehículos semihíbridos son la última alternativa de los fabricantes para lograr reducir el consumo de sus versiones de combustión tradicional. Aunque emplean sistemas eléctricos muy avanzados, estos no pueden ser clasificados como vehículos híbridos. Te contamos qué son y en qué se diferencian de los híbridos convencionales.

7 min. lectura

Publicado: 30/11/2017 13:00

Los nuevos sistemas semihíbridos se están imponiendo, pero, ¿cómo son?.

La demanda y las necesidades de un modelo de movilidad sostenible han auspiciado en los últimos tiempos la aparición de numerosos sistemas alternativos al esquema de motor de combustión tradicional. Los híbridos fueron tan solo el primer paso de la electrificación de los motores de combustión y a día de hoy encontramos muy diversas opciones que permiten reducir el consumo de un vehículo gracias a los sistemas eléctricos.

En un vehículo híbrido estándar nos encontramos dos motores, el de combustible y el eléctrico, y ambos tienen que cumplir una premisa básica para poder definir ese sistema como híbrido, poder impulsar las ruedas en un amplio margen de maniobras y de espacio, como arrancar o circular durante un determinado tiempo.

Los sistemas semihíbridos, también denominados sistemas de 48 voltios, híbridos parciales o paralelos, de hibridación leve o con la expresión anglosajona mild hybrid, no cumplen esta premisa y por lo tanto, los vehículos que lo montan no pueden ser considerados híbridos como tal.

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Esquema del BMW Serie 7 ActiveHybrid.

Un vehículo semihíbrido siempre, o la gran mayoría del tiempo, se moverá gracias a la única acción del motor de combustión sobre las ruedas, como en cualquier modelo tradicional, por lo que el sistema eléctrico adicional tiene otra función. Y esta es aliviar el consumo de combustible del motor principal.

Un motor de combustible no solo alimenta de potencia las ruedas, además, gracias al alternador, alimenta de electricidad una gran cantidad de sistemas que precisamente emplean esta energía, desde todas las luces del vehículo hasta los sistemas de aire acondicionado, audio o incluso los pequeños motores de los elevalunas eléctricos. Básicamente, en un vehículo todo lo que no sea manual, emplea electricidad para funcionar.

La generación de esa electricidad resta potencia al motor, que está en todo momento gastando un porcentaje del combustible empleado para alimentar el movimiento del alternador, por lo que dicha electricidad tiene un impacto directo en el consumo del motor. El mejor ejemplo que nos encontramos los conductores es el del aire acondicionado, una vez es activado el motor aumenta ligeramente las revoluciones para poder alimentar el sistema de climatización.

Sistema eléctrico completo del Bentley Bentayga.

La solución más eficiente, generalmente, para aliviar al motor de esa carga de trabajo es sustituir el alternador tradicional por un pequeño motor eléctrico o generador, que si bien está conectado al motor de la misma manera que el alternador, generalmente por una correa, solo opera en condiciones de baja carga, es decir, cuando el vehículo no demanda potencia, logrando así una carga regenerativa.

Esta electricidad generada se almacena en unas baterías, normalmente de pequeño tamaño, que son empleadas para alimentar todos los sistemas eléctricos del vehículo. Por lo que durante la fase de aceleración el motor se ve liberado de la carga de trabajo que le suponía el alternador, reduciendo así el consumo total. La presencia del nuevo motor eléctrico permite además contar con un sistema de Start&Stop más eficiente y de accionamiento más suave, que puede ser empleado en un mayor rango de situaciones, lo que contribuye a reducir aún más el consumo.

El resultado es un descenso del consumo y por tanto de las emisiones, aunque no llega a los niveles de eficiencia de un vehículo híbrido convencional, ya que en todo momento el motor principal está siendo alimentado por combustible pues no se da la circunstancia de que las ruedas sean impulsadas por un motor eléctrico.

Sistema eléctrico de 48 voltios del nuevo Audi A8.

Este tipo de sistemas apareció por primera vez en el mercado hace poco más de 10 años, con los sistemas PHT del Chevrolet Silverado o el BAS Hybrid empleado en algunos turismos de General Motors. En los últimos tiempos han aparecido nuevas versiones que amplían las funciones de estos sistemas, como el caso del sistema EQ Boost de Mercedes, que a pesar de tener el motor eléctrico conectado a las ruedas y ser capaz de impulsarlas (aumentando momentáneamente la potencia y el par) esto solo sucede en determinadas circunstancias y sin cumplir nunca la premisa inicial, el motor eléctrico no es capaz por si solo de mover el vehículo.

Este opera de la manera descrita anteriormente pero suma la función de apoyar el vehículo en determinados momentos, como cuando el conductor está llaneando. Pero no puede operar por completo (arrancar desde parado o circular libremente en cualquier condición) en modo eléctrico puro ni apoyar al motor en toda circunstancia.

En el caso del sistema eléctrico de 48 voltios del nuevo Audi A8 encontramos una función muy interesante, cuando el vehículo está llaneando cuesta abajo (modo a vela) el avanzado sistema Start&Stop es capaz incluso de apagar el motor de combustión, aunque gracias al sistema el resto de dispositivos, como el equipo de frenos o la dirección pueden seguir operando normalmente.

Esquema híbrido del Audo Q8 concept.

Un detalle muy importante es no confundir los vehículos o sistemas semihíbridos con los microhíbridos, pues estos por su naturaleza y rendimiento son un nivel inferior a los semihíbridos y se emplean para denominar sistemas más pequeños destinados a mejorar el consumo, como puede ser un sistema Start&Stop tradicional.

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