Así me ahorro combustible cada semana sin hacer hypermiling

Ahorrar combustible no tiene por qué implicar convertirte en un fanático del hypermiling. Si quieres gastar menos sin renunciar a la comodidad ni complicarte la vida, aquí te cuento lo que hago yo cada semana para conseguirlo.

Así me ahorro combustible cada semana sin hacer hypermiling
El consumo de un vehículo no depende solamente de su mecánica, sino también de tu conducción. - Freepik

9 min. lectura

Publicado: 09/06/2025 18:00

Conducir con suavidad extrema, apagar el motor en las bajadas o rodar con la presión de neumáticos por las nubes puede ahorrar combustible… pero no todo el mundo está dispuesto a llegar tan lejos. Yo tampoco. Esto es lo que hago para ahorrar sin obsesionarme.

¿Qué es el hypermiling y por qué no va conmigo?

Antes de contarte cómo ahorro yo, vamos con una aclaración. El hypermiling es una técnica de conducción extrema cuyo objetivo es exprimir hasta la última gota de combustible. Sus practicantes (los hypermilers) pueden llegar a hacer cosas como:

  • Circular a velocidad anormalmente baja en autovía.
  • Aprovechar el rebufo de vehículos voluminosos.
  • Apagar el motor en las bajadas.
  • No parar en los STOP.
  • Acelerar con una lentitud casi espiritual.
  • Llevar siempre la presión de los neumáticos por encima del valor recomendado.
  • Usar el freno lo menos posible (incluso evitarlo en semáforos si pueden anticiparse).

Y sí, pueden llegar a consumir cifras ridículas. Pero también:

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  • Pueden poner en riesgo su seguridad y la del resto de usuarios.
  • No son realistas para la vida urbana o familiar.
  • Y, sinceramente, convertir cada trayecto en un videojuego de eficiencia no es para mí.
Repostar nos puede llegar a estropear el día con los precios actuales, pero podemos aliviar un poco el gasto con ciertos hábitos de conducción - Freepik

Cómo ahorro combustible de forma realista (y sin volverme loco)

Llevo más de 25 años conduciendo a diario. He probado muchas cosas, pero al final me he quedado con lo que realmente funciona sin convertir la conducción en un ritual incómodo. Aquí van mis trucos:

Anticipación y suavidad (sin ir lento)

No conduzco despacio, pero sí procuro no frenar ni acelerar bruscamente. Si veo un semáforo en rojo a 200 metros, levanto el pie. Si salgo de un peaje, acelero progresivamente, sin pisotón.

Y, muy importante, siempre estoy atento al tráfico, anticipando posibles ralentizaciones o atascos para no acelerar inútilmente para luego tener que frenar. La concentración (que con el tiempo se convierte en costumbre) y una distancia de seguridad adecuada son de gran ayuda, no sólo para mi seguridad, sino para mi ahorro.

Uso el control de crucero… cuando de verdad compensa

El control de crucero es útil, pero no siempre. Lo uso sobre todo en carreteras en las que el tráfico o el propio trazado permiten mantener velocidad constante sí reduce el consumo.

En zonas con muchas pendientes o tráfico, lo desactivo porque puede forzar más el motor de lo que lo haría yo, obligándome a frenar en situaciones en las que de otra forma no tendría que hacerlo.

También es cierto que, en autovía, utilizarlo frecuentemente te permite adquirir destreza para adaptar la velocidad al tráfico sin necesidad de recurrir a los pedales, pero esto ya es más una cuestión de comodidad que de consumo real.

Reposto seleccionando la gasolinera

Parece básico, pero ahorrar cinco céntimos por litro marca la diferencia a final de mes. Utilizo apps tipo GasAll o Google Maps para ver qué gasolineras tienen mejor precio cerca.

Además, aprovecho las aplicaciones de las marcas, que permiten ahorrar unos céntimos por el simple hecho de utilizarlas. Es el caso de Repsol o BP, entre otras. El precio puede variar mucho entre unas y otras, dependiendo de las marcas o la ubicación.

Y tampoco es mala opción recurrir a una gasolinera low-cost, siempre y cuando sea de fiar. El combustible base es el mismo para todas las petroleras, la diferencia está en los aditivos que cada una añade y en la seriedad de las empresas a la hora, por ejemplo, de mantener las instalaciones.

Mantengo el coche a punto (sí, se nota)

No me obsesiono, pero un mantenimiento acorde a lo que marca el fabricante evita consumos raros y pequeñas averías. Además, ciertas operaciones sencillas marcan la diferencia:

  • Filtro de aire limpio: el motor respira mejor.
  • Aceite en buen estado: menos esfuerzo y mayor fiabilidad.
  • Neumáticos con presión correcta: equilibrio entre agarre y consumo (en este artículo te contamos más).

Nada de llevar peso innecesario (adiós al maletero trastero)

Durante años llevé cosas inútiles en el coche: cadenas, herramientas, un carro de compra, un casco de bici… ¡hasta una silla plegable! Ahora solamente llevo lo esencial. Cada kilogramo cuenta. No hace falta ser minimalista extremo, pero sí consciente.

Obviamente, cosas como lo necesario para cambiar una rueda (si tienes la suerte de que tu coche la lleve) o parar en el arcén ante una avería o emergencia deben ir siempre en el vehículo. Pero no, el maletero no es un trastero.

Y un detalle, ¿utilizar barras de techo o arcones? Desmóntalos cuando no los utilices, son como un paracaídas abierto que frenará tu coche y obligará al motor a consumir más.

La capacidad del maletero es importante en los viajes, pero en el día a día lo mejor es llevar únicamente lo imprescindible - Freepik

Aire acondicionado: ni Siberia, ni sauna

El climatizador automático es cómodo, pero cuando lo llevo a 19 grados en pleno verano, el coche lo nota… y el depósito también. Ahora lo ajusto a 23 ºC, que es fresco sin ser exagerado.

Ten en cuenta que el climatizador ajusta automáticamente su uso a la temperatura elegida. No enfriará más rápido si lo pones a 18 grados que si lo pones a 22, simplemente estará más tiempo funcionando hasta que alcance dicha cifra (que en pleno verano puede ser nunca).

Así que, tanto si tienes climatizador como si solamente aire acondicionado manual, configúralo para ir cómodo, pero con moderación. Y por supuesto, si puedo evitarlo, nada de ventanillas abiertas en carretera o autovía, que es el enemigo aerodinámico número uno.

Miro el consumo… pero no me obsesiono

Un truco que me viene muy bien es mirar el consumo instantáneo en el ordenador de a bordo para aprender qué acciones de mi conducción elevan el consumo y en qué medida. La diferencia entre una aceleración más tranquila y otra más pausada, etc.

Con el tiempo, he asimilado determinadas costumbres beneficiosas que se han incorporado de forma natural a mi conducción, automatizando determinadas prácticas sin siquiera pensar en ellas.

De igual modo, consulto de vez en cuando el consumo medio. Me sirve de referencia para saber si algo va mal o si ese trayecto fue especialmente eficiente.

Pero no apunto cada litro ni convierto mi vida en una hoja de Excel. Ahorrar está bien, pero conducir también tiene que ser cómodo y relajante en la medida de lo posible.

Sí, puedes ahorrar sin convertirte en un monje del volante

El hypermiling extremo puede funcionar, pero es peligroso y no es para mí. Yo prefiero una conducción eficiente, pero realista, que me permita ahorrar sin renunciar al confort ni a la seguridad.

Con estos pequeños cambios, he bajado el consumo incluso más de un litro cada 100 km, dependiendo del trayecto. No es magia, es lógica… y sentido común.

Este artículo trata sobre...

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