Prueba McLaren 720S, una historia que marca el broche de oro
En McLaren tienen la receta perfecta para hacer que el vello se te erice. Sabemos de lo que hablamos. Por nuestras manos ha pasado el McLaren 720S Coupé, un modelo con el que es imposible pasar desapercibido y que, a su vez, te hará sentir que circulas en un auténtico bólido de carreras. Sus 720 CV son la mejor poesía que querrás oír.
La historia del automovilismo es ya lo bastante extensa como para incluir muchas luces y sombras. Por el camino se han quedado modelos y marcas que marcaron a toda una generación; otras, sin embargo, han llegado hasta nuestros días con una fortaleza como nunca antes. Una de estas compañías, por supuesto, esMcLaren. Su linaje se remonta hasta los excesivos años 60, cuando Bruce McLaren se hizo un hueco en la Fórmula 1 para así ser considerada su marca, años más tarde, como una referencia del sector.
Ahora, McLaren continúa su trayectoria intachable y poniendo broches de oro en la historia del automovilismo. Desde su “renacimiento” como marca comercial, el pasado año 2011, la firma británica ha dado muchas alegrías a sus fervientes seguidores. Dichas alegrías podríamos enumerarlas sin posibilidad de fallo. Entre los mejores deportivos modernos se encuentran ejemplos como el McLaren P1, el McLaren Senna (que pudimos probar aquí), el McLaren Speedtail o el McLaren 720S, entre otros muchos. Y precisamente de este último venimos hoy a hablar largo y tendido.
El McLaren 720S llegó al mercado en el año 2017 como renovación generacional del McLaren 650S, que a su vez fue la actualización del McLaren MP4-12C, el modelo primigenio de la época moderna de McLaren. Nuestro protagonista de hoy llegó para hacer frente a todo un compendio de superdeportivos con más de 700 CV, como el Lamborghini Aventador (aunque este instala un motor V12) o el Ferrari F8. Sin embargo, entre estas apuestas, el modelo inglés se plantea como una alternativa mucho más radical y enfocada en la conducción en pista.
Una estética rompedora
Hablar de la imagen del McLaren 720S es hablar de toda la originalidad que pudieron reunir los diseñadores de la firma hace ya casi 6 años. El superdeportivo británico renuncia a las líneas comunes que, por regla general, dominan en su particular sector. Ello lleva al de la casa de Woking a presentar una imagen única, cautivadora y sin parecidos posibles.
El frontal destaca por ser la zona más rompedora y polémica del conjunto. Sus faros no están insertados sobre la propia carrocería (como es lo más común), sino que estos se alojan en el interior de unas enormes tomas de aire ubicadas en los extremos. Su firma lumínica es muy personal, puesto que se caracteriza por mostrar una forma lineal. Los mencionados faros, por supuesto, poseen tecnología LED.
Por otra parte, y dejando de lado este apéndice, el McLaren 720S presenta un frontal con generosos puntos de entradas aerodinámicas. Además del doble hueco ya mencionado donde se ubican los grupos ópticos, también posee unas entradas en el bajo parachoques y otras sobre el capó. Recordemos que debajo de esta tapa se esconde el maletero, del que hablaremos más adelante.
En términos generales, el frontal del McLaren 720S denota deportividad en su máxima expresión. Mirándolo de frente, se percibe la sobredimensión de su anchura, especialmente a sendos lados de la cabina. Nadie puede poner en duda que su vista es, simplemente, salvaje.
Colocándonos en el perfil, podemos percatarnos de la enorme deportividad que presenta el conjunto. Una línea muy baja, aerodinámica y deportiva. Antes y después de su eje delantero se ubican dos accesos aerodinámicos, uno de entrada y otro de salida, aunque ambos con un mismo propósito: refrigerar sus enormes frenos ventilados fabricados en carbono y cerámica. En sendas aletas delanteras se ubica el nombre del modelo: 720S. Las propias líneas de tensión desvían el aire hacia otra canalización más oculta en la zona inferior de las taloneras.
Sin embargo, todo ello queda atrás en cuándo se procede a levantar sus puertas de acceso al habitáculo. El aspecto del superdeportivo cambia radicalmente. Este es un coche con el que jamás pasar desapercibido, ni siquiera cuando te estés bajando del mismo, lo que puede provocar alguna cómica escena si es tu primera vez desembarcando de un coche tan bajo.
No obstante, aquí no acaba todo lo que podemos decir de sus impresionantes puertas, y es que, el McLaren 720S posee lo que los británicos denominan como “doble piel”. Esto quiere decir que sus accesos presentan una doble carrocería, con una entrada de aireación situada entre ambas. Desde este punto se canaliza el aire hacia los radiadores que se dedican a sofocar el calor de su motor de posición central trasera.
Su estética está colmada de "cicatrices" y "agujeros" por los que entrar y salir el aire
Como ya he mencionado, el McLaren 720S presenta una imagen completamente plagada de canalizaciones, entradas y salidas de aire, aunque las presenta muy bien disimuladas, todo sea dicho. A pesar de esta condición, el modelo británico huye de grandes “agujeros” que rompan la fisionomía de su escultural estética.
Girando el modelo y mirándolo en su zona posterior, nos daremos de bruces con la que considero mi zona predilecta del coche (bajo mi humilde opinión personal). Aquí McLaren no se ha jugado el tipo. El diseño trasero es todo un espectáculo. Su anchura y baja altura juegan mano a mano con unos faros LED muy finos y estilizados, unas nuevas entradas de aire sobre los extremos de la carrocería, así como la culminación del mismo en un enorme difusor de fibra de carbono coronado por dos salidas de escape redondas. Porque sí, amigos, el McLaren es capaz de quitar el hipo a todo el que lo ve.
Un habitáculo a la altura
Es común que muchos superdeportivos puedan llegar a defraudar una vez accedes a su habitáculo. Tapizados pobres, materiales que no son lo esperado o elementos que sobran. Aquí no sucede nada de esto. El McLaren 720S presenta un espacio interior a la altura y al que se accede por sus siempre llamativas puertas de apertura vertical.
En primera instancia llama la atención el minimalismo de la práctica totalidad de sus elementos. El volante no posee botonería alguna a simple vista. Para recorrer los menús del cuadro de instrumentos u otros mecanismos (como la elevación de la suspensión delantera), habrá que indagar en los mandos ubicados tras este, aunque, he de decir, que su manejo es algo complejo y obliga a que su usuario se haga con él.
La instrumentación es uno de los puntos más llamativos y extravagantes de cuantos cuenta el habitáculo. Este, inicialmente, cuenta con una pantalla digital con unos gráficos justos y necesarios: datos de consumo, recorrido y kilómetros a la izquierda, el centro dominado por una gran esfera con las revoluciones y la velocidad, mientras que a la derecha se sitúan otros datos como la temperatura del aceite del motor, por ejemplo. Sin embargo, la espectacularidad hace aparición en cuanto ubiquemos una de las palancas de los modos en modo “Track”; en ese momento, el cuadro basculará y se resumirá en una única pantalla muy minimalista en la que se dejará ver únicamente la marcha en la que se circula, velocidad y revoluciones.
En otro rango de elementos, en la consola central se encastra la pantalla digital de información y entretenimiento, la cual tiene un formato vertical y un manejo generalmente bueno. No obstante, este quizás sea uno de los puntos que más necesitaría de una revisión, y es que su utilización, gráficos y conexiones se sienten algo anticuadas. Además de esto, no cuenta con conexión a smartphone por Apple CarPlay o Android Auto, tan sólo a través de Bluetooth para poder hacer llamadas o escuchar nuestra música.
Al seleccionar el "modo Track" la instrumentación gira 90º para mostrar una pantalla mucho más sencilla y con la información justa
Junto a esta se ubican los botones anteriormente mencionados en los que se seleccionarán los modos en los que funcionará la caja de cambios (Confort, Sport o Track), así como cuanto de intrusivo quieres que sean los controles electrónicos. Curiosamente, para poder entrar en juego todo ello, previamente habrá que pulsar el botón “Active” que se ubica junto a ellos. Curioso.
En términos generales los materiales aquí empleados son realmente buenos. Sus asientos son muy cómodos y envolventes e, incluso, existen varios huecos donde depositar objetos cotidianos como el teléfono móvil, los papeles del coche o nuestra cartera. No obstante, las regulaciones electrónicas de los asientos, en un primer momento, nos costará hacernos con ellas, puesto que sus mandos están algo escondidos entre los asientos y la consola central.
Como buen deportivo, el maletero se encuentra bajo el capó delantero. Este tiene unas medidas bastante notables para tratarse de un coche con esta concepción. Dos maletas de cabina podrán entrar bien e incluso nos dará para meter alguna bolsa adicional.
Una mecánica que quita el hipo
Pero en un superdeportivo de este calibre, uno de los apartados que más importan es su mecánica. El bloque motor del McLaren 720S posee el código interno M840T. Este no es otro que un V8 de gasolina con doble turbo y 4.0 litros de cubicaje. Con respecto al motor del que este deriva, el M838T, posee un 41% de nuevos elementos, refuerzo y mayor ligereza de peso en bielas y cigüeñal, así como una ampliación en la cilindrada, puesto que el 720S ganó casi 0,2 litros de cubicaje.
Todo ello, deriva en una potencia de 720 CV (de ahí el nombre), los cuales llegan una vez se cruza la barrera de las 7.500 rpm. Su par máximo es de 770 Nm y se presentan a partir de las 5.500 rpm. La caja de cambios, por su parte, es una automática de doble embrague con un total de 7 relaciones que deriva toda esta potencia hacia el eje trasero.
A pesar de lo que pueda parecer, el McLaren 720S es un coche realmente ligero, puesto que la masa total del modelo apenas alcanza los 1.400 kilos en orden de marcha. ¿De donde proviene esta cifra? Los ingenieros de McLaren centraron sus esfuerzos en acondicionar el chasis monocasco de fibra de carbono para ser mucho más ligero que el anterior. A esto se suman otros elementos creados en consonancia con esta tesis, como elementos mecánicos o del propio habitáculo.
Su elevada potencia y su bajo peso total hacen que el superdeportivo ejecute el 0 a 100 km/h en apenas 2,9 segundos, el 0 a 200 km/h en 7,8 segundos y el 0 a 300 km/h en 21,4 segundos. La velocidad máxima a la que cederá serán unos nada desdeñables 341 km/h. Por otra parte, haciendo la cuenta a la inversa, el McLaren puede hacer el 200 km/h a 0 en 4,6 segundos o 117 metros, o el 100 km/h a 0 en apenas 2,8 segundos o 29,7 metros; esto es gracias a unos discos de freno carbocerámicos de 390 mm en el eje delantero y de 380 mm en el trasero.
Hora de despertar a la bestia
Hora de acomodarse en el asiento del conductor del McLaren 720S. Tras el volante, la escena es apabullante. La dominación de todo el ambiente puede llegar a poner los pelos de punta. Piso el pedal del freno y pulso el mágico botón que hace que sus ocho pistones despierten con decisión. Después de acomodar todos los apartados a mi posición de conducción, piso nuevamente el freno e inserto la “D”. Caminemos.
La primera sensación al conducir el McLaren 720S es que el freno tiene un tacto algo más esponjoso de lo que me gustaría; sin embargo, te haces muy rápido a él y todo comienza a ir sobre ruedas (nunca mejor dicho). El tacto del acelerador también es bastante duro. Para lograr la máxima experiencia de aceleración y frenada, ambos pedales, hay que presionarlos con decisión. Como digo, un tacto al que te haces rápidamente.
Pero si hay algo que me ha llamado notablemente la atención del McLaren 720S, es su posición de conducción. A pesar de estar dentro de un coche que apenas supera el 1,20 metros de altura, no tienes la sensación de ir tan bajo, aunque en realidad sí que lo haces. Con el asiento situado en su posición más reducida, esta seguirá siendo algo alta, e incluso, para mí personalmente que no soy excesivamente alto, me sentía bastante cómodo con dicha postura y no tenía la sensación de perder visibilidad y estorbarme el volante o cualquier otro elemento.
Además de esto, el 720S posiblemente sea el mejor superdeportivo del mundo en cuanto a visibilidad hacia el exterior. La disposición de sus pilares y la gran superficie acristalada con la que cuenta, hace que nuestra visión sea realmente excelente. Se acabó el tópico de que un superdeportivo debe ser incómodo y difícil de conducir debido a su escasa visibilidad exterior. A través de los retrovisores exteriores se pueden ver con total claridad las múltiples entradas y salidas aerodinámicas con las que cuenta el coche. Una visión, cuanto menos, impresionante.
Como dije anteriormente, los botones de selección de modos están especialmente dedicados al comportamiento de la caja de cambios o los controles electrónicos. No existe un apartado como tal para programar un “modo sport” o “modo track” para otros elementos, como la dirección, tacto de los pedales o sonido. El coche, por defecto, siempre circulará en su modo más capaz y será el propio usuario quien decida cómo de rabioso quiere que este sea.
La caja de cambios, en su modo más confortable, realiza los cambios realmente pronto, pudiendo circular por ciudad a velocidades bajas con una marcha más alta de lo que cabría esperar. Las relaciones tienen un recorrido notablemente alto, pero desde muy abajo es capaz de impulsar el coche sin apenas notar pérdida de potencia.
Sin embargo, en el momento en que queramos exprimir el enorme rango de revoluciones, este se nos hará casi eterno y para cuando miremos la velocidad a que circulamos, a buen seguro ya habremos sobrepasado los límites establecidos sin apenas subir de la segunda marcha. No obstante, en ese momento, el sonido del motor rugiendo tras nosotros será todo un soneto de melodías que no querremos dejar de oír. Es adictivo. Pero más adictivo aún es las sensaciones que nos da el 720S rodando a ese rango. Es simplemente inexplicable.
El máximo rango de revoluciones traspasa holgadamente las 8.000 revoluciones. Pero para llegar hasta ese punto debemos tomarnos tiempo y liberar mucha adrenalina. A partir de las 5.000 revoluciones todo comienza a volverse explosivo. La velocidad es alta, el sonido del motor es demencial y la trasera del coche comienza a jugar con tus nervios y tus capacidades de controlar un coche de 720 CV y mucha mala uva. Es en ese preciso momento, cuando pulsas las leva derecha en busca de una marcha más y todo el proceso vuelve a comenzar.
El McLaren 720S demuestra que es un potro salvaje que puede ser domesticado
El McLaren 720S es un coche que pide que el conductor ponga también de su parte. Los superdeportivos modernos tienden a ser demasiado “fáciles” de conducir; un patadón al acelerador y listo. Aquí no. Una pisada potente y decidida al acelerador supondrá perder tracción y, por lo tanto, eficacia en lograr la velocidad. El tacto con el pedal debe ser más paulatino y relajado, sólo así alcanzaremos la mágica cifra de los 720 CV con las ruedas transmitiendo toda su fuerza al asfalto. ¿Le sobra potencia? No, para nada. Aunque hay que saber cómo hacer que se transmita correctamente al asfalto. La dirección, por su parte, es muy directa. Cada mínimo movimiento que ejerzamos sobre el aro será transmitido al instante y milimétricamente al eje delantero.
Ahora que sabemos cuánto de salvaje es el McLaren 720S, ¿es un coche que se pueda usar en el día a día? Sin lugar a dudas. Bien es cierto que no es un coche desarrollado con el fin de ser un utilitario, pero podremos movernos por la ciudad con él con toda tranquilidad. Esto es gracias, principalmente, a la mencionada visibilidad hacia el exterior que posee, así como una dirección muy directa y un tacto de los pedales que lo hace ser bastante “tranquilo” a velocidades bajas y en ocasiones en las que simplemente quieres ir de un punto A a un punto B.
Por supuesto, deberás olvidarte de eso que llaman “intimidad” o “privacidad” en el preciso instante en el que asomes el morro del coche al salir de tu garaje. En todo momento serán fotos, vídeos, dedos pulgares alzados o el ya clásico “písale a ver cómo suena”. Sin embargo, habrá pocos remedios mejores para hacer feliz a la gente que te rodea. Todo serán sonrisas.
Y en conclusión...
Como conclusión únicamente puedo añadir que el McLaren 720S me ha parecido una bestia salvaje, pero a la que podrás llegar a domar sin perder la paciencia. Cuando quieras circular tranquilo, podrás hacerlo. También podrás ir rápido. Muy rápido. Todo ello aderezado con un sonido cuanto menos espectacular y unas dosis de rabia que siempre son bienvenidas, mientras sean controlables.
Pero no todo va a ser bueno, y es que todo en este coche se consigue a base de un elevado consumo de combustible. Sí, son 720 jamelgos que alimentar, pero otras alternativas de mercado con algún cilindro adicional pero algo menos de potencia es capaz de lograr cifras menores sin demasiada dificultad. En cualquier tipo de conducción, el inglés no será capaz de bajar de los 17 litros de media, mientras que en el momento en que queramos darle rienda suelta a la felicidad, apenas podremos recorrer 200 kilómetros con un sólo tanque de gasolina. ¿Merece la pena ese gasto? Por supuesto. ¿Duele? También.
En definitiva, el McLaren 720S ha superado mis expectativas en todos los aspectos. Su radicalidad, su capacidad de hacerte sentir un piloto y sus líneas estéticas, han sido las protagonistas de mi ilusión por echar un boleto de la lotería. ¿Me lo compraría? No me cabe la menor duda.