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Virutas F1Las asignaturas del curso

Ganar títulos de pilotos es una aventura compleja que depende de parámetros volátiles y poco previsibles, pero el mundial de constructores sí que atiende a un guión más imaginable.

Las asignaturas del curso
La Fórmula 1 es un deporte extremadamente complejo.

15 min. lectura

Publicado: 27/01/2022 09:30

Para ganar títulos hay que sacar sobresaliente en diversas materias. Si quieres ganar un Mundial, aquí tienes el manual de instrucciones.

Asignatura 1: Presupuesto

No es ningún misterio, para ganar hace falta mucha pasta. Sin presupuesto no hay mucho que hacer, y que ocurran cosas grandes con un presupuesto pequeño suele ser más bien producto de genialidades puntuales, entornos temporales favorecedores, o reglamentos retorcidos o interpretados con mayor fortuna para unos y desgracia de otros. «Sí, pero ej que BrawnGP…». Sí, es cierto, BrawnGP tuvo una actuación puntual jamás repetida de llevarse lo más grande con limitaciones de todo tipo, y no es menos cierto que parte de su éxito se debió a su famoso difusor de doble plano procedente de Super Aguri. Cuando el resto de escuderías se quedaron con la copla intentaron clonarlo con mayor o menor fortuna en sus diseños, pero llegaron demasiado tarde.

Otro al que tentaron fue a Fernando Alonso, al que pusieron sobre la mesa una oferta económica de tal calibre que nunca antes y nunca después nadie la igualó de facto

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Esto es parte de la historia bien recordada… pero muchos olvidan que aquel año Flavio Briatore o Ron Dennis, entre otros, fomentaron la FOTA. Aquel cartel de escuderías, descontentos con la pasta que recibían, propusieron montar una Fórmula 1 alternativa, con un plan ajeno al establecido, y que despojaría de poder a FIA y los propietarios de la categoría. El difusor de doble plano fue la mina anticarro que los responsables del deporte colocaron bajo el culo de los equipos que querían pirarse y debilitar su posición. Lo habitual, lo normal, lo frecuente, es que ganen los ricos en esencia porque pueden permitirse mejores coches, mejores estructuras y mejores pilotos. BrawnGP fue una maravillosa rareza, pero sobre todo, lo segundo.

Asignatura 2: Pilotos ganadores

Al igual que el mejor de los pilotos no hace ganar a un coche mediocre, un piloto medianero puede hacer perder títulos a un coche ganador (y ejemplos hay muchos). Lo lógico es que los mejores equipos deseen a los pilotos más sobresalientes, y los corredores más rápidos deseen estar donde les den el mejor material posible; se juntan la gula con el más apetitoso de los menús. Cuentan que Jaime Alguersuari devolvía resultados espectaculares en el simulador de Red Bull cuando le cargaban el perfil de los azules RB pero sobre el asfalto tenía que conformarse con las prestaciones de los más limitados Toro Rosso. «Helmut, dame, tú dame unos de esos coches y verás hasta donde llego», le dijo el barcelonés en alguna ocasión al austriaco… sin éxito. En aquel momento los Red Bull eran imbatibles, y sentado a la espera de poder llevar los coches que hicieron campeón a Sebastian Vettel el DJ rechazó otras ofertas. El resto es historia.

En Toyota quisieron fichar a Schumacher y le extendieron poco menos que el cheque en blanco que nunca aceptó. Otro al que tentaron fue a Fernando Alonso, al que pusieron sobre la mesa una oferta económica de tal calibre que nunca antes y nunca después nadie le igualó de facto. Puede que haya tenido alguna propuesta afín, pero hasta donde se sabe nadie le ha pagado la cantidad que los nipones le dibujaron en un papel y a la que dijo no. De esa guisa los orientales tuvieron que conformarse con pilotos no tan deseables. Siendo respetuosos con todos ellos, porque malos pilotos tampoco eran, pero campeones, ganadores, y referentes nunca fueron. Si quieres ganar, has de comprarte calidad y ciertas garantías al volante.

Asignatura 3: Fuertes inversiones en tecnología e infraestructura

Toma nota: cuando salgan las cuentas de los equipos este año te va a sorprender la cantidad de formaciones que van a perder dinero. Y cuando hablamos de Fórmula 1 nunca son cientos, ni miles de euros. Ni siquiera millones. En términos de la economía formulaunera las palmatorias de dinero utilizan la unidad de medida denominada decenademillón. Cuando una formación pierde guita, siempre son diez, veinte, o sesenta minolles de leuros y eso es una cifra que puede parecer pequeña si se lee escrita, pero gigantesca cuando has de abonarla en taquitos de billetes contantes y sonantes. Con frecuencia ocurre que las escuderías anuncien sangrantes pérdidas repletas de ceros y se debe a que de vez en cuando les toca rascarse la buchaca para adquirir material de primera con facturas acordes. Un túnel de viento puede costar 30 o 40 millones de euros, un simulador pata negra puede salir por una cifra equiparable como te descuides un poco, o la construcción de una sede nueva unos cientos.

Christian Horner señala la turbina del túnel de viento de Red Bull, en 2014.

El deporte más caro y tecnificado del mundo es un dragón que achicharra billetes con su aliento hipohuracanado, y gran parte de esa manteca se derrite en infraestructura de una alta tecnología que cuesta un Congo. Ante las actuales limitaciones presupuestarias muchas formaciones se han adelantado y han fundido lo que tenían antes de que el freno de mano financiero les limite su crecimiento en este sentido. De ahí que McLaren haya metido mano a su túnel de viento, Ferrari haya remozado su simulador, Aston Martin haya echado el resto con su nueva factoría, y con toda seguridad otros hayan realizado adquisiciones de un calibre similar ante las dificultades venideras.

Cuando Andreas Seidl llegó a McLaren, en su primera visita se sorprendió cuando vio las máquinas de corte de metal dijo «esas las teníamos hace quince años, cuando estuve en Sauber». En términos tecnológicos algo con cinco años es ya antediluviano, así que imagínate quince. Por otra parte, fíjate desde cuando no gana McLaren de forma regular y el tiempo que tenían esos ingenios, y aunque no se pueda aplicar de manera directa la Ley General de la Causa y el Efecto, delata que existe cierta correlación. A mejores herramientas, mejores resultados, no hace falta ser ingeniero de cohetes para entenderlo.

Asignatura 4: Técnicos ganadores

Sin quitar valor a los pilotos, hoy día reside más mérito intrínseco a la hora de titulear en la aportación de un buen coche que en las manos de un buen piloto. Es por ello que la clave de bóveda sobre la que se sustenta el éxito de una escudería no es el coche… sino quien lo diseñó y su equipo de mariachis adjuntos. «¿Que esto es un campeonato de ingenieros? Pues ficha a los mejores, fenómeno, y así ganarás». Neweys hay muy pocos en nuestro universo, pero el alopécico ingeniero es uno, de varios, capaces de crear coches ganadores. Aldo Costa, James Key, Andrew Green, el semiretirado Rory Byrne… La lista es corta aunque siempre llega gente con buenas ideas, capaces de crecer, de expandirse y poder evolucionar, que pueden crear buenos monoplazas. El padre de los Red Bull cobra más que la mitad de los pilotos de la actual parrilla, y esto debería bastar para comprender la importancia que dan a su presencia. Elegir a un mal director técnico puede resultar carísimo, casi peor que fichar a un piloto que no esté a la altura.

Algo más. La ingeniería dentro de un equipo tiene un poco forma de religión bíblica. Si en el papel de Jesucristo podríamos poner al diseñador jefe, responsable técnico, o ideólogo principal del proyecto, no se puede desdeñar a los santos apóstoles que le rodean, o sea, la camarilla de subjefes. En los negociados de ingeniería, simuladores, construcción de los monoplazas, aerodinámica, o materiales entre otros, no han de ser desdeñados, y todos ellos ejercen de tentáculos del calamar principal. Si uno falla, fallan todos.

Asignatura 5: Innovación

Fundamental. Los que ganan siempre son inventores, siempre van por delante. Con frecuencia marcan el camino al resto, que de manera más o menos velada intentan recabar los mismos resultados aplicando recetas afines. La ley no escrita apunta a que los que viajan en primera clase casi siempre tienen un gadget mágico que les aporta una ventaja extra. Pueden ser unos escapes soplones, un difusor de doble plano, un motor con caballería extra, un F-duct, unas alas flácidas, un sistema DAS en la dirección o un loquesea que atesoren en exclusiva y con los que puedan cortamanguear al resto desde las alturas. Interpretar y buscar agujeros en la normativa para vadear las limitaciones sin saltarse las reglas establecidas es una necesidad.

El que inventa gana, y para crear se necesita en muchas ocasiones lo expuesto en el punto tres: inversiones tecnológicas. El proceso de implementar cambios, sobre todo los más radicales y esotéricas, es necesario probar mucho. En una época de fortísimas restricciones a la hora de poner coches en pista todo ha de ser testado en esa suerte de metaverso de la velocidad que ocurre dentro de ordenadores, simuladores y túneles de viento. Huelga decir que eso cuesta un dineral, y requiere de técnicos muy preparados y conocedores de los usos y costumbres referentes a estas prácticas. Cuantas más tengas, más mejor, tanto ideas como sistemas para comprobar que funcionen. Lo uno no suele funcionar sin lo otro.

Asignatura 6: Gestión sólida

Steve Jobs, el padre del iPhone, tenía una frase magnífica para definirse ante sus empleados. El enunciado rezaba algo así como «tú tocas un instrumento, pero yo toco la orquesta». Y es que no existe orquesta sinfónica del tamaño de los seiscientos-ochocientos empleados que puede tener en plantilla una escudería mediana… si no se construye sus propios motores. Sin ánimo de despreciar a otros directores de equipo, los llamados a ganar durante la última década, Christian Horner y Toto Wolff, han sido los Steve Jobs de la velocidad en este periodo de tiempo. Su gestión, a tenor de los resultados, ha sido modélica. Desde elegir el bufé en el Hospitality y hasta que mecánico se coloca en que rueda en los pitstops es decisión suya.

De todo tienen la última palabra, y si los resultados han sido títulos, es que acertaron en sus elecciones. La tarea no es sencilla y existen a su vez muchos palos que tocar: política interna, cabildear con el ente regulador, tratar con accionistas y patrocinadores, gestionar los recursos humanos con sus limitaciones y posibilidades, estrategias comerciales, inversiones futuras, fichajes importantes, manejo de los medios, etc. Un jefe de equipo de Formula 1 no es un entrenador sino algo mucho más complejo, y más parecido al responsable de cualquier empresa que corra en la bolsa de valores.

Epílogo

Echa un vistazo a los equipos y mira con lupa si cumplen estos requisitos o no. No los necesitan todos, pero las carencias en alguna asignatura han de ser compensadas con mayor incidencia en otras. Los que ganen seguirán más o menos este guión, y los que pierdan, habrán hecho otras cosas por inacción, omisión, o por no poder permitírselo. Ya sabes, esto es un deporte encerrado dentro de un negocio. Si lo último no funciona, lo primero tampoco.

Fotos: Red Bull Content Pool

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