Nos creemos los bulos del coche eléctrico y solo una estrategia ha funcionado. Y es casi más preocupante

Un estudio internacional revela que la desinformación sobre los vehículos eléctricos está más extendida de lo que se pensaba. La única estrategia realmente efectiva para combatirla no ha sido una campaña de expertos ni una acción mediática, sino una solución… inquietante.

Nos creemos los bulos del coche eléctrico y solo una estrategia ha funcionado. Y es casi más preocupante
El coche eléctrico tiene que enfrentarse a muchos retos, incluida la desinformación. - Unsplash

7 min. lectura

Publicado: 11/06/2025 12:00

Una investigación liderada por la Universidad de Queensland (Australia) y publicada en la revista Nature Energy ha analizado la penetración de bulos sobre los coches eléctricos en cuatro países: Australia, Estados Unidos, Alemania y Austria.

Los resultados son contundentes: la mayoría de las personas no solo ha estado expuesta a afirmaciones falsas sobre los vehículos eléctricos, sino que, en muchos casos, las considera ciertas. Y esto incluye también a personas que ya conducen un coche eléctrico.

El estudio evaluó el grado de acuerdo de los encuestados con declaraciones como que los vehículos eléctricos arden con mayor facilidad que los vehículos de combustión, que sus baterías están diseñadas para no poder actualizarse o que generan campos electromagnéticos perjudiciales para la salud.

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«Es crucial que abordemos la prevalencia de la desinformación sobre tecnologías energéticamente eficientes como los vehículos eléctricos»

Todas ellas carecen de respaldo científico e incluso está demostrado que los coches eléctricos se incendian menos que los de combustión. Aun así, fueron aceptadas por una parte importante de los participantes.

«Sabemos que este tipo de información falsa está ahí fuera y circulando, pero la escala de aceptación es preocupante y plantea un desafío significativo para la transición global hacia un transporte más sostenible», apunta el Dr. Chris Bretter, de la Escuela de Negocios de la UQ.

«El hecho de que incluso los propietarios de vehículos eléctricos fueran más propensos a estar de acuerdo con la desinformación subraya lo arraigada que se ha vuelto en la sociedad», añade.

Un fenómeno vinculado a la desconfianza

Según los autores del estudio, el factor más determinante para que una persona creyera en estas afirmaciones no fue el nivel educativo ni el conocimiento previo sobre movilidad eléctrica, sino la denominada mentalidad conspirativa.

Esta forma de pensar implica una predisposición a creer que existen intereses ocultos, engaños institucionales y tramas encubiertas en torno a las nuevas tecnologías.

«Vimos que las personas con esta perspectiva también suelen desconfiar de otras tecnologías respaldadas por la ciencia, como las vacunas o los parques eólicos», explica el profesor Matthew Hornsey, coautor del estudio.

Este enfoque conspirativo también alimenta sospechas sobre los supuestos beneficios de los vehículos eléctricos, que algunos perciben como parte de una estrategia comercial o ideológica enmascarada, según detalla el informe.

«Los resultados muestran que la comprensión pública de los vehículos eléctricos se ha visto distorsionada por un panorama de información moldeado por mitos, encuadres selectivos y razonamiento especulativo», considera Hornsey.

Chatbots, una herramienta inesperadamente eficaz

Para los autores, el alcance de la desinformación representa un desafío serio para la transición hacia un transporte más sostenible. La persistencia de creencias falsas no se limita a frenar la intención de compra de coches eléctricos, sino que también reduce el apoyo a políticas públicas necesarias para su expansión.

Ante esta situación, los investigadores probaron distintas estrategias para reducir la adhesión a estos mitos. Se ofreció a los participantes una ficha informativa tradicional sobre vehículos eléctricos y también la posibilidad de mantener un diálogo con un chatbot de inteligencia artificial (concretamente, ChatGPT).

Ambas estrategias lograron reducir la creencia en información falsa y aumentar tanto la intención de compra de vehículos eléctricos como el apoyo a políticas relacionadas. Lo más llamativo fue que los efectos se mantenían incluso 10 días después de la interacción.

Pero el dato más significativo del estudio fue que las conversaciones con el chatbot fueron igual de efectivas —y en algunos casos, más— que los métodos tradicionales de información. Este hallazgo sugiere que los sistemas de inteligencia artificial generativa pueden tener un papel relevante en la lucha contra la desinformación, especialmente cuando los mensajes procedentes de fuentes expertas generan recelo o rechazo.

«Esta es la primera evidencia de que las conversaciones no seleccionadas con IA generativa pueden tener efectos positivos sobre la desinformación, lo que muestra su promesa para posibles futuras intervenciones centradas en soluciones a gran escala», afirma el Dr. Chris Bretter.

«Dada la necesidad global de hacer la transición hacia opciones de transporte más sostenibles, es crucial que abordemos la prevalencia de la desinformación sobre tecnologías energéticamente eficientes como los vehículos eléctricos», concluye.

Un vehículo eléctrico recarga sus baterías en un garaje comunitario - Unsplash

Un hallazgo con implicaciones más allá de la movilidad

Aunque los investigadores destacan que el uso de inteligencia artificial debe evaluarse también desde una perspectiva medioambiental y ética, coinciden en que sus posibilidades como herramienta para fomentar una transición energética informada son prometedoras.

Sin embargo, el estudio también deja entrever una cuestión que va más allá de la tecnología o los coches eléctricos: el creciente poder de influencia de las inteligencias artificiales frente a otras fuentes tradicionales de conocimiento.

Si los ciudadanos confían más en un chatbot que en expertos o medios especializados o en estudios científicos fiables, el problema no reside únicamente en que desinformación circula, sino en cómo y de quién decidimos creernos la verdad.

Al fin y al cabo, los chatbots han demostrado cometer errores de bulto y, en realidad, no son más que repositorios -avanzados, eso sí- de información en internet, que puede ser veraz o, efectivamente, un bulo.

Fuente: Techxplore.com

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