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Canepa restaura uno de los salvajes SuperVettes IMSA de 750 CV

Canepa ha presentado las primeras imágenes de uno de sus últimos trabajos de restauración, uno de los impresionantes SuperVettes de la IMSA desarrollados por John Greenwood. Este es uno de los solo 2 ejemplares que fueron creados en 1977 para la nueva normativa del campeonato IMSA y tras su restauración se encuentra como nuevo.

Canepa restaura uno de los salvajes SuperVettes IMSA de 750 CV
SuperVette IMSA 1977 - Canepa

3 min. lectura

Publicado: 28/03/2020 16:00

Canepa es uno de los más reputados especialistas en clásicos de competición del mundo. Aunque su labor se centra principalmente en marcas europeas, como es el caso de Porsche, con la que ha mantenido una dilatada relación a lo largo de los años, también suele trabajar con otras muchas marcas y modelos, sobre todo cuando hablamos de vehículos históricos de competición.

El último trabajo de este especialista con sede en California es una pieza bien conocida por los aficionados estadounidenses, uno de los primeros Corvette C3 de John Greenwood, ex piloto y preparador célebre por sus versiones de competición hipervitaminadas y ensanchadas hasta el extremo del Corvette de las décadas de los setenta y ochenta. Sus versiones de carreras, todo un icono de la época por sus hipertrofiadas siluetas, no solo compitieron en Norteamérica sino que también hicieron las delicias del público en Europa, ya que participaron en varias ediciones de las 24 Horas de Le Mans.

Esta es una de las dos unidades fabricadas en 1977.

El ejemplar presentado por Canepa es uno de los dos fabricados por John Greenwood y Bob Riley en 1977 aprovechando la entonces nueva normativa de la IMSA que permitía vehículos de chasis tubulares, lo que abría todo un mundo de posibilidades a pequeños fabricantes como este. Durante finales de la década de los setenta e inicios de los ochenta, Greenwood se hizo un nombre con estas modificaciones superlativas del Chevrolet Corvette.

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Este ejemplar en cuestión perteneció a JLP Racing y sobre su bastidor de tubos de 2 pulgadas al cromo-molibdeno contó con una impresionante carrocería ensanchada y estirada hasta límites imposibles para un vehículo de calle, pero que permitían una enorme carga aerodinámica para mantener esta bestia en el suelo. Sobre todo gracias al acusado labio delantero y el enorme alerón trasero. Sin olvidarnos de las ruedas, más propias de un Fórmula 1 de la época.

A nivel mecánico nos encontramos un mastodóntico V8 de 8.2 litros que entrega una potencia en torno de los 750 caballos. Como podemos ver en las imágenes de la galería superior, tras los laboriosos trabajos de restauración, este ejemplar se encuentra como nuevo, además de gozar de altísimas dosis de originalidad. Aunque también cuenta con elementos mejorados, como es el caso de las pinzas de freno de magnesio, procedentes de un Porsche 935.

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