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La importancia de circular con un neumático «sano»

  • Repasamos algunos de los puntos cruciales que debemos revisar para asegurarnos de estar circulando con unos neumáticos «sanos».
  • La prensión incorrecta, excesiva edad o un desgaste excesivo son algunas principales causas que pueden derivar en un accidente o incidente en la carretera.

6 min. lectura

Publicado: 22/08/2016 09:30

Neumáticos Continental

Descubre la importancia de tener unos neumáticos «sanos».

En épocas como el verano o en momentos puntuales en los que se realizan trayectos más largos de lo habitual, se somete a altas exigencias a los neumáticos del coche. Y como único elemento del vehículo que está en continuo contacto con la calzada, su correcto estado es crucial para evitar posibles incidentes en la carretera o cosas más graves. Es por ello que, llegado el momento, se debe de realizar un particular “chequeo” para comprobar el verdadero estado de los neumáticos.

Fabricantes de neumáticos como Continental ponen de relieve la importancia de circular con unos neumáticos «saludables» y para evitar posibles problemas, se recomienda revisar su estado antes de emprender un viaje. Y no sólo por motivo de un viaje, sino también para el día a día. Como bien decimos, fabricantes como Continental aprovechan esta época del año para recordarnos algunas claves para mantener en perfectas condiciones los «zapatos» de nuestro vehículo.

Una presión incorrecta reduce la estabilidad

Mantener la presión correcta ayuda a mantener en mejores condiciones los neumáticos. Y es que, si se circula con una presión inferior a la recomendada se reduce la estabilidad del vehículo, se aumenta el peligro de pérdida repentina de aire y se afecta negativa al consumo de combustible del vehículo. Y en el caso contrario, si la presión es excesiva, se provoca un desgaste prematuro por el centro reduciendo su vida útil. También se podría producir una pérdida de adherencia y un aumento de las vibraciones con la consiguiente pérdida de confort durante la conducción.

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La cristalización indica que el neumático no tiene «buena salud»

Un vehículo que pasa mucho tiempo a la intemperie (especialmente cuando está sometido a altas temperaturas) puede sufrir de un rápido deterioro de sus neumáticos. La cristalización del neumático se puede producir tanto por las altas temperaturas, el envejecimiento por edad y por aquellos que reciban mucha radiación solar. Es por ello que siempre se recomienda evitar los neumáticos que hayan estado expuestos a alguno de estas situaciones.

Un desgaste excesivo se traduce en una pérdida de adherencia

Por otra parte, un neumático con un desgaste excesivo se traduce en una pérdida de la adherencia, especialmente sobre suelo mojado. Recordemos que la normativa vigente obliga a que los neumáticos tengan una profundidad del dibujo de la banda de rodadura no inferior a 1,6 milímetros. Lo recomendable es utilizar unos neumáticos que tengan como mínimo un dibujo de 3 milímetros de profundidad.

Como bien hemos dicho anteriormente, uno de los riesgos de circular con neumáticos muy desgastados es que se puede sufrir «aquaplanning» o de alargar la frenada de forma alarmante. En el caso de los neumáticos Continental, se incorpora un testigo de 3 mm que nos indica si la profundidad del dibujo es mayor. Se recomienda revisar la banda de rodadura periódicamente para asegurarse de que el desgaste no sea irregular o excesivo.

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Busca posibles bultos, cortes o roces

Durante las revisiones del estado de los neumáticos es importante buscar posibles anomalías como bultos, cortes, roces o «bordillazos». Es importante no reparar los neumáticos que tengan este tipo de anomalías y, llegado el caso, se recomienda su sustitución. Es por ello que durante las maniobras de aparcamiento o conduciendo por calles muy estrellas, es importante evitar rozar los neumáticos con los bordillos de las aceras o pisar alcantarillas (en la medida de lo posible).

Con el paso del tiempo los neumáticos pierden prestaciones

Aunque no se recorran muchos kilómetros, con el paso del tiempo los neumáticos se deterioran y, por lo tanto, pierden prestaciones. Y aunque realmente los neumáticos no tienen una «fecha de caducidad», se aconseja cambiarlos cuando pasan 10 años desde su fecha de fabricación aunque todavía no estén desgastados o visualmente no estén en mal estado.

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