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Gasógeno, la alternativa a los coches eléctricos en tiempos de escasez de petróleo

En tiempo de escasez energética el ser humano se ha visto obligado a tirar de soluciones alternativas. En el periodo comprendido entre las dos guerras mundiales (incluyéndolas) se utilizaron cientos de miles de vehículos con gasógeno para tener movilidad cuando escaseaba el petróleo refinado.

Gasógeno, la alternativa a los coches eléctricos en tiempos de escasez de petróleo
Ford T con sistema de gasógeno de la posguerra española - Museo de Historia de la Automoción de Salamanca

6 min. lectura

Publicado: 07/05/2023 20:00

Apuesto a que tú, querido lector, eres demasiado joven para haber visto circulando un vehículo con gasógeno. Y es que este sistema de propulsión alternativa se utilizó en nuestro país en tiempos de gran escasez, y hay que haber vivido (y recordado) la inmediata posguerra tras terminar la Guerra Civil.

Antes del conflicto se calcula que había circulando por España unos 179.500 vehículos, pero sobrevivieron menos de la mitad, unas 78.000 unidades. Entre los vehículos que se usaron para huir a Francia o Portugal, los propios estragos de la guerra o la confiscación de vehículos particulares diezmó el parque de la época.

Acabada la guerra, España era un paria internacional. La dictadura impuesta por los militares del bando nacional, liderados por Francisco Franco, estaba alineada con el eje Berlín-Roma a meses de estallar la Segunda Guerra Mundial. Según empezó el eje a perder la guerra, la España autárquica se distanció y acabó quedando aislada internacionalmente hasta 1953.

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El sistema de gasógeno se empleó tanto en otros países europeos como en Latinoamérica. Es más, en algunos países subdesarrollados sigue siendo un medio de locomoción cuando no hay otra cosa

De hecho, hasta entonces hubo restricciones para el uso de combustible porque España se convirtió en una autarquía, cosas como el combustible escaseaban mucho y se implantaron grandes restricciones. Para salir de aquella situación hubo que tirar del gasógeno, que ni mucho menos era un invento español. De hecho, data de 1870.

Hacia 1944, la revista Revue Automobile contabilizó 155.000 vehículos con gasógeno en Alemania, 128.000 en Suecia, 65.000 en Francia, 15.000 en Finlancia, 10.000 en Dinamarca, 9.000 en Italia, otros 9.000 en Noruega, 7.700 en Suiza y 3.000 en Bélgica. La mayoría de esos países estaban sometidos a economía de guerra.

¿Pero en qué consiste el gasógeno?

Básicamente, consiste en hacer que un motor gasolina o diésel pueda funcionar casi exclusivamente con biomasa. El combustible tradicional se empleaba únicamente para el arranque o para superar obstáculos concretos. El resto del tiempo, se utilizaba el gasógeno.

Ejemplo de uso de gasógeno en un 1937 Chevrolet De Luxe Master

Resumidamente, el gasógeno consiste en una caldera donde se realiza una combustión pobre de biomasa, como residuos vegetales o madera, pero pobre en oxígeno, por lo que uno de los productos de la combustión era el monóxido de carbono (CO) o «gas pobre». En una combustión completa no debería generarse.

Dicho gas, de bajo contenido energético, pero que daba más que una piedra, se dirigía a la admisión del motor. No iba mediante un camino directo, antes había que filtrar mínimamente el gas pobre y, lo más importante, enfriarlo para que no entrase por la admisión a 400 ºC. Eso empeoraría aún más el problema del rendimiento por su bajo contenido en oxígeno.

Para poder utilizar un automóvil de gasógeno había que prender la caldera como 15 minutos antes, para que hubiese algo que inyectarle al motor a través de la carburación. Mover, movía los vehículos, pero con una pérdida de potencia de unos dos tercios, y en algunas situaciones los motores no podían subir ciertas pendientes. Se utilizó en turismos, camiones, autobuses y hasta motocicletas con sidecar.

En el Museo de la Historia de la Automoción de Salamanca (MHAS) se encuentra expuesto un viejo Ford T que fue convertido a gasógeno en 1944, con una de las primeras matrículas de Burgos, la BU-2328. Para hacernos una idea del consumo con este sistema, necesitaban como tres sacos de carbón para realizar 25-30 km, o unos 30 kg de madera para 100 km (suponiendo 10 l/100 km de gasolina en condiciones normales).

Desde la óptica actual, podríamos pensar que el gasógeno era un atentado medioambiental terrible, pero lo cierto es que era más limpio usar madera en una caldera de gasógeno que quemarla directamente. Los coches eléctricos fueron una alternativa mucho menos disponible, como sucedió en Barcelona con taxis (ver apartado de Industria en el enlace) o en la Francia ocupada, donde hubo varios modelos eléctricos porque no había gasolina para particulares.

No obstante, a las emisiones de escape había que añadir los residuos sólidos de la combustión, ási que era ecológico, pero no tanto. Al menos contaminaban menos los vehículos así que usando gasolina o gasóleo fósil. Recordemos que en aquella época todos los vehículos iban a escape libre, y un gasógeno alimentado a carbón no era mucho mejor que un «calamar» diésel de esos que cada vez se van viendo menos.

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