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Agitada jornada de protestas en Francia por el alza del combustible

Más de 283.000 franceses se han manifestado en más de 2.000 localizaciones para protestar por el aumento de los combustibles -especialmente el gasóleo-. Los llamados <em>gilets jaunes</em> (chalecos amarillos) han cortado carreteras, peajes, accesos a infraestructuras críticas, el túnel bajo el Mont Blanc... Aparentemente es un movimiento descentralizado.

6 min. lectura

Publicado: 17/11/2018 21:30

Fotografía: Guillaume Vachey (dominio público)

Francia es uno de los países europeos que con más ganas está dando pasos en la dirección de la electromovilidad, poniendo caducidad al vehículo de combustión interna (se prohibirán sus ventas en 2040), dando ayudas para cambiar de coche y subiendo el precio del gasóleo y la gasolina (desde 2015).

Mientras en las grandes urbes, como París, la intermodalidad está en auge y cada vez es menos importante poseer un coche, no pasa así en el resto del país. La Francia periférica, de provincias y rural depende mucho del vehículo privado para moverse. A esto hay que sumar diferencias de poder adquisitivo.

El incremento que anunció el Gobierno de Francia en los carburantes para enero de 2019 ha encendido los ánimos de cientos de miles de personas -283.000 según el último balance del Ministerio del Interior francés-, que se han organizado a través de redes sociales y han lucido el chaleco amarillo reflectante de emergencias para tener más visibilidad -nunca mejor dicho-.

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Detrás de esta subida está, como suele ser habitual, la excusa de la ecología y la transición a los vehículos eléctricos o híbridos, menos contaminantes. Pero el colectivo de los gilets jaunes ve excesivo el incremento de los costes que van a tener que soportar sus bolsillos.

Ahora mismo en Francia la gasolina cuesta de media 1,476 €/l frente (57% impuestos) a los 1,484 €/l del gasóleo (61% impuestos)

La jornada en Francia ha sido bastante movida, con 227 heridos, 117 detenidos y miles de cortes de carreteras y calles en las ciudades. Además, hay que lamentar el fallecimiento de una mujer de 50 años cerca de Saboya al ser atropellada por una conductora que, presa del pánico ante los manifestantes, embistió a la multitud. La conductora ya se encuentra detenida.

El Gobierno de Francia se ha apresurado a decir que entiende la movilización, pero no aceptará un bloqueo total ni piensa dar marcha atrás en la medida. Ningún grupo político está detrás de este movimiento de protesta, aunque el pasado en la banca del presidente, Manuel Macron, le hace ser precibido por algunos sectores de la población como desconectado de la gente.

El alza de los combustibles en Francia ya viene acarreando problemas desde tiempo atrás. Según el Ministerio del Interior galo, entre enero y agosto se han denunciado 1.916 robos de combustible en zonas urbanas, 24 de ellos a camioneros, y otros 6.268 robos en áreas rurales. En total, casi 8.200 sustracciones hasta agosto.

Nuestro vecino es uno de los principales apostadores por el gasóleo para la movilidad, fundamentalmente por la diferencia de precio respecto a la gasolina, de la que se han beneficiado los particulares durante años. En España se va a eliminar la diferencia de fiscalidad en el gasóleo para los particulares de forma progresiva hasta 2022, y ya quedó decidido antes de que llegara al poder Pedro Sánchez (PSOE) mediante moción de censura.

Estas subidas traen consigo un acalorado debate: ¿debe fundamentarse la transición energética en los bolsillos de quienes tienen más difícil realizar dicha transición? En grandes ciudades es posible apañarse con vehículos de alquiler, transporte público, covoiturage (compartir coche), bicicleta, patinetes... pero no es así en el medio rural, donde el 93% de los hogares tienen coche.

En varios países europeos se está declarando la guerra al automóvil tradicional (gasolina y gasóleo) entre incrementos artificiales del precio del combustible, restricciones a la circulación para los más contaminantes, anuncios de peajes adicionales por circular, prohibiciones de matricular nuevas unidades más allá de 2030, etc.

Está claro que el modelo de movilidad apunta hacia los coches eléctricos, menos propiedad para el mismo uso, ciudades libres de humos, etc. La duda está en cómo afrontar dicha transición, ya que quienes más fácil lo tienen son los que tienen mayor poder adquisitivo. El ciudadano medio verá muy presionado su bolsillo.

Los fabricantes europeos van captando el mensaje y aumentando su compromiso por la electromovilidad, antes de que China les adelante por la derecha. Pero los efectos tardan en llegar, y las alzas en el combustible son más inmediatas sin que lo hagan los salarios. Esto supone un incremento en la indignación ciudadana que luego se plasma en resultados electorales anómalos, como que el Frente Nacional (ultraderecha) llegue a la segunda vuelta de las elecciones.

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