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Hoy comienza la guerra comercial entre EEUU y China

A partir de hoy, los coches fabricados en Estados Unidos tienen una importante desventaja respecto a los fabricados en otros países, hay una diferencia arancelaria del 25%. Es la consecuencia de la desastrosa política comercial impulsada por Donald Trump para reducir las importaciones que vienen de fuera.

6 min. lectura

Publicado: 06/07/2018 22:00

Donald Trump, presidente de Estados Unidos

Hoy, 6 de julio, ha comenzado la mayor guerra comercial de la Historia. Estados Unidos -primero- y China -en respuesta- han escalado sus tensiones debido a los aranceles de importación que hay a ambos lados del Pacífico. Estados Unidos se queja de un déficit comercial gigantesco, principalmente respecto al país asiático.

Donald Trump ha elevado los aranceles a 34.000 millones de dólares en productos chinos, incluyendo automóviles. El año pasado se importaron desde China un total de 1.600 millones de dólares de vehículos, tanto nuevos como usados, con una tarifa arancelaria del 2,5%.

En una segunda fase, Estados Unidos elevará los aranceles a otros 16.000 millones de dólares en productos chinos, dentro de dos semanas. En total, el arancelazo afectará a 50.000 millones de dólares en exportaciones chinas. El país asiático, que prácticamente es "la fábrica del mundo", no se ha quedado de brazos cruzados.

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La respuesta del país asiático fue calcular, en un movimiento recíproco, aranceles a 50.000 millones de dólares en importaciones desde los Estados Unidos. Entre los productos afectados también están los automóviles, que tenían unos aranceles de importación del 25%. Sí, era 10 veces superior al arancel estadounidense en dirección opuesta.

Esto se debe a que China ha penalizado durante años la importación de vehículos extranjeros para convencer a los fabricantes de fuera para que produzcan dentro de China. Eso no se podía hacer de cualquier forma, sino de la mano de un fabricante chino, y con empresas conjuntas de las que no podían poseer más de la mitad, las famosas joint-ventures.

A partir de hoy, los coches americanos tienen unos aranceles del 40%, por lo que su competitividad respecto a modelos similares producidos en China se desploma. No solo eso, China ha bajado los aranceles a las importaciones foráneas -si no vienen de EEUU- del 25% al 15% desde el 1 de julio. Es para llevarse las manos a la cabeza.

Modelos como el BMW X3 y X4 se van a librar, ya que se producen en China y no se llevan desde Spartanburg (Carolina del Sur, EEUU)

Este movimiento favorece mucho a los fabricantes que llevan sus coches desde Europa hasta China, como puede ser Porsche o los fabricantes especializados en lujo, que no producen en China. También puede darle posibilidades de expansión a fabricantes como SEAT, que tampoco producen en China.

Podríamos decir que esta diferencia arancelaria beneficia a los fabricantes europeos, pero solo si hablamos de fábricas europeas. Los BMW X5 y X6 se fabrican en Estados Unidos, Mercedes-Benz produce también SUV GLE y GLS con destino a China. Solo en el caso de BMW, hablamos de 70.000 coches previstos para este año.

Para Tesla, por ejemplo, esto supone un mazazo

¿Qué pasa con los fabricantes americanos? Impacta menos a los que apenas traen coches desde los Estados Unidos. Por ejemplo, Ford vendió en China unas 400.000 unidades en los dos primeros trimestres de 2018; únicamente el 2% se trajeron en barco, el resto se hizo en las fábricas con sus socios chinos.

Fábrica de Daimler en Tuscaloosa (Alabama, EEUU)

En un periodo de 10 años, las exportaciones de coches desde Estados Unidos hacia China se han multiplicado por 10. En el año 2008 fuero 1.100 millones de dólares en coches, en 2017 fueron 10.500 millones de dólares. En la segunda mitad de este año es previsible que las ventas de coches americanos en China se desplomen según se vayan acabando las existencias de los concesionarios.

Por cierto, los concesionarios también tienen un problema si respetan el precio por el que han cobrado a los clientes por coches que hoy no habían entrado ya por vía marítima. En ese caso, la diferencia arancelaria se la tendrán que comer. Una vez se apliquen los nuevos aranceles a los precios, su situación en el mercado quedará muy comprometida.

Estamos ante un ejemplo más de hasta dónde está siendo de contraproducente la política comercial de Donald Trump. No va a conseguir que los chinos pongan más fábricas en Estados Unidos, lo que va a conseguir es que haya más paro en Estados Unidos. A río revuelto, ganancia de pescadores, varios fabricantes con fábricas fuera de EEUU se van a beneficiar de este guirigay comercial.

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