El nuevo impuesto al CO₂, ya aprobado, lo encarecerá TODO: gasolina, diésel, gasóleo y gas natural

La Unión Europea aplicará a partir de 2027 el sistema ETS2, una revolución climática con impacto directo en tu bolsillo a través del mercado del carbono. Esta nueva normativa encarecerá todo tipo de energía, tanto la asociada al transporte como a la calefacción.

El nuevo impuesto al CO₂, ya aprobado, lo encarecerá TODO: gasolina, diésel, gasóleo y gas natural
Las emisiones de CO2 van a salir muy caras en la Unión Europea. - Freepik

6 min. lectura

Publicado: 12/06/2025 17:15

A partir de 2027 (o 2028, si la energía se pone por las nubes y deciden aplazarlo un año), la Unión Europea abrirá la puerta a uno de los mayores cambios en su política climática: el nuevo Sistema de Comercio de Emisiones para edificios y transporte por carretera, más conocido como ETS2.

Y no, no es el nombre de una enfermedad de transmisión sexual, sino el de una herramienta fiscal que pondrá precio al dióxido de carbono (CO₂) que emiten nuestros hogares y nuestros vehículos. En resumen: si se quema, contamina y calienta, va a pagar. O, mejor dicho, vas a pagar tú.

Este sistema tiene un problema evidente: es regresivo. Afecta más a quienes menos tienen

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ETS2, cómo funciona y por qué lo notarás enseguida

Hasta ahora, el mercado europeo de carbono afectaba sobre todo a la industria y la generación eléctrica. Pero con el ETS2, el carbono entra por la puerta principal de tu casa: calefacción, transporte por carretera, gas natural, gasóleo, gasolina… Todo lo que emita CO₂ y no estuviera ya en el radar fiscal de Bruselas, ahora lo estará.

A partir de la entrada en vigor del sistema, los proveedores de combustibles deberán comprar derechos de emisión por el dióxido de carbono que generan sus productos. Y, como no podía ser de otra manera, ese coste lo repercutirán al consumidor final. Es decir: tú, otra vez.

La lógica es sencilla: una tonelada de CO₂ equivale a un permiso de emisión. Y, a medida que ese permiso se encarezca, lo harán también los precios en la gasolinera o en tu factura de calefacción. Según la Comisión Europea, con un precio base de 48 €/tonelada, el litro de gasolina de automoción podría subir unos 11 céntimos, mientras que el diésel lo haría 13 céntimos. Pero eso es solamente el principio.

La previsión a medio plazo no es precisamente tranquilizadora. Estimaciones como las de BloombergNEF apuntan a que el precio del carbono podría alcanzar los 149 €/tonelada en 2030, e incluso superar los 250 euros si el mercado se dispara. En ese escenario, llenar el depósito será casi un lujo: el precio por litro podría aumentar más de 0,50 euros.

Y si usas gasóleo o gas para calefacción, la cosa tampoco pinta mejor. Por cada euro que suba el precio del CO₂, se calcula que el gas se encarecerá 3,1 €/MWh, y el gasóleo de calefacción 4,1 céntimos por litro. Multiplica eso por todo un invierno y entenderás por qué el ETS2 puede sentirse más como una mordida que como una medida ecológica.

El CO₂ no entiende de rentas, pero el bolsillo sí

Este sistema tiene un problema evidente: es regresivo. Afecta más a quienes menos tienen, porque el gasto en energía supone una mayor proporción de su presupuesto.

Y lo hace especialmente en zonas rurales, donde no hay metro ni coches eléctricos por doquier. También golpea a pequeños negocios, que verán sus costes operativos subir sin posibilidad de trasladarlos con facilidad.

Bruselas, eso sí, no es ajena a esta realidad. Por eso ha creado el Fondo Social para el Clima, con 86.700 millones de euros entre 2026 y 2032 para amortiguar el golpe. Este fondo, financiado con el dinero recaudado por la venta de derechos del ETS2, debe servir para ayudar a los más vulnerables, apoyar la movilidad sostenible y renovar edificios.

La intención es buena. El problema, como siempre, es la ejecución: ¿llegarán las ayudas a tiempo, y a quienes realmente las necesitan?

Repostar ya es bastante caro, pero irá a más en 2027 - Freepik

Una lección canadiense y una UE con nervios

La UE sabe que si no se explica bien el ETS2, puede pasar lo mismo que en Canadá, donde en 2025 el gobierno acabó derogando su impuesto al carbono sobre combustibles, a pesar de que la mayoría de la gente recibía más en ayudas de lo que pagaba. ¿El problema? Nadie lo entendió. La percepción social fue de impuesto injusto, y la presión política tumbó el sistema.

Europa quiere evitar ese fiasco. Por eso, además del Fondo Social, el ETS2 contará con una Reserva de Estabilidad del Mercado. Es decir, una especie de freno de emergencia para suavizar subidas bruscas en el precio del carbono. Aun así, su capacidad de maniobra es limitada. Y si el mercado se vuelve loco, los ciudadanos podrían pagar los platos rotos.

Como si todo esto no fuera ya bastante complejo, muchos países no han cumplido con su obligación de incorporar el ETS2 a su legislación nacional. De hecho, únicamente Austria llegó a tiempo. La Comisión Europea ya ha abierto expedientes de infracción contra los rezagados, mientras que Polonia, Chequia o Estonia han pedido más tiempo, alegando razones sociales y económicas.

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