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El manual del perfecto imbécil al volante

Conducir no es un juego, sino un importante ejercicio de responsabilidad hacia el resto de usuarios de la vía y nosotros mismos. Sin embargo, en las carreteras abundan los conductores que no tienen respeto alguno por los demás.

El manual del perfecto imbécil al volante
A veces parecemos trogloditas al volante de nuestros vehículos. - Shutterstock

13 min. lectura

Publicado: 07/02/2022 14:00

Quien ha tenido un accidente sabe bien lo que supone conducir y las consecuencias devastadoras que puede llegar a tener. Además, conducir de manera prudente y segura sólo nos garantiza circular con responsabilidad y cumplir con nuestra parte, pues en realidad un accidente puede llegar por la imprudencia o despiste del resto de conductores, sin que podamos hacer nada por evitar vernos involucrados en ello.

Pero, obviamente, minimizar riesgos todo lo posible depende de todos y cada uno de los conductores. Sin embargo, algunos parece que salen a la carretera sólo para molestar a los demás o dejando muy claro que son incapaces de entender que se trata de un espacio compartido, no para uso exclusivo suyo.

A continuación, elaboramos el manual del perfecto imbécil al volante

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No utilizar los intermitentes

Esta es una de las más típicas y egoístas acciones. O, mejor dicho, no acciones, pues muchos son los que ignoran esas útiles palancas situadas a los lados del volante y que, aunque parezca increíble, todos los vehículos incorporan obligatoriamente por ley.

Así es, TODOS los coches las tienen y sirven para indicar un cambio de carril o dirección. No sólo por seguridad, sino por solidaridad. Por ejemplo, cuando estamos esperando para incorporarnos a una rotonda o en un cruce y el conductor que viene de frente sale de la misma sin indicar su maniobra, haciéndonos esperar inútilmente.

Colega, ¡que mi tiempo es igual de valioso que el tuyo!

No facilitar las incorporaciones

Otra de las actitudes egoístas es la de no facilitar las incorporaciones en un carril de aceleración, especialmente en autovías y autopistas o cuando este es demasiado corto como para hacerlo con facilidad.

Que sí, que tú tienes preferencia, ¿pero qué te cuesta levantar el pie del acelerador un poco o cambiarte al carril de la izquierda si está vacío? No te preocupes, te garantizo que tu orgullo seguirá intacto y yo no tendré que pegar un frenazo o salir demasiado lento en un entorno de alta velocidad.

Ignorar el carril derecho

Las autovías o autopistas cuentan con varios carriles en un mismo sentido y por ellas se puede circular con comodidad sin entorpecer al resto. En realidad es bastante sencillo: elegimos la velocidad que nos conviene y, siempre que sea posible, nos colocamos a la derecha.

«Ya, pero es que puede haber camiones o carriles de incorporación». Sí, qué fastidio cambiar al carril de la izquierda cuando lo necesitemos. Y señalizar con el intermitente, ya ni te cuento.

#NOCUELA

Y recuerda, que tú circules a la velocidad máxima permitida no te da derecho a impedir que otros vehículos te adelanten (de hecho, la ley así lo contempla). Nunca te creas tan listo como para creer que conoces las circunstancias de los demás.

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Bloquear los cruces

Otro de los clásicos, bloquear un cruce, impidiendo que el tráfico fluya. Siempre está el conductor que tiene prisa y cree que deteniendo el coche justo detrás del siguiente llegará antes, en lugar de dejar el cruce libre para que los semáforos y la circulación hagan su trabajo. «¿Y si se me cuela alguien?».

No, mejor impedir los giros o bloquear a los coches que quieren ir de frente, total, sólo es garantía de que nadie podrá moverse y la situación irá cada vez a peor. Si ya coincide con la llegada de un vehículo de emergencia como un camión de bomberos, una ambulancia, policía, etc, ya el remate.

No respetar los pasos de peatones

Esto es muy curioso, porque el conductor pocas veces recuerda que en muchas ocasiones es peatón y trata a estos como si fueran basura. Amigo, la ciudad es un entorno hostil para todos, no pasa nada por dejar pasar a la persona que va a cruzar por uno de los pocos lugares por el que está autorizado a hacerlo. ¿Acaso no hay que respetar los semáforos?

Eso sí, el peatón que suele decidir que va a pensar en sus cosas o esperar a alguien plantado junto al paso de peatones, confundiendo a los conductores, también se lo tiene que hacer mirar…

Dificultar los adelantamientos

No faltan en las carreteras los «flipados» que se pican con cualquiera que osa adelantarles o rebasarles. Esto en una autovía es grave porque genera molestia y crispación, pero en una vía secundaria tiene otro nombre y no es egoísmo o imbecilidad.

Que no, tío, que ni tú eres Verstappen ni él Hamilton, relájate.

Parar en doble fila habiendo sitio libre

Sabemos lo difícil que es aparcar en determinadas ciudades y en ocasiones resulta inevitable tener que recurrir a la doble fila, todos lo hemos hecho.

Ahora bien, hay maneras y maneras. Lo primero, no aprovechar los huecos libres para que luego no te dejen encerrado, me vas a perdonar, pero es muy egoísta.

Además, si no puedes controlar en todo momento si alguien necesita salir para mover el coche o entorpeces el tráfico, no lo hagas, búscate la vida que el tiempo de los demás es tan valioso como el tuyo.

Ocupar plazas de discapacitados o coches eléctricos

Es cierto que para entender plenamente lo que significa estar obligado a desplazarse en silla de ruedas hay que estar en esa situación o al menos vivir con alguien que la sufre, pero no hay justificación alguna para no ponerse en el lugar de alguien así.

Sí, es cierto que en muchos lugares las plazas reservadas para personas con movilidad reducida no suponen gran diferencia, pero en otros pueden hacer que una persona llegue a su destino o tenga que marcharse sin poder bajar del coche.

Las plazas reservadas para personas con movilidad reducida no son un chollo, sino una triste necesidad.

Las plazas normales suelen ser más estrechas y/o más cortas, haciendo imposible abrir una puerta lateral o un portón trasero lo suficiente. Literalmente, encerrado en tu propio coche.

Además, si ocupas una plaza reservada, obligarás al que tiene esa necesidad (recuerda, NO ES UN PRIVILEGIO) a aparcar más lejos. Y si te pido que me garantices por escrito que en ese trayecto habrá aceras transitables para una silla de ruedas, pasos de peatones libres sin coches aparcados y bordillos rebajados para subir y bajar, me apuesto lo que quieras a que no tienes narices a hacerlo.

Ahora piensa que tienes un coche eléctrico y vas justo de batería. Llegas a un lugar en el que sabes que hay un punto de recarga y no lo puedes utilizar porque un listo ha ocupado la plaza. Pues joroba, no nos engañemos. Como si al usuario del coche eléctrico le da por aparcar junto a un surtidor de gasolina o diésel, básicamente.

Qué sí, que los de los coches eléctricos son unos flipados y unos grtfx gdssfs msdñjhri!!! Vuelves a creerte mejor que los demás, háztelo mirar.

Efecto mirón

Esto es muy habitual en las autovías. Un accidente en un sentido de circulación provoca otro en el contrario porque los conductores se han despistado al mirar lo que había ocurrido.

El morbo está de moda, eso es obvio, pero seguramente nos compense no ver los detalles macabros del accidente para no vernos involucrados en otro y acabar siendo nosotros los observados.

Circular con las luces antiniebla o las largas

Por la noche, es vital no deslumbrar a los demás conductores con las luces. No sólo porque los ponemos en peligro, sino porque podemos llegar a vernos involucrados nosotros en el accidente que hemos provocado.

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Sin embargo, mucha gente se despista y deja las luces largas puestas, lo cual es curioso teniendo en cuenta que son un tipo de iluminación que debe utilizarse de manera muy concreta.

Pero los peores son los que se creen que molan por llevar las antiniebla. Que sí, que tu coche parece que muerde el asfalto y tiene el doble de potencia, pero lo cierto es que todo el mundo va pensando que eres un flipado y un imbécil que no hace más que jorobar a los demás.

En resumen, NO MOLA.

Meter prisa por detrás

Terminamos con otra de las actitudes típicas en las carreteras, el conductor que va oliendo el culo de los coches que van por detrás. O, dicho de un modo más correcto, no respeta la distancia de seguridad.

Esto no tiene ventaja alguna, pues no hará que pases antes, te pondrá en peligro de golpe por alcance (y tú tendrás la culpa a ojos del seguro y del resto del mundo) y agobiarás al conductor que te precede, haciendo más probable una conducción errática.

Luego está la otra opción, que el conductor de delante te la quiera devolver y vaya más lento o tarde más en apartarse a propósito.

Ruido, mucho ruido

¿Sabes esos que van por la calle o en el metro con la música en el móvil sin auriculares como si pensaran que su incomprensible gusto musical merece ser compartido con el resto de la humanidad?

Pues la versión automovilística es la del que va con la música a toda leche con las ventanillas bajadas o el que gusta de utilizar el claxon en un atasco (es evidente que la gente está en él porque quiere y tú les recuerdas que deben moverse), al ver a un amigo o vecino por la calle o para decirle a alguien que baje a la calle (y al resto que es demasiado vago como para llamar al telefonillo). Esa gente...

Quizá deberías probar a practicar la conducción solidaria, seguro que te notas más relajado al volante. ¿Se te ocurren más prácticas egoístas al volante? Cuéntanos todas ellas.

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