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Un mundo sin semáforos en rojo es posible

Varios fabricantes trabajan en la integración de la información de la red de semáforos con los vehículos que circulan por la ciudad. Tener los vehículos parados supone un gasto energético que podría solventarse si los vehículos evitan dar con las luces rojas.

8 min. lectura

Publicado: 24/10/2016 21:00

Vehículo de pruebas Ford dentro del programa UK Drive (Reino Unido), donde los coches reciben información de puntos fijos y otros vehículos

Los problemas de tráfico son tan antiguos como la invención de la rueda y los carruajes. En la actualidad seguimos necesitando la regulación automática que proporcionan los semáforos. Se solucionó un problema, el de regular la prioridad de paso de un modo más equilibrado, pero se creó otro diferente: aumenta la contaminación localmente por dos razones.

En primer lugar tenemos que los vehículos sin Stop&Start tienen el motor encendido mientras dura la luz roja, tiempo en el que se está contaminando. Los motores permanecen así para tener correctamente alimentado el sistema eléctrico, climatización etc. Con la progresiva llegada de los S&S no solo se reduce la contaminación, también el ruido de los motores en marcha.

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Sin embargo el S&S no funciona permanentemente, hay ocasiones en las que no puede funcionar (baja carga de batería, poca temperatura...) y esto depende mucho del modelo. Pero supongamos que funcionan al 100%, sigue habiendo una fuente de contaminación: la detención y arranque no salen gratis. Los frenos provocan emisión de partículas y polvo, acelerar desde parado es uno de los mayores esfuerzos para el motor, híbridos y eléctricos aparte.

En algunas ciudades se dispone de la información de la red semafórica y puede ser canalizada al coche mediante una aplicación dedicada. En imagen, la app EnLighten funcionando en un BMW en Portland (EEUU)

Lo más eficiente en una regulación semafórica es que los vehículos no tengan que parar, pero para eso es necesario que el tráfico circule a una velocidad dentro de un intervalo para coincidir con la luz verde. De esa forma se evita el frenado y posterior aceleración. Salvo que el conductor se sepa de memoria la frecuencia de todos los semáforos en su día a día, esto resulta un poco complicado.

En algunas ciudades encontramos semáforos inteligentes, que indican con una cuenta atrás el tiempo que queda para abrir el paso o cerrarlo. Así, los conductores pueden dejar de acelerar con tiempo, o dirigirse tranquilamente contra un disco rojo porque al llegar al semáforo este ya se habrá abierto.

Pero todo este proceso se puede simplificar más con una tecnología que se llama car to infrastructure (C2X), es decir, comunicación entre elementos fijos y los propios vehículos. Fabricantes como Audi, Ford o Toyota han hecho pruebas piloto en ciudades muy concretas, en las que los semáforos han trasladado información a los vehículos. ¿Y esto para qué sirve?

El sistema de aviso de semáforos de Audi ya es operativo en modelos con Virtual Cockpit en algunas ciudades de Estados Unidos, tras varios años de pruebas

Si el vehículo conoce cuánto tiempo queda para que el semáforo cambie, se puede informar al conductor de la velocidad de aproximación adecuada, que estará normalmente entre 25 y 50 km/h, lo que dispone el reglamento circulatorio en el caso de nuestro país. Por ejemplo, el conductor será avisado de que entre 25 y 30 km/h pasará el semáforo siguiente en verde. Si va más deprisa, se topará con un disco rojo, y puede que con una multa de regalo.

El consumo urbano se puede reducir así un 15%

Quien ha podido atravesar del tirón varios semáforos en verde ya habrá podido comprobarlo. A una velocidad sostenida, a bajas revoluciones, el consumo es ridículo por debajo de 50 km/h. Lo que supone un derroche es estar frenando y acelerando, sobre todo si se hace de forma violenta. Recordemos la fábula de la tortuga y la liebre: llega primero el que tiene mayor velocidad media y llega antes, no el que más ha corrido pero se ha detenido varias veces.

Cuando exista un sistema estandarizado de comunicación entre semáforos y vehículos, válido internacionalmente, se experimentará un alivio de la contaminación y el ruido, a la vez que subirá la velocidad media del tráfico para beneficio de todos. Además, estos sistemas tienen otras posibilidades, muy interesantes de cara al futuro.

Cada semáforo que se evita implica un ahorro de emisiones y combustible. El sistema Stop&Start no ahorra tanto, pero es un buen paso intermedio

Actualmente hay semáforos que disponen de una cámara que hace de chivata, si se cruza en rojo, aunque solo sea por un segundo, foto y multa al canto. En España es una sanción grave, 200 euros y cuatro puntos menos. Hay conductores que realmente no han querido saltarse el semáforo, pero o el ámbar ha durado poco, o no lo han visto, o iban muy rápido como para frenar de forma segura.

Los sistemas a bordo pueden ayudar al conductor a no saltarse el semáforo, limitando la aceleración o frenando el vehículo. Es más, los coches autónomos aprovecharán la información C2X para circular a la velocidad óptima para no toparse con semáforos. Donde no exista esa posibilidad, se orientarán por los colores, como hacen los conductores humanos. Los prototipos que están haciendo pruebas ya usan ese método.

También se pueden generar alertas para que el conductor sea consciente de que hay un semáforo en las cercanías, por ejemplo en zonas donde apenas hay (no sería muy útil en una gran avenida). En las ciudades del futuro veremos pocos vehículos esperando en rojo y con el motor encendido. Poco a poco eso se convertirá en una estampa del pasado, como las carretas a caballo compartiendo espacio con los coches con caballos mecánicos.

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