Prueba Kia Sportage 1.7 CRDI GT Line: no necesita tanta garantía para convencer
Probamos el Kia Sportage, un SUV del segmento C que intenta dar caza a los modelos europeos y comerse parte del mercado de los japoneses. Tiene buenos argumentos a su favor y unos acabados de primera categoría. Ofrece tecnología bien integrada y siete años de garantía por un precio realmente atractivo.
Kia está sorprendiendo en los últimos años ofreciendo unos productos de una calidad muy elevada y ampliando la gama sustancialmente para llegar a nuevos públicos. Incluso se han atrevido a fabricar el Kia Stinger, que es una berlina de representación que cuenta, como punta de lanza con un motor de 3.3 litros, V6 y 370 CV. Cuando una marca abre mercado de esta manera es que está haciendo las cosas bien.
Y puede que haya llegado el momento en que ya no necesite usar la estrategia comercial estrella para atraer a clientes dubitativos, que es ofrecer nada menos que siete años de garantía en sus modelos porque realmente tiene un producto de calidad, y probablemente de las mejores alternativas que puedas comprar en varios de los segmentos en los que ofrece un coche (que no son pocos). Nada menos que 18 modelos, contando con variantes deportivas y eléctricas de algunos productos.
Eso nos lleva al coche que hemos probado en motor.es, que no es ni más ni menos que el popular y actua Kia Sportage, presentado en Frankfurt en 2015 y comercializado desde marzo del año pasado. Se trata de un SUV del segmento compacto de 4.480 mm de largo, 1.855 mm de ancho (sin espejos) y 1.645 mm de alto, donde 10 mm pertenecen a los carriles portaobjetos del techo.
Se ofrece con diferentes tipos de motorizaciones, tanto de gasolina como diésel, cajas de cambios (doble embrague para algunas versiones, convertidor de par para otras) y tracciones (las versiones 4X2 son de tracción delantera). Parte de 17.216 euros para la versión de gasolina GDi que desarrolla 132 CV, que no es la menos potente de la gama (el bloque diésel 1.7 CRDi tiene 115 CV).
La versión más costosa vale 34.787 euros y pertenece al motor diésel de 2.0 litros CRDi con 185 CV con acabado GT Line, que aporta ciertos retoques orientados a la imagen deportiva del modelo, con tracción 4X4 y cambio automático. En ningún caso hay una motorización inferior a 115 CV ni superior a 185 CV, pero tampoco echamos en falta ni una versión de acceso menos potente, ni una versión deportiva con más caballería.
Hay que decir que actualmente la gama goza de una campaña de entre 5.149 y 6.734 euros de descuento en función de las versiones, aunque para disfrutarla hay que financiar el coche y solo es válida hasta finales de agosto de 2017.
Cuestión de prioridades, o tracción, o cambio automático
Nuestra unidad de pruebas pertenece al acabado GT Line y está equipada con el motor diésel de acceso a la gama, el 1.7 CRDi, con tracción a un eje y cambio manual de 6 relaciones. Cuesta, con la promoción, 27.251 euros. Si se opta por el mismo acabado pero con cambio automático, inevitablemente se salta en potencia hasta los 141 CV y la factura incrementa en 3.000 euros. No es una mala decisión por el aumento sustancial de potencia y por el cambio que en este caso sería de doble embrague.
La única pega es que con este bloque no se puede asociar la tracción total, por lo que si esta opción es una prioridad, entonces el motor cambia a un 2.0 de 136 CV, pero en este bloque no hay cambio automático, así que para tenerlo todo, tendríamos que dar un salto más a la motorización más elevada, tanto en diésel (185 CV), como en gasolina (177 CV). En la motorización más baja de gasolina no hay ni cambio automático ni tracción 4X4.
En las motorizaciones atractivas o eliges 4X4 o cambio automático.
El acabado GT Line tiene disponible un paquete con prácticamente todo. El equipamiento es muy elevado, tanto en materia de seguridad (sistema de asistencia a la frenada ante una colisión frontal, sistema de detección de ángulo muerto, aleta de tráfico trasero), como de confort (portón eléctrico, asientos calfectados delanteros y traseros, asientos ventilados delanteros y ajustables eléctricamente, volante calefactable. Cuesta 2.700 euros.
Suspensión blanda pero un coche sobresaliente
Estéticamente, el coche tiene un efecto polarizante. Hay quien se enamora a primera vista de su diseño y hay quien no acaba de entenderlo. Yo, personalmente soy de los primeros, porque es un SUV con mucha personalidad. Es cierto que el acabado GT Line le ayuda en este aspecto, aunque viendo otras versiones por la calle, no me parece que la diferencia sea extremadamente dramática en el aspecto visual, salvo por las enormes llantas de 19” y neumáticos anchísimos (245/45), que ciertamente, no necesita con esta motorización.
La zaga tiene un aire nuevo en cuanto al diseño de los pilotos de LED, horizontales, y que realzan los extremos aportando un aspecto visual muy ancho del vehículo. Sin embargo, el frontal tiene unos faros con una forma redondeada con tecnología xenón. Sin duda una tecnología de iluminación en peligro de extinción. Debajo de la parrilla que comercialmente se llama ‘Tiger Nose’, se esconden nada menos que cuatro antinieblas de LED por cada lado.
Una tecnología curiosa del Kia Sportage es que no hace falta accionar ningún botón ni introducir el pie por debajo del paragolpes trasero para que se abra el enorme portón eléctrico (es parte del equipamiento opcional). Solo hay que esperar unos segundos y tras una serie de pitidos se abre de forma automática. No es posible que el maletero se abra sin querer gracias al aviso acústico y porque el sensor tiene un alcance muy pequeño (hay que estar realmente detrás del maletero para que esto ocurra). El coche detecta la proximidad de la llave ya que los espejos, que son plegables eléctricamente, se abren de forma automática incluso sin abrir el coche.
Una vez dentro, es muy sorprendente la evolución de calidad de Kia. La buena presentación de su interior, donde la horizontalidad es parte del leguaje de diseño, se une a una sencillez abismal de todos los comandos. Los plásticos son mullidos en la mayoría de las zonas, y el salpicadero es una de ellas con un revestimiento de cuero que sin duda tiene una muy buena presencia, aunque en la práctica brilla bastante con el impacto del sol. Sin embargo, la superficie es completamente plana porque la pantalla va integrada en el salpicadero.
La horizontalidad del salpicadero aporta sensación de limpieza pero no orienta los comandos hacia el conductor, y como la pantalla es táctil, me obliga a incorporarme ligeramente para llegar de forma cómoda. Bien es cierto que mi estatura juega en mi contra en este sentido (1,69 cm) y que cualquier persona un poco más alta encontrará menos dificultades a la hora de operar el sistema de infoentretenmiento, que además de gozar de unos grafismos estupendos tiene una calidad táctil extraordinaria.
Muchos de los botones físicos que hay debajo del sistema multimedia interactúan directamente con la pantalla. Este detalle, a mi juicio es importante, ya que en otros modelos es habitual encontrarse con una pantalla que parece haberse diseñado completamente aparte y los comandos están integrados en el propio módulo de la radio. En el caso de Kia transmite mucha calidad percibida.
En el módulo de la climatización encontramos pulsadores individuales para activar los asientos calefactados, ventilados y el volante calefactable. Al lado de la palanca de cambios manual de seis relaciones y con una calidad excelente de construcción y percepción visual, encontramos ciertos pulsadores para los sensores de parking o el control de descenso de pendientes. Si es un modelo de tracción 4X4, el tercer pulsador está destinado a bloquear el diferencial central que da paso a la tracción total. Una pena que los coreanos, con tal despliegue tecnológico hayan apostado por un freno de mano convencional en vez de eléctrico.
En la parte trasera, la calidad sigue siendo religión del modelo. Los SUV de este segmento pasan un filtro mío particular si disponen de salida de aire para los ocupantes de las plazas traseras, y en este caso, no solo dispone de ello sino que encima aporta dos tomas de corriente de 12 V. ¿Quieres más? Pues la inclinación de los asientos traseros es regulable en 15 grados (entre 23 y 37) y dispone de asientos calefactables mediante un pequeño pulsador en ambas puertas.
El maletero es generoso y tiene 491 litros, pero la unidad de pruebas tenía rueda de repuesto. Si no se opta por esta opción, entonces la capacidad crece hasta 503 litros. Una pena que los asientos se abatan en proporción 60/40 ya que limita mucho las opciones a la hora de viajar con 5 ocupantes.
En marcha
El arranque del coche se hace a través de un botón, y a pesar de ser un motor diésel, la rumorosidad es baja hasta en frío. La calidad que se percibe en el volante es muy buena; de clase superior me atrevería a afirmar. Pocos SUV asiáticos me habían sorprendido tanto en la calidad interior. La palanca de cambios tiene un recorrido corto y preciso a pesar de que no se le ha pedido a nadie un tacto que muchos compactos de corte deportivo podrían envidiar.
No se plantea un coche difícil de conducir. La visibilidad es buena desde cualquier ángulo y a pesar de que las medidas son generosas, cualquier persona medianamente habilidosa se sentiría cómoda con el coche desde el primer momento. Sí que es cierto que el Kia Sportage, incluso en esta configuración que se supone que es la más deportiva, balancea mucho en las curvas. Generalmente este efecto en carretera consigue un equilibrio interesante en coches que están diseñados para rodar por campo. Sin embargo, el Kia Sportage no se ha planteado para tal uso y como la llanta es grande y el perfil de la rueda es pequeño, podemos afirmar que la suspensión es ligeramente más blanda de lo esperado.
El confort es elevado, pero habría que probar una versión más básica para comprobar si el balanceo se acusa, lo que indicaría un pequeño punto de mejora del vehículo. Además, no dispone de modos de conducción con una suspensión de dureza variable lo que sería interesante aunque obviamente la factura dejaría de ser tan competitiva.
Con el acabado GT Line, la llanta es excesiva, pero conserva un esquema de suspensión confortable
Los asientos, sin embargo, agarran muy bien de forma lateral, lo que contribuye a que el ocupante no se desplace de lado a lado en las curvas de forma incómoda. La dirección guía perfectamente el coche, sin flotabilidad latente, e incluso con cierto aire deportivo.
El interior del Sportage tiene dos curiosidades: la primera es el espejo de los parasoles, que es enorme. Probablemente de los más grandes del mercado. ¡Casi entra la cara entera! El segundo detalle curioso versa sobre el mecanismo de apertura del techo solar, que al ser panorámico, dispone de una cortinilla cuya apertura se realiza muy muy deprisa. El techo está dividido en dos secciones, siendo la primera la que se abre sobre la segunda, como es habitual en este tipo de cristales (en otros modelos, el cristal no se abre al ser una plancha fija).
Sobre la tecnología, el aviso de salida de trayecto actúa sobre la dirección pero no permite retirar las manos del volante y también tiene un pitido francamente desesperante para alertarnos si por ejemplo pisamos el carril contiguo. El aprendizaje me dice que al final uno opta por desconectar el sistema. El aviso de ángulo muerto dispone de un testigo luminoso sobre el retrovisor realmente pequeño e imperceptible y se confunde con cualquier otra luz que se refleja sobre el espejo. Una vibración sobre el volante para el primer sistema y un testigo luminoso más grande para el segundo, serían ideales.
Sobre el consumo es de recibo exponer que tras una semana de pruebas con una mezcla equilibrada entre carretera y ciudad, con atascos frecuentes aunque también muchos momentos de desahogo, hemos obtenido 7,0 l/100km de consumo, lo que nos parece muy razonable ya que en carretera, ver medias poco por encima de 6,0 litros es más que probable. Eso sí, el comportamiento del motor es muy alegre para el día a día y con solo un pasajero, pero con todos los ocupantes, maletas y combustible hasta arriba es muy probable que se quede ciertamente corto y tengamos que bajar a quinta o cuarta en muchas subidas.
Pero realmente el Kia Sportage ha nacido como un coche para satisfacer todas las necesidades, y para viajes puntuales, esta potencia es suficiente. Eso sí, para los que practican mucha carretera, optar por el bloque de 141 CV por 3.000 euros adicionales no parece una mala opción... e insisto. Son siete los años de garantía pero realmente no los necesita.