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Virutas F1Pisando por lo verde (2)

Los límites presupuestarios son para todos, pero incide en especial sobre los tres grandes, Red Bull, Ferrari y Mercedes. Ahora hay uno nuevo en el club, Aston Martin y los novicios necesitan poner el freno donde hasta ahora gastaron con gusto por debajo de un límite que no le afectaba.

Pisando por lo verde (2)
Entrada a la sede de Aston Martin en Silverstone.

11 min. lectura

Publicado: 24/03/2023 08:30

Lawrence Stroll se fue al cajero más cercano, sacó un buen fajo, y se lo arrojó al equipo por encima como hacía Sharon Stone en la película Casino. El que habla se mesa el pelo, coge aire y explica, como continuación a la viruta previa: «Mercedes tiene que cambiar su ADN. Han vivido como ricos durante una década, pero van a tener que apañárselas como los pobres, y esto es duro para cualquiera».

Hasta una fecha indeterminada del año pasado, entre la primavera y el verano, Aston Martin estaba anclado a los códigos propios de los equipos pequeños. La clave era «hacer mucho con poco». Reutilizar mucha pieza, evolucionar un diseño único, probar de manera limitada, elegir muy bien, pagar sueldos comedidos, apañar en lugar de sustituir y nada de fantasías.

Es Pantone 627 un color que este año se ha ganado un espacio preferencial en nuestras pantallas

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Todo ello lleva una cultura del ahorro, de limitaciones y en cierto modo de la imaginación financiera. Estas pautas las marcó el fundador de la escudería primigenia, Eddie Jordan, y más tarde el fichero matriz se fue aplicando por todas sus vidas posteriores como Spyker, Midland, Force India, Racing Point, y la Aston Martin inicial.

El irlandés era muy conocido por su habilidad a la hora de atacar la optimización de los recursos —una manera muy generosa de saludarle—. Ahora el plan es otro. El peso de la ingeniería financiera lo modula todo, «es muy interesante, más difícil de lo que parece. Requiere mucha planificación y todo lo dicta el calendario. Ese es el comienzo. Cómo se ataca cada carrera, cada circuito, cada curva. Sabemos qué cambios haremos y cuando, y con ello hay que organizarse», explica.

La gran sede

Toda esa inversión, no directamente aplicable a las mejoras en el coche, acaba filtrándose de forma vertical hacia los empleados. Ahora hay otra estabilidad, el optimismo se ha contagiado y la pantalla en la que palparlo emite señales desde el nuevo edificio. A cada poco, según van avanzando las obras, los mandamases invitan a los trabajadores a visitar las obras de la futura sede.

En palabras de Lawrence Stroll, «no se ha pensado en lo estético como el MTC de McLaren, sino en lo funcional». Cada vez que los visitantes salen por la puerta, prácticamente todos dicen lo mismo: «Aquí se va a liar una muy gorda». Puede que se líe, o puede que no, el futuro está por escribirse. Pero es de todos sabido que los peces crecen cuando su pecera se amplía, y esto es lo que puede pasar; se hace complicado pegar un estirón cuando la ropa te aprieta.

Así será la nueva factoría de Aston Martin cuando esté terminada en 2024.

En Silverstone todo arranca sobre las siete de la mañana. Sí, hay gente trabajando toda la noche, con las impresoras en 3D creando figuras incomprensibles, y las máquinas computerizadas de corte de metal sacando virutas de aluminio como si lo regalaran. Pero los más somnolientos asoman sobre esa hora, y es el cambio de turno de los que pasaron la noche trabajando.

Varias compañías situadas en el polígono industrial en el que está domiciliada la formación quebraron durante la pandemia. En su mayoría eran talleres de chapa y pintura, o de reparación de coches. Stroll aprovechó y compró varias naves. Por eso, y mientras construyen el nuevo edificio, el simulador está donde antes hubo un outlet de Adidas. De hecho, es pequeño y no todo el personal que se reúne a su alrededor cuando hay una prueba importante entra con comodidad en esas dependencias. Lo que hacen es desviar la señal de los ordenadores a las pantallas de la ‘sala de guerra’

Lance Stroll

El día que llegó Alonso había mucha expectación y tuvieron que apretarse un poco… para llevarse una pequeña sorpresa. El asturiano alberga un estilo de conducción muy particular, y en su segunda salida al asfalto binario, alcanzó cierto límite al que ningún otro piloto de la escudería había llegado antes. Lance no pudo hacer muchos test tras el porrazo con la bicicleta que se atizó en Mijas, pero sí que estuvo ensayando, y muy concretamente la prueba de evacuación del cockpit.

Es de alabar su actitud. Lo de menos es la posición en la que terminó; lo de más es el espíritu de lucha y sacrificio aplicado… y las presiones que hizo su padre para que le permitieran participar. En un principio los delegados médicos de FIA no estaban del todo de acuerdo en permitirle correr. El hijo del amo pisa mucho la factoría, está en permanente contacto con sus ingenieros. Cuando pasa por allí come en la cantina como uno más, sin privilegios.

Tras el menú tipo bufet, un expositor de aluminio pulido te ofrece postres como la Marble Flapjack, el Apricot + Dark Chocolate pie, o la Sugar Free Banana Protein Bar, todas por una libra y media. Cuando Lance asoma por la bandeja de postres, nadie hace chistes con la Millonaires Shortbread, aunque hay quien se sonríe por los adentros. El hijo del jefe comparte con el resto de la plantilla una de las dieciocho mesas blancas con banquillos corridos a cada lado y un pequeño florero ornamental.

La estancia es muy sencilla, propia de una factoría pequeña, sin apenas luz natural. En las paredes cuelgan fotos con los coches del equipo en acción. Kelly, la encargada, ha añadido un toque humano al permitir un plafón magnético justo entre la zona de reciclaje y un microondas donde permiten colgar dibujos de los hijos de los empleados y los que envían los fans. Entre otras obras infantiles hay una caricatura del hijo del jefe, que te sonríe garrapateado a bolígrafo azul. Pegada a una columna hay una nevera de frontal acristalado en la que puedes encontrar refrescos, zumos, el inevitable Ribena de arándanos que tanto gusta en las islas, y agua sin gas en tetra bricks azules. Si quieres una cerveza o bebidas alcohólicas tendrás que buscarla en otras latitudes.

Pantone 627

Por eso los miércoles era habitual ver a la tropa de Stroll tomando cervezas junto a integrantes de otras formaciones al acabar las jornadas de trabajo en el White Horse. Ya no: han chapado el garito. Ahora los de verde se van al bar del Hilton Garden, el hotel de esta cadena que hay plantado ante la recta principal del circuito de Silverstone. Apenas hay 600 metros desde la sede del equipo hasta una de las fondas más ruidosas del planeta.

Allí suelen llevar a comer a amigos y familiares cuando van de visita. No saben cómo, pero de alguna manera los responsables del establecimiento suelen meter monoplazas de Fórmula 1 de diversos equipos a cada poco en su entrada. A veces es un Williams, a veces un Red Bull… o a veces un Aston Martin el encargado de dar la bienvenida a los que traspasan sus puertas. Si quieres una habitación, las tienes desde 94 pounds, pero vete preparando un taquito de billetes de cerca de 2000 libras esterlinas de su majestad Carlos III si quieres dormir durante el Gran Premio.

Aston Martin no quiere figurar, quiere ganar.

Puede que el número 627 no te diga nada. Es posible que si lo asociamos a la palabra Pantone te transmita algo más. Pero si además añadimos a todo ello que es un color que en las carreras se le conoce como el BRG, British Racing Green, pensarás en Aston Martin. Resulta difícil perder de vista este tono del verde como el de las esmeraldas en el seno de esta escudería.

En la entrada, en los pasillos, en los despachos… siempre vas a tropezar con algo el Pantone 627 mires a donde mires. Es un principio, un detalle, un signo de distinción propio de los que quieren significarse. Es un color que este año se ha ganado un espacio preferencial en nuestras pantallas. Bien por ellos. Que sigan, que sigan, que todos ganamos.

Fotos: Aston Martin Racing

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