Motor.es

Tres rumores en uno

Tres fuertes rumores en la viruta de hoy, y como tales habría que tomárselos. Pero hay uno que resuena muy claro y bastante posible y otros dos, con menor índice de credibilidad y peso, aunque con visos de acabar siendo realidad.

Tres rumores en uno
De izquierda a derecha, Christian Horner, Max Verstappen, Adrian Newey y Helmut Marko.

16 min. lectura

Publicado: 10/03/2024 14:00

El primero nos lleva hasta la foto azul. Hay una bola de demolición que está golpeando las paredes de Red Bull. El edificio aguanta, sus moradores se agitan en el interior, y nadie tiene del todo claro quién maneja la maquinaria que dirige el golpe de Estado. Lo que está cristalino es que lo del asunto de Christian Horner y su secretaria no era más que la punta del iceberg.

Se trata de una pelea por el poder interno, y el pistoletazo de salida fue la desaparición de Dietrich Mateschitz, el propietario del 49 % de la marca Red Bull. Esto trajo cambios internos, y entre ellos la llegada de un nuevo gestor, el germano Oliver Minztlaf.

Nuevas reglas internas

Procedente del fútbol, se sabe que no es un enorme amante del automovilismo. Cree que todo lo relacionado con él cuesta demasiado, y desea meter la cuchara más de lo que aprecian los que llevan décadas en el negocio.

Calcula ahora el precio de tu seguro de coche

¡Infórmate!

Toto necesita tapar el enorme agujero que deja Sir Lewis

Un reflejo de su mandato fue liquidar la denominación AlphaTauri en su escudería B. El plan preMinztlaf era que volasen solos, que avanzasen, y ahora no hay rumores de venta de la formación, pero sí de llevársela a Inglaterra. Desde un punto de vista técnico sería un acierto, pero la clave no es esa, sino económica. Gran parte de la plantilla es italiana y esto se ve con cierto temor en la sede de Faenza.

Ahora se han travestido —tercera denominación bajo la misma propiedad— como algo raro e incomprensible llamado Visa Cash App Racing Bulls. En lugar de tener un nombre, que es el consejo de la gente del marketing, poseen cinco. Parece uno de esos títulos nobiliarios acompañado de los nombres con frecuencia interminables en los DNI de la realeza.

Rumore, rumore

El fuerte rumor es que Red Bull bien podría vender el equipo. Lo pintoresco es que lo compraría Red Bull, y esto requiere de cierta explicación. La marca Red Bull, antes del fallecimiento del tailandés Chaleo Yoovidhya en 2012, y más tarde la de su socio Dietrich Mateschitz, estaba dividida en tres partes: 49 % para el tailandés, otro 49 % para el austriaco.

El 2 % restante caía en manos de Chalern Yoovidhya, el hijo mayor del primero. Ahora, el heredero del imperio energético maneja el 51 % de las acciones, así que en cierto modo, lleva las riendas. Cada decisión que se tome, pasará por sus manos y él tendría la última palabra.

El plan del que se habla de un tiempo a esta parte, y viendo la deriva de la compañía en lo tocante a las decisiones que se tomen en Austria, es que Chalern compraría el equipo. Eso, o al menos, lo sacaría del ámbito de decisión de la marca, aunque seguiría siendo patrocinado por ella; Yoovidhya, con unos 33.000 millones de dólares en la buchaca, decide si esto se hace o no y pasta no le falta.

Max Verstappen es una pieza clave en el éxito de Red Bull.

Tailandia + Reino Unido

Christian Horner es de la confianza de Yoovidhya, y todo indica que su papel en la futura propiedad podría pasar incluso por recibir acciones de la escudería. Todo adquirió más fuerza, y visos de encarrilarse hacia esta posible situación, cuando Horner fue exonerado de cualquier responsabilidad en lo del asunto con su asistente.

El asunto fue juzgado lejos de un tribunal al uso. El tema se puso en manos de un prestigioso letrado, integrante del llamado Kings Counsel —antes Queens Counsel—. Esta suerte de corte paralela a la ley lo forman los mejores abogados del Reino Unido y son elegidos por su valía, acierto y trayectoria. El tipo dijo que aquí peace, y después glory.

Pero hay otra lectura. Horner dañó su figura de líder de empresa, y muchos presuponen —sin prueba alguna—, que fue la secretaria el origen de las capturas de pantalla hechas públicas. También se sabe que la chica ha salido del equipo con una indemnización bajo el brazo. Solventado el caso, el británico ya ha amenazado a varios medios con querellas por extralimitarse en lo tocante a la intimidad familiar y personal; está envalentonado. Y hay más pistas que conducen a pensarlo, y una es Ford.

El amigo americano

La compañía de Michigan pedía explicaciones antes del dictamen del King Counsellor, pero no solo ha dejado de solicitarlas, sino que ha empezado a mover fichas visibles. La llegada de Ford no era una jugada de la marca de bebida energética, ni de Austria, ni de Mintlaf, ni del señor tailandés: era una jugada de Horner y todo indica que está entroncada con esto del Red Bull Powertrains del que es accionista.

Tras el juicio a puerta cerrada ha ocurrido algo. Red Bull tiene un equipo de su cuerda en la F1 Academy, MP Motorsport. Las tres chicas que emprendieron su temporada en la primera jornada de pruebas del Gran Premio de Arabia Saudí recibieron un pequeño regalo poco menos que la noche antes… unas pegatinas con el óvalo azul de Ford. Fue tan repentina esta jugada que en las imágenes representativas de sus monoplazas en la web de la categoría ni siquiera aparecen. Esto se puede leer como un apoyo por parte de la marca al pacto que se iniciará en 2026, y liquida de un plumazo cualquier duda que flote en el ambiente.

Todo esto conduce a la siguiente pregunta: ¿por qué en Red Bull, los austriacos, quieren desplazar a Marko? Todo hace pensar que fue uno de los instigadores de la filtración de los mensajes, algo que aún está por aclarar, así que de momento es solo presunto. El razonamiento parte de que la jugada se disparó cuando en Austria vieron que las cuotas de poder interno decrecerían en beneficio de Horner y la parte británica de la formación.

Lo del juicio interno sigue

En el juicio interno, independiente y ajeno a los intereses de compañía y equipo, Marko puede salir trasquilado. Helmut Marko era amigo personal de Mateschitz. Tras su carrera como piloto, montó hoteles, clubes y discotecas. Fue en estos donde se realizaron los primeros experimentos con la sopa energética. La gente no sabía qué puñetas era aquello, así que decidieron tirar decenas de latas vacías en los alrededores de sus garitos. La gente empezó a hacer preguntas y la respuesta, ficticia, era «pues la gente lo pide y les encanta».

Los establecimientos de Marko fueron fundamentales en la génesis de la bebida. A cambio, Helmut le pidió a Mateschitz que patrocinara a los pilotos y equipos de Fórmula 3 que le resultaban cercanos de su época de piloto. Curiosamente, uno de los primeros pilotos que llevó ese nombre en uno de los costados de su coche fue el español Antonio García. Los coches de aquella no eran aún ni azules, sino blancos. El azul llegó más tarde. Como es lógico, Marko es de la cuerda de los austriacos, y de su mano viajará.

Cuando Max Verstappen apareció en escena, ni siquiera había ganado la Fórmula 3 de aquel año —la F3 clásica, no la de hoy—. Aquel año fue un tal Esteban Ocon el que dejó atrás al neerlandés, pero sabedores de su valía, Jos y Raymond Vermeulen, su hombre de confianza, amigo, y manager de Max, perdieron el culo por colar al chico en Mercedes. Toto Wolff dijo que sí, pero de banquillero.

Las prisas

Vermeulen y Jos se fueron a Marko y le dijo: «Si me das un asiento de titular, te quedas con mi chico y le das en los morros a Wolff». Marko sonrió, Max tuvo su asiento en Toro Rosso, —hoy el chorro de nombres esos—, y todos contentos. El Doktor Marko apostó por Max, y ahora Max da la cara por su primer contratista cuando dice eso de que su vida será distinta sin él a bordo.

Toto Wolff observa con atención todo lo que está ocurriendo en Red Bull.

Pero claro, Marko no tiene por qué ser decapitado, sin embargo a lo mejor ‘se cansa, está mayor, empieza a dejar de ir a las carreras, se jubila o se toma un tiempo’. Max, por su parte, tiene un contrato hasta 2028 y al parecer no es de los habituales en la firma. Lo normal es que se firme por una serie de temporadas, una a una, con renovaciones anuales. Sin embargo, se dice que este contrato de Verstappen es de los que duran los años que se dicen en el papel sin este detalle.

Lo más probable, al menos a priori, es que Max Verstappen se quede en Red Bull. Contratos aparte, el único destino deseable al que marcharse es Mercedes, de donde egresa Lewis Hamilton. A día de hoy no estaría como en Red Bull sino peor, y esto plantea otras dudas en el horizonte, de las que emanan dos derivadas que conducen a más rumores.

Necesidades imperiales

Toto necesita tapar el enorme agujero que deja Sir Lewis. Se dice que Andrea Kimi Antonelli queda fuera del plan por estar demasiado inmaduro a pesar de su potencial. Fernando Alonso no entra en los cálculos, pero el que sí lo hace es Carlos Sainz. El madrileño cumple los estándares establecidos en Brackley, y Sainz sabe que si quiere ganar o incluso ir a por títulos, no será con Sauber ni con la Audi de los primeros años. Si esa puerta queda abierta, meterá el pie porque a corto plazo no va a tener mejor opción.

El tercer rumor es más peliagudo, y cosas más raras se han visto. Christian Horner basa sus superpoderes en dos gadgets mágicos. Uno es que la marca Red Bull ha alfombrado su gestión con generosos fondos y no se ha metido demasiado en sus manejos; se ha gastado bien lo que le han dado. El británico ha solventado con eficiencia su tarea, y cuando ha tenido triunfos a la mano, ha respondido de manera positiva.

La segunda arma secreta es Adrian Newey, un ingeniero que cobra más que la mitad de la parrilla, que es multimillonario, y que ha dejado claro varias veces ‘que se aburre un poco’. ¿Y qué mejor entretenimiento para un tipo que ha sido campeón con Williams, McLaren y Red Bull que plantearle un nuevo reto? Tenemos uno ahí enfrente.

Alguien dijo hace poco que la marcha de Hamilton a Ferrari era rara, que ‘era bastante probable que supiera algo que desconocemos el resto’. Y eso bien podría ser que contasen en un futuro con un Adrian Newey vestido de rojo. No es la primera vez que tocan al ingeniero desde Maranello, pero esta vez tiene pinta de que estaría más cerca de ocurrir que nunca.

Un nuevo reto

La normativa de 2026, casa en Mónaco, sueldo de piloto campeón del mundo, manos libres para diseñar lo que quisiera… y Freddie Vasseur. El galo es muy bueno en el cara a cara, y se sabe que está maquinando cosas desde el día que llegó. Prueba de ello es la jugada de Hamilton, que aunque se haga alusión en el peso que ha tenido John Elkann, hay quien ve las manos de Vasseur tras ella.

Tras el terremoto del fichaje de Hamilton, no sería ilógico que haya réplicas, y ya ha habido varias en forma de fichaje de otros técnicos. La llegada de Newey pondrá todo patas arriba, e iría muy en línea con la revolución interna que se ha iniciado, de forma silenciosa, tras la llegada de Vasseur.

El grado de posibilidades de que todo esto ocurra es variable, y será interesante saber si ocurre o no, y a ojos del que escribe están ordenadas en orden decreciente. En la Formula 1 cada año hay evoluciones, pero cada diez o quince años hay revoluciones. Puede que estemos cerca de presenciar una, y de las grandes. Que la silly season de 2025 haya empezado antes de comenzar la temporada 2024 debería ponerte a pensar.

Compártela en:

Pixel